La teoría de la deseabilidad social pudiera explicar, en parte, la conducta de los terroristas yihadistas
La teoría de la deseabilidad social define la tendencia natural de las personas a tomar decisiones que sean socialmente aceptadas. Suele entrar en conflicto con las opiniones o necesidades propias de quiénes toman decisiones únicamente pensando en que sean bien acogidas por su entorno social, siendo el determinante principal de tal comportamiento la necesidad de ser aceptado o, al menos, no ser rechazado socialmente.
Aunque resulta muy difícil de determinar, parece evidente el peso que en la toma de decisiones tiene la deseabilidad social en el proceso de radicalización y en la conducta final de un terrorista, es decir, los niveles de implicación con el terrorismo a los que estará dispuesta a llegar una persona con un fuerte deseo instintivo de ser aceptada por los congéneres de un entorno proterrorista.
En la misma línea, no podemos olvidar el enorme influjo que ejerce en la actualidad el entorno virtual, es decir que, aunque el entorno físico (familiar e institucional) rechace las ideologías y conductas favorables al terrorismo, es posible que el entorno virtual del sujeto (Internet y redes sociales) lo promueva y en consecuencia sean fuertes motivadores de conductas que pasen desapercibidas para la familia, lugar de trabajo y Cuerpos de Policía.
Políticas de prevención
Opino que trabajar con políticas sociales proactivas permitiría detectar procesos cognitivos inexactos o incompletos que pudieran ser aprovechados por reclutadores o ideólogos del terrorismo. Por ello, considero los siguientes elementos como claves en la formación de ideologías proclives al terrorismo yihadista, detallándose también políticas para prevenirlas:
La marginación.
La autopercepción de rechazo social.
La falta de integración social.
Los guetos habitacionales.
Las bolsas de pobreza.
Fomentar la educación integradora.
Prevención de la percepción de indefensión, falta de integración social.
Fomento de una igualdad de oportunidades efectiva como medio de contrarrestar la percepción de injusticia institucional y eternizada.
Regularización e institucionalización de la enseñanza del Islam.
Numerosos estudios concluyen que los musulmanes franceses de segunda y tercera generación tienen dificultad para sentirse franceses, pero también para identificarse plenamente con la cultura de los países de origen de sus padres.
El no sentirse como nacionales del País de acogida, incluso habiendo adquirido la nacionalidad o nacido en dicho País genera conflictos que no siempre se resuelven adecuadamente por la falta de medios y políticas concretas.
La propia concepción y naturaleza de las religiones, en este caso la islámica, rechaza de plano cualquier forma de debate sobre sus principios.
La percepción de rechazo y de vulnerabilidad sumen al individuo en procesos muy dolorosos que en muchos casos promueven conductas violentas incontroladas.
La historia reciente demuestra la importancia que adquieren los imanes radicales en la captación y adoctrinamiento de adeptos para actos terroristas. La enseñanza reglada e institucionalizada de la religión islámica podría detectar y prevenir la presencia de imanes extremistas y también permitiría a la población de musulmanes afincados en Europa contar con un bagaje religioso suficiente para desmontar las interpretaciones restrictivas y manifiestamente falsas de los radicales proclives al terrorismo.
Aunque como podemos ver, los análisis intelectuales como los descritos en el párrafo anterior no siempre se corresponden con la realidad, Lorenzo Vidino (2017), director del Programa sobre extremismos de la universidad Georghe Washington, refiere que es un error creer que una buena integración en la sociedad es el antídoto de la radicalización. Sostiene que la mayor parte de gente radicalizada en España y Europa está bien integrada.
Es la paradoja detectada por los expertos; un buen ejemplo es que el 40% de los detenidos por vínculos con el ISIS en EE UU son conversos. La radicalización según Vidino no tiene que ver con la integración, sino más bien con un sentimiento personal de no pertenecer a la sociedad. Una mala integración evidentemente no ayuda, pero al parecer no es exclusivamente eso.
En la misma línea, otros autores sostienen que la radicalización no se explica exclusivamente por la religión, por una cultura o por cuestiones socioeconómicas. Mucho se ha hablado sobre la desocupación laboral, la falta de oportunidades sociales y el desánimo personal como factores catalizadores y favorecedores de la radicalización, pero los datos estadísticos no confirman esas hipótesis. En el estudio del perfil de personas detenidas se constata que hay radicales tanto con esos patrones como con los de los opuestos.
Análisis de la ideología del terrorismo yihadista
Podemos afirmar que los terroristas perciben la realidad en clave bélica, es decir que a una percepción de ataque o injusticia grave le sigue una respuesta cognitiva que anticipa una conducta confrontativa. En el caso del terrorismo impulsado por organizaciones como DAESH o Al-Qaeda, promueven argumentalmente que la civilización occidental, que a veces los acoge, es su adversaria a la que deben destruir porque, de lo contrario, destruirá a la suya. Consideran que los países de cultura occidental, aprovechando su superioridad económica y tecnológica, explotan, manipulan y abusan de los Estados de mayoría islámica.
Para los yihadistas, la democracia no es exportable al mundo musulmán y cualquier intento occidental de promoverla es una intromisión imperialista
Consideran igualmente que Islam es la única religión y ven el laicismo occidental como una forma de decadencia y debilidad. Opinan que el número de conflictos bélicos en países islámicos en los que interviene de una u otra forma la cultura occidental es la prueba del afán por destruir el mundo islámico.
Están convencidos de que sus líderes políticos son incapaces de proteger al Islam de las funestas intenciones de Occidente y que por tanto son ellos, a través del terrorismo, los llamados a defender su civilización. Creen que, en general, no se da el mismo valor a la vida de un musulmán que a la de un occidental y así se lo trasladan a sus adeptos.
Todas estas consideraciones dan soporte racional al terrorista, sustentan ideológicamente su voluntad manifiesta de atentar contra la vida y los bienes del mundo occidental. Y será a partir de estos preceptos que los ideólogos del terrorismo yihadista iniciaran sus intentos de proselitismo y adoctrinamiento. Por tanto, será también sobre estos supuestos sobre los que se puede trabajar para desmontar la estrategia de los ideólogos del radicalismo empleada para captar adeptos.
Diferencias de percepción de la realidad histórica
En los últimos siglos la evolución de las sociedades humanas en general permitió avanzar en la creación de instituciones y marcos legales que permitieron mejorar enormemente la convivencia entre las personas, otorgándoles un marco legal justo y adecuado, basado en la libertad, la igualdad jurídica, los derechos humanos, el derecho a la propiedad, la educación, la salud, el trabajo, etc. Dichas instituciones vigilan su cumplimiento y respeto, lo que permitió a esas sociedades y a sus individuos vivir en el marco de un mundo ordenado y predecible, en el que no se prioriza el uso de la fuerza.
Esta gran evolución sociopolítica benefició notablemente la convivencia interna de las sociedades de la mayoría de los países, es decir, constituye una gran evolución intraestatal, pero lamentablemente tales beneficios no tuvieron la misma eficacia en las relaciones entre los Estados o entre bloques interestatales. Constituye el gran desafío de la humanidad del siglo XXI: crear organismos internacionales efectivos, justos y sobre todo que representen con garantías jurídicas a la totalidad de naciones, culturas y civilizaciones existentes.
La percepción de una realidad histórica concreta con matices internacionales no es la misma en el mundo árabe que en occidente, China, África o Rusia
La actual configuración de las relaciones internacionales y la gestión de los conflictos entre naciones fue acordada después de la Segunda Guerra Mundial a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organismo en el que se encuentran representados la totalidad de los Estados existentes. Sin embargo, el concepto mismo de la eficacia, justicia o ecuanimidad de la ONU no es universalmente reconocido por todas las naciones.
En determinados asuntos internacionales, su accionar es cuestionado por una supuesta parcialidad, generalmente por países pertenecientes a culturas o civilizaciones concretas, como la de los países árabes, africanos, asiáticos o latinoamericanos. Esas críticas apuntan, generalmente, a cuestionar la objetividad de la ONU a la que se le atribuyen políticas y decisiones prooccidentales o a favor de las grandes potencias.
Se cuestiona también el funcionamiento mismo del Consejo de Seguridad de la ONU, organismo fundamental en las crisis internacionales importantes, pero en el que no están representados el mundo árabe, el continente africano o el sudamericano.
Sebastián Ramos García, es psicólogo y colaborador de la Red SAFE WORLD
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