Planteado desde un análisis estrictamente racional y moral, nos aleja de la verdad
Un análisis estrictamente racional del yihadismo descuida la emoción, uno de los procesos mas importantes y determinantes en la psicología del ser humano y por otro lado un análisis desde nuestra moralidad nos llevará a postulados completamente diferentes y hasta antagónicos de los realizados desde una moralidad perteneciente a una cultura o momento histórico diferente. Un terrorista suicida analizado individualmente es un asesino en serie, pero debemos profundizar mucho más para entender por qué su martirio será celebrado socialmente en algunos lugares como un gran acontecimiento.
Debemos determinar y entender las complejas y diferentes interacciones y procesos que desencadenan la conducta final del terrorista y en un esfuerzo inferencial e imaginativo intentaremos esbozar que fenómenos psicológicos, sociales, económicos, políticos y vitales constituyen factores de riesgo para desencadenar el accionar terrorista.
Para ello es importante inferir el proceso que desencadena, por ejemplo, que un individuo perteneciente a una comunidad minoritaria musulmana radicado en un país europeo y que posteriormente termine convirtiéndose en un terrorista, se sienta previamente agraviado, menospreciado o rechazado socialmente por su condición de extranjero o por su confesión religiosa.
Influye en ese estado de ánimo también su propia situación personal o familiar en su lugar de residencia (desempleo, problemas de escolarización, conflictos intrafamiliares, etc.), proceso que no es atípico en la relación entre grupos de emigrantes y los naturales del país (Estudios realizados en Francia con inmigrantes de segunda y tercera generación concluyen en esos términos, constatándose que la percepción de ser víctimas de racismo o xenofobia es informada al menos puntualmente en algún momento de sus vidas).
Esta situación llega a generar una intensa y estable emocionalidad negativa como respuesta a su percepción de rechazo social e institucional del país que le acoge. Y el concepto de estable en esa emocionalidad negativa cobra una importancia fundamental, porque creemos que para que ese proceso finalice, en un número muy limitado de individuos, en su radicalización será indispensable que esa percepción de injusticia/discriminación/rechazo tenga un carácter de irremediable.
El musulmán de nuestro particular ejemplo, se verá también influido por elementos sociopoliticos, ya que como es de esperar se encuentra plenamente informado e influido por las noticias de la historia internacional que afectan al mundo en general y en especial a su país de origen o de su familia y a otras naciones de mayoría islámica.
Ese conocimiento histórico le lleva a percibir y concluir subjetivamente, muchas veces influidos por las corrientes de opinión que promueven la radicalización, que existe un conflicto asimétrico entre los países islámicos y los países occidentales (Guerras de Irak, Afganistan, Libano, Siria o conflicto Palestino en las que la intervención bélica directa y las políticas occidentales determinan habitualmente gran parte del resultado de la contienda).
Todos estos conflictos mencionados se desarrollan en países con mayoría religiosa islámica y consecuentemente la mayoría de las víctimas civiles suelen pertenecer a nacionales de esos países, lo que alimenta y fortalece la creencia en una teoría conspirativa basada en la idea de un conflicto asimétrico e injusto entre los musulmanes pobres y atrasados tecnológicamente y las naciones occidentales que desean su exterminio.
Por otro lado, una vez alimentada y consolidada la idea de conflicto entre Occidente y los Países islámicos (ya sea indirectamente, por medios de comunicación, o por interacción directa con familiares, conocidos o personajes importantes como ciertas autoridades religiosas), el siguiente e inevitable paso del proceso mental es intentar analizar y vaticinar el resultado de ese conflicto entre el Islam y Occidente.
La idea que insertan en la persona captada es la de un pronóstico pesimista: derrota del Islam ante los Países occidentales que desean destruirles
Pero ese análisis de la realidad histórica actual también contiene elementos favorables a la particular interpretación histórica de los ideólogos del terrorismo. La evidencia demuestra que en las recientes guerras de Irak y Afganistan, tras un inicio de contienda bélica muy favorable a los EEUU y sus aliados, la resistencia militar iraquí y afgana posterior decantó parcialmente la balanza a favor de los grupos terroristas, provocando el abandono de esos Países sin haber conseguido los objetivos que desencadenaron la invasión militar.
Esta última situación está muy presente en el imaginario de todos los ideólogos del imperialismo promovido por el ISIS, al-Qaeda y sus organizaciones satélites; esa percepción subjetiva del éxito obtenido a través del terrorismo es un factor importante, y que no debiera subestimarse -a la hora de analizar todo el proceso-, para conseguir adeptos y simpatizantes.
Por otro lado, la gran disponibilidad de información inmediata, permanente y casi infinita a través de Internet ha modificado los procesos interpersonales, políticos y sociológicos de tal manera que cualquier análisis teórico que no incluye sus efectos corre el riesgo de ser incompleto. Así, nuestro imaginario emigrante musulmán radicado en Europa de los párrafos anteriores dispone en Internet de numerosos relatos de historias personales heroicas de correligionarios que en el marco de conflictos bélicos recientes o como consecuencia de estos decide optar por la lucha contra EEUU o sus aliados europeos empleando las armas en un lucha convencional u optando directamente por el terrorismo.
En esos relatos obtendrá amplia información sobre el prestigio que se otorga a esos muyahidines, los beneficios económicos que se obtienen por abrazar el terrorismo o la lucha armada. También y no menos importante, gracias a esos recursos audiovisuales disponibles realizados cuidadosamente por profesionales obtendrá información sobre otros luchadores o ideólogos con los que contactar, a quién acudir para aprender las técnicas necesarias.
Se le ofrecerá la opción de formar parte de un proyecto existencial real y constatable, de un lugar físico y un estado nacional nuevo (el Califato) al que puede incorporarse y desde el que podrá luchar por sus correligionarios, por un mundo idealizadamente mejor y más justo a salvo de la decadencia y la degradación moral de Occidente. Ese relato utópico cobrará una fuerza poderosa de un gran poder arquetípico.
Finalmente, en esta construcción literaria de un hipotético proceso de radicalización, falta describir y detallar el importante rol que desempeña una interpretación fundamentalista y radical de la religión islámica, del tipo salafista o similar.
Se hace a través de redes sociales, Internet o directamente mediante personas físicas que aprovechando el prestigio social que les otorga el estudio y conocimiento del dogma religioso y haciendo una interpretación radicalizada del Islam, promueve el conflicto con los no creyentes, atribuyendo un enfrentamiento eterno e irresoluble frente al resto de confesiones religiosas, en el que solo es posible la claudicación o exterminación del adversario.
Desde esa perspectiva, aprovechando interpretaciones de escritos milenarios, se legitimará a través de la doctrina religiosa la emocionalidad negativa, el odio y el rechazo hacia la sociedad europea del País que acoge a nuestro imaginario musulmán. Y ese rechazo y hasta odio estable, podrá ser instrumentalizado para conseguir un potencial adepto hacia la causa del terror, consiguiendo que en última instancia nuestro imaginario actor decida atentar contra determinados objetivos inmolándose y perdiendo la vida en un acto terrorista.
De producirse sería racionalizado aberrantemente por los ideólogos del yihadismo como un acto de legítima defensa contra Occidente para evitar el exterminio del pueblo musulmán o como una forma de conseguir que las sociedades occidentales sientan el dolor que los gobiernos de sus Países infligen a las sociedades de mayoría islámica.
Sebastián Ramos García, es psicólogo y colaborador de la Red SAFE WORLD
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