No hay un "terrorista típico" sino que son varios los perfiles.
No hay dos terroristas iguales, lo que se constata, en especial, en el yihadismo, debido a que constituyen un grupo heterogéneo, cuyos individuos comparten sólo unos pocos rasgos comunes. No hay un patrón identificativo del conjunto de miembros adscritos al islamismo radical, algo que dificulta enormemente el trabajo de las fuerzas policiales y los servicios secretos a la hora de seguir el rastro del terrorismo y encajarlo en un perfil de autor determinado.
El análisis de los atentados terroristas llevados a cabo en Occidente desde la fatídica fecha del 11 de septiembre de 2001, así como aquellos otros que pudieron ser abortados por las fuerzas de seguridad, permiten establecer una serie de tipologías de autor en el ámbito del terrorismo yihadista (Cano Paños, M.A., Perfiles de autor del terrorismo islamista en Europa).
Por lo tanto, no es uno sino cinco los perfiles distintos del yihadista que analizo a continuación.
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Los equipos de ataque
Se trata de aquellos grupos o células que llegan desde el extranjero para cometer una acción terrorista.
Un ejemplo sería el de los pilotos y secuestradores que llevaron a cabo los ataques suicidas del 11-S.
Trece de los diecinueve terroristas que intervinieron en la operación viajaron a EE.UU. entre marzo y junio de 2001.
Actualmente (y desde hace años) sucede con frecuencia en el Sahel donde se adiestran equipos que son enviados a diferentes Países para llevar a cabo atentados, principalmente Togo y Benín, a donde acuden procedentes de Níger o Burkina Faso .
Nacidos en Países islámicos radicalizados en Occidente
El segundo perfil está compuesto por los individuos de religión musulmana que se han radicalizado en Occidente.
Un ejemplo paradigmático de este concreto perfil lo constituye la célula de Hamburgo liderada por el egipcio Mohammed Atta.
Se trataba de estudiantes musulmanes procedentes de clases acomodadas en su países de origen, ambiciosos y con talento. Descubrieron la ideología radical islamista una vez asentados en Alemania, país al que se habían trasladado para fomentar su educación y su carrera profesional.
Todo indica que la crisis de identidad individual que muchos de estos jóvenes experimentan, en una sociedad antagónica a la suya de origen, hace que busquen una fuente de compañerismo y amistad, entrando en contacto con sujetos inmersos en la misma problemática.
En el caso de España, la mayoría de los miembros de la red islamista que llevó a cabo los atentados del 11-M eran individuos de religión musulmana que se radicalizaron tras haber residido una larga temporada en territorio español.
Muchos de los terroristas autores de la masacre del 11-M, como es el caso de Jamal Zougam, residían legalmente en España, conduciendo vidas aparentemente ordinarias y denotando una integración satisfactoria en la sociedad española.
Dentro de este perfil hemos de hacer referencia a aquellos individuos de religión musulmana que llegan a Europa impregnados ya de un islamismo salafista radical, completando su proceso de radicalización en Occidente.
Paradigmáticos en este caso resultan los complots terroristas de junio de 2007 en el Reino Unido, en los cuales se erigió como figura central Bilal Abdullah, un médico iraquí de 27 años.
Abdullah ya había mostrado signos evidentes de radicalización cuando se asentó en territorio británico para trabajar en el Royal-Alexandra-Hospital de Glasgow.
Otro caso notorio y más reciente es el de la célula de origen argelino desarticulada en España en 2019 por los Mossos d´Esquadra con la colaboración del CNI.
Berkan Azizi, el líder de la célula, llevaba en Barcelona muchos años cuando entró en prisión, en Brians (actualmente se encuentra en la cárcel de Zuera, enmarcado en el Fichero Interno de Especial Seguimiento - FIES-). Parece, según se indicó en la investigación, que Azizi se radicalizó en la prisión catalana en la que ingresó por delincuencia común, entrando en contacto con elementos fundamentalistas.
Nacidos o viviendo en Occidente que se radicalizan
El tercer perfil lo conforman los inmigrantes musulmanes de segunda y tercera generación, hijos o nietos de inmigrantes musulmanes llegados en las últimas décadas del siglo XX.
Son jóvenes con pasaporte occidental que hablan tanto la lengua del país en el que han nacido como el árabe que es el idioma que suelen usar los yihadistas, si bien éstos utilizan a menudo el inglés (y otras lenguas para expandir más su mensaje de odio).
Por diversos motivos sufren un proceso de radicalización, adoptando la ideología del islamismo más radical y dirigiendo su violencia hacia la sociedad autóctona.
En este sentido, los atentados de Londres del año 2005 añadieron una nueva dimensión a la amenaza terrorista contemporánea. Así, por primera vez en Europa, unos sujetos de origen inmigrante pero nacidos en países occidentales cometieron atentados suicidas en suelo europeo.
En España el ejemplo más impactante es el de la conocida como "célula de Ripoll", formado por nueve jóvenes, de los cuales dos nacieron en España y el resto llegaron siendo niños, con lo que crecieron en España. De origen marroquí por sus padres, fueron captados por el imam marroquí Abdelbaki Es Satty. Por lo tanto, se radicalizaron en España.
Conversos que se radicalizan
Las personas procedentes de otras religiones o incluso sin profesar ninguna, y que acaban en redes del integrismo islamista, tienden a ser más extremistas para que no se ponga en duda su fe por su pasado no creyente.
Los sujetos conversos radicalizados suelen ser individuos autóctonos que adoptan la religión musulmana, y que con el tiempo se radicalizan.
Algunos han adquirido un rol relevante en varias células yihadistas que han actuado o han intentado actuar en Occidente, observándose cómo muchos de ellos suelen ser los miembros más fanáticos y entusiastas.
Su necesidad de demostrar a sus compañeros sus convicciones religiosas da lugar a que se desarrolle en ellos una destacable agresividad.
En 2021 detuvieron a un danés, autor de la masacre cometida en la ciudad de Kongsberg (Noruega), que asesinó a cinco personas e hirió a otras dos con un arco. Se trataba de un converso al Islam que figuraba en un listado de personas de las que se tenía constancia de su radicalización.
En España, en 2022, también se llevó a cabo una operación en Madrid contra un español converso igualmente radicalizado. Fue detenido antes de que cometiera un ataque pero ya había pasado por prisión dos años antes por autoadoctrinamiento yihadista.
Los reclutadores
El reclutamiento por internet obtiene un papel importante para el proceso de captación y radicalización (Cano Paños, M. A. y Ángel, M.; Internet y terrorismo islamista: aspectos criminológicos y legales. Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, 2008).
Es llevado a cabo por los reclutadores, individuos con un perfil específico con experiencia en combate e imbuidos de un fuerte espíritu religioso.
Se les selecciona por su carisma y dotes de liderazgo, características idóneas para influir en otras personas a las que captar.
Influye notablemente la diferencia de edad al ser vistos con veneración y respeto por los jóvenes que aspiran a formar parte de la red fundamentalista.
Por ejemplo, el imam detenido en diciembre de 2020, en la localidad de Getafe, por adoctrinar para el ISIS usando las redes sociales.
Por lo tanto, conocen a fondo la Ley Islámica (que reinterpretan, según su conveniencia) pero su herramienta de captación más notable es la capacidad que tienen para detectar entre los jóvenes a quiénes pasen por una crisis de identidad: los más vulnerables son sus principales objetivos.
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