Hoy en día es una combinación de las tradiciones europeas con las costumbres de la cultura pop
En España era la Noche de Brujas que antecedía al Día de Todos los Santos (todos aquellos que carecen de día propio), desde siempre fiesta nacional, como en prácticamente todo el mundo latino. Pero la cultura pop norteamericana se impuso y ahora, para todo el mundo, es Halloween.
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Calabazas y disfraces: tradición del truco o trato
Las calabazas huecas en las que se moldean caras con velas dentro para hacerlas más macabras son típicas hoy en día en cualquier fiesta de Halloween pero no siempre fue así.
Originalmente eran remolachas o nabos pues era lo que más había en Inglaterra e Irlanda, de donde procede la tradición.
Una persona extraía el tubérculo y según su forma los hechiceros hacían un pronóstico sobre su futuro. Después se ahuecaba y se encendía una vela que se deposita en su interior todavía en la actualidad.
Cuando escasearon los repollos y las remolachas pero había excedente de calabazas, se comenzó a sustituir los nabos por estas hortalizas al ser más moldeables por su gran tamaño. Luego, ya en los Estados Unidos y Canadá, los inmigrantes irlandeses continuaron usando calabazas ya que había en abundancia en Norteamérica.
Se las conoce como “linternas de Jack” quién, según cuenta la leyenda, era un granjero irlandés tan tacaño que no le querían ni en el cielo ni en el infierno por lo que vagaba eternamente por la tierra con lo único que se llevó del inframundo: carbón.
Con este mineral encendía su linterna por las noches, llegando a un acuerdo con el mismísimo Diablo: iría casa por casa pidiendo el famoso “truco o trato”, maldiciendo a los que se negaran.
Las calabazas (y anteriormente los nabos u otros tubérculos) se colocaban en las casas para espantar a Jack y que así pasara de largo.
Con el tiempo, el truco o trato se ha mezclado con la costumbre de pedir dulces, pero en un principio eran los "souling" (pasteles del alma), panes de pequeño tamaño que se pedían en las fiestas celtas. A cambio, se les rezaba a los donantes una oración corta o un baile breve si lo preferían ya que a fin de cuentas se trataba de una fiesta.
En Norteamérica no se conocían los panes souling con lo que en Halloween se pedían frutas, nueces o dulces. Pero se mezcló lo de Jack (el de la linterna) con los dulces, surgiendo la costumbre contemporánea del “truco o trato” o “dulce o trato”: se entregan a los niños golosinas cuando llaman a tu puerta. Si no quieres que te hagan el “aterrador” truco, tienes que darles caramelos.
Los adultos acompañan a los niños no solo para protegerles sino también a los vecinos de ellos ya que si no les dan caramelos pudieran hacer una travesura como venganza, entiéndase algo divertido.
Los disfraces horripilantes y la decoración de las casas que recuerdan las películas de terror más famosas (también de fantasía o superhéroes) proceden de la ancestral tradición celta por la que se creía que los muertos visitaban a sus familias en estos días, pero había que recordarles que ya no eran de este mundo. Para ello, se ponían máscaras para que los espíritus no les reconocieran y regresaran así al “otro lado” al no encontrar a sus seres queridos. Si vagaban sin rumbo se "contactaba" con ellos para guiarles en su camino.
El origen celta de la fiesta
Los romanos conquistaron Britania en el siglo I y una de las primeras órdenes que dieron los césares a sus nuevos súbditos fue la erradicación de fiestas bárbaras que permitieran los sacrificios humanos, como el Samhain (“Fin del Verano” en la lengua gaélica). Era la celebración del final de la estación en la que los días largos y calurosos daban paso a los más cortos y fríos.
La fiesta de Samhain o Samaín se celebraba el primer día de noviembre, pero ya la víspera dejaban regalos a los espíritus de familiares que creían que les visitaban esa noche por lo que dejaban un fuego encendido y un asiento vacío para que descansaran.
Las hogueras servían también para ahuyentar a los espíritus malvados que pudieran dañar las cosechas. El fuego lo alimentaban con los huesos de animales que sacrificaban y que echaban a la leña ardiendo.
Se dice que en ocasiones también huesos humanos si las cosechas habían sido nefastas, creyendo sus hechiceros que se debía a que los dioses pedían mayores sacrificios.
En torno a esos fuegos bailaba toda la tribu con máscaras que en realidad eran cabezas de animales y de las cenizas los druidas creían ver el futuro.
Las autoridades romanas introdujeron la fiesta de la cosecha que, al coincidir en los mismos días que la fiesta celta, terminarían mezclándose.
En Escocia, las mujeres celtas colgaban sábanas mojadas al fuego para ver cómo serían sus futuros maridos mirando las figuras formadas por las manchas de humedad.
Debido a que durante esa noche del último día de octubre quedaba la puerta del inframundo abierta podían cruzarla espíritus maléficos, pero también hadas que eran buenas y bendecían el hogar.
Las tradiciones se mezclaron de igual modo en otros lugares como Irlanda, Inglaterra, el noroeste de Francia y Galicia. En esta última región la fiesta celta se conocía como “Samaín”.
En la Galicia celta se creía en la santa compaña que era una procesión de muertos con sus mortajas portando velas (o cirios). Si alguien tenía la desgracia de cruzarse con ellos significaba que moriría pronto.
El mes celta de samonios coincidía con el final de octubre a mediados de noviembre que deben su nombre a que eran el octavo y el noveno mes del calendario romano.
Después llegaron los cristianos.
Cuando los monjes hallaban lugares donde las creencias locales eran fuertes con lo que costaba trabajo difundir la doctrina cristiana, se llevaba a cabo una estrategia (y es algo que ha pasado a lo largo de toda la Historia de la Cristiandad): se asimilaban dichas costumbres. De este modo, los paganos no se veían obligados a dejar sus tradiciones, sino que las reinterpretaban, pero seguían celebrándolas con lo que el cristianismo se volvía más digerible.
De hecho, entre los siglos VIII y IX se cambió la fecha en la que se celebraba el Día de todos los Santos del 13 de mayo (festividad de los mártires) al uno de noviembre. Esta manobra permitió que muchos celtas se convirtieran al catolicismo ya que podían conservar su antigua tradición del Samhain.
Los tres días que duraba esta fiesta pagana se convirtieron en la Víspera y el Día de todos los Santos más el Día de los Difuntos.
¿Os gustaría saber algo más de esta celebración celta? Los españoles tenemos la oportunidad los últimos días de octubre, cuando la embajada de Irlanda en España organiza una muestra en el Mercado de la Paz de Madrid. Dura varios días en los que puede oirse música celta, saborear su cocina y oír sus leyendas o comprar algún libro sobre el tema.
El Haloween contemporáneo
Al coincidir con la víspera de todos los santos que en inglés se dice All Hallows' Evening se quedaría con su forma abreviada: Halloween. Esto sucedía en el siglo XVIII cuando surge el movimiento cultural conocido como Romanticismo, en contraposición al neoclasicismo de la época. El nuevo estilo cultural se expandió por toda Europa y América con gran éxito.
Los Estados Unidos son un crisol de culturas diversas que al mezclarse han dado lugar a versiones más actualizadas de sus viejas costumbres.
Los inmigrantes de la isla de Haití y los esclavos africanos aportarían el vudú y la creencia en la mala suerte si se te cruza un gato negro.
En realidad, la superstición en torno a los felinos procede de la Europa medieval y del tiempo de las brujas que se creía que tenían la cualidad de poder convertirse en gatos negros.
Con los embates de la peste negra, que diezmó a la población, el culto a todos los santos y el recuerdo de los muertos se generalizó.
Cuando los españoles y portugueses llegan a las Américas van con ellos todo ese bagaje de supercherías que se mezclarían con las creencias de los esclavos procedentes de África y la “santería” indígena. Ésta última era el legado de la religión de las tribus indias a las que se impuso el cristianismo: “camuflaban” a sus antiguos dioses como santos católicos para poder seguir adorándoles.
De la época del Romanticismo es la costumbre de contar historias de miedo en torno a una hoguera o chimenea. Recordemos que el fuego lo usaban ya los celtas para ahuyentar los malos espíritus y enfermedades.
En España ya existía una importante tradición de culto y temor a los espíritus lo que quedaría inmortalizado en el célebre cuento de terror “El Monte de las Ánimas”, del gran Gustavo Adolfo Bécquer que publicara en 1862. Este ilustre poeta y narrador español nada tuvo que envidiar a maestros del terror romántico como Edgar Allan Poe.
Todos los años, por estas fechas, se interpreta la obra de teatro “Don Juan Tenorio” (de José Zorrilla) en diferentes localidades de España. El personaje es conocido en todo el Mundo por “El burlador de Sevilla”, de Tirso de Molina, allá por el siglo XVII al que daría más fama Moliere un siglo después con su versión propia. También el inigualable Mozart con su ópera Don Giovanni y ya en el siglo XIX, en el contexto del Romántico, contribuirían a su fama mundial Lord Byron, Aleksandr Pushkin y por supuesto Zorrilla, siendo la obra de este último la más conocida.
El “Don Juan” es tradición en la festividad de todos los Santos porque el último acto de esta obra de teatro transcurre durante esa jornada.
En México pasó algo similar a lo que encontraron los romanos en Britania.
Cuando los españoles desembarcan se encuentran con las tribus mayas y sus costumbres que incluían sacrificios.
Las fiestas serían absorbidas por la religión cristiana de donde surgiría la simbiosis que es hoy la festividad mexicana, que también se celebra durante tres días: desde la víspera del 31 de octubre al Día de los Muertos del dos de noviembre. Éste último es el verdadero día grande en el que se organizan grandes desfiles y se lucen bellísimos maquillajes de calaveras.
Tan espectacular es la fiesta mexicana que la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Hasta la bolsita en la que los niños piden dulces se llama “calaverita”.
Si estás en España el Círculo de Bellas Artes de Madrid celebra el 31 de octubre la Noche de los Muertos, una magnífica fiesta que recrea el ambiente mexicano con actuaciones musicales en directo con lo que podrás bailar hasta que se desencajen tus huesos (nunca mejor dicho).
Regresando al siglo XIX, los emigrantes irlandeses que llegaron a los Estados Unidos y Canadá en la segunda mitad de esa centuria, debido a la gran hambruna en Irlanda, llevaron consigo sus tradiciones y una de ellas era la fiesta de Samhein que ya había evolucionado hacia Halloween.
Para los años 20, en EEUU ya se celebraban desfiles multitudinarios de Halloween, exportándola ya como tradición propia después de la Segunda Guerra Mundial a todos los países en los que los norteamericanos instalaron bases militares, en especial en Europa.
En los años 40 se prohibió repartir dulces en EEUU durante Halloween porque escaseaba el azúcar
Durante la posguerra, los europeos querían ser como sus benefactores que tanto éxito tenían en todo lo que hacían y que se habían impuesto tras la contienda mundial con lo que se copiaba todo lo que venía de los Estados Unidos.
En los años 60, cuando Europa vuelve a ser próspera, la cultura pop norteamericana estaba ya plenamente asentada y Halloween no escapó a esa tendencia. Fue en estos años cuando se produjo un episodio real que si bien no fue tan grave como trascendió sí dio lugar a historias de esas que se cuentan en torno a un fuego.
En 1964, en Long Island, Helen Pfeil, de 47 años, consideró que los niños que tocaban a su puerta en Halloween estaban demasiado creciditos para seguir jugando al truco o trato, o eso diría a la Policía cuando le detuvieron.
Harta de que se rieran de ella cogió una bolsa e introdujo galletas para perros y pastillas insecticidas antihormigas junto a enseres varios.
Afortunadamente ningún crío las probó, pero hubo quiénes se lo dijeron a sus padres que alertaron a la Policía la cual, siguiendo el rastro de los chavales y las casas por las que fueron, llegaron a la de Helen Pheil. El juez, considerando que Pfeil era un peligro para sus propios hijos, ordenó su internamiento en un hospital psiquiátrico un par de meses tras lo que quedó en libertad.
La tradición ha derivado hoy en día en reuniones de amigos o familiares que se cuentan historias como la anterior aunque exagerada al máximo para volverla espeluznante dando un susto al final tras el que reírse un rato.
Hay que ambientar la casa para que el recuerdo del Más Allá esté más presente y en eso los estadounidenses, como en casi todo, son los más espectaculares. Ya sabemos que les gusta hacer todo a lo grande y en Halloween no podía ser menos. Como tanto esfuerzo decorativo no puede quedar en el olvido se cuelgan fotos en las redes sociales para rememorar tan arduo trabajo.
No solo las viviendas se decoran, también los establecimientos comerciales, algunos muy logrados.
En ocasiones se exceden con el realismo porque puede provocar ataques de ansiedad, como simular un incendio con luces led en el interior de una casa dando lugar a la asistencia de los servicios de emergencias creyendo que es una urgencia real. O disfrazarse de loco que empuña una sierra eléctrica mientras arrastra trozos de falsos cuerpos humanos pero que parecen reales, dando lugar a episodios de infarto que a más de uno le ha costado visitar un centro de salud.
Los clásicos del terror
Los escritores del género de terror son los preferidos en Halloween, lógicamente, como ver películas de miedo. Juegan con nuestros temores e incluso aquello que vemos como normal y habitual en nuestras vidas, los maestros del género lo transforman en algo terrorífico.
En las zonas rurales de los Estados Unidos se colocaban espantapájaros en los campos de maíz para ahuyentar a las aves que se lo comen, lo que ya se hacía en Inglaterra siglos atrás después de cada simbra. De hecho, es común que la cabeza de un espantapájaros sea una calabaza con lo que algo tan práctico y común contiene todos los elementos para convertirse en aterrador durante Halloween.
Es lo que sucedió a mediados de los 80 con la película "Los Chicos del Maíz", la cual, a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno, casi 40 años, sigue helando la sangre.
Si os gusta la lectura es más recomendable que leáis el libro “En el umbral de la noche”, una colección de relatos cortos de Stephen King, siendo uno de ellos “Los chicos del Maíz”, en el que está inspirada la película que fue todo un éxito. El presupuesto del film fue de 800.000 dólares, pero recaudó casi 14,5 millones.
Ni que decir tiene que "El Exorcista" sigue siendo de lo mejor que se ha hecho nunca en cuanto a películas de terror, ahora rescatada la saga con motivo de su 50º aniversario, con la cinta "El Exorcista: Creyentes", de 2023.
La primera parte, la de 1973, fue tan impactante para el público de entonces que no pocos necesitaron atención médica al salir de la sala de cine después de verla. Incluso hoy sucede también, por ejemplo con las apariciones súbitas de la cara del demonio que posee a la niña en torno a la que tiene lugar la trama. Es una imagen que se te queda grabada cuando tan solo aparece durante un segundo un par de veces a lo largo de la película. Se trata de un efecto magistral que después sería muy copiado en el género como otros recursos del film.
Tan sofocante era la película y distinta a todo lo visto hasta ese momento que hubo países que no la permitieron en sus salas de cine hasta pasados un par de años, como sucedió con España, donde la censura franquista la prohibió.
La producción defendía el papel salvador de la Iglesia Católica frente a los ataques demoníacos (de hecho, los platós fueron bendecidos por un sacerdote durante el rodaje), pero los censores franquistas solo vieron una película soez.
Los extremistas cristianos amenazaron a la protagonista Linda Blair que dejó a todos boquiabiertos y aterrados con su increible actuación. Pero la famosa escena en la que mutila sus genitales con un crucifijo resultó inaceptable para los fanáticos religiosos.
La propia Linda se quejó años después de que le supuso un trauma ya que era una adolescente no preparara para hacer una película tan dura y sin nadie asesorándole. Por esta razón, en la película de 2023 se ofreció para acompañar a las chicas protagonistas y que así no experimenten la desolación que ella sufrió.
Warner se hizo de oro con la taquilla de El Exorcista, ganando 441 millones de dólares cuando "solo" costó doce millones. Y eso que en su estreno se eliminaron escenas que resultaban demasiado aterradoras como la de la poseída bajando apresuramente la escalera de casa "a cuatro patas" contorsionada de forma imposible y vomitando sangre al llegar al final.
El cine ha tenido mucho que ver en la propagación de Halloween por todo el Mundo ya que las películas estadounidenses son las de mayor audiencia desde hace décadas convirtiéndose en una herramienta propagandística perfecta para su estilo de vida.
El film que ayudó a difundir más el miedo asociado a estas fechas es la primera de la “saga Halloween”, de 1978, dirigida por John Carpenter y protagonizada por Jamie Lee Curtis.
La película tenía un bajo presupuesto de apenas 325.000 dólares y sin embargo recaudó más de 70 millones de dólares.
Sucedió que debido a su éxito se explotó hasta la saciedad con cinco partes más que si bien recuperaban el dinero invertido no llegarían a tener el éxito de la primera parte, lo mismo que le pasó a la saga “Viernes 13”, inspirada precisamente en Haloween (subgénero de asesino en serie enmascarado). Las máscaras de los criminales de estas películas son muy populares entre los disfraces.
La peli que conmemoraba el 20º aniversario de la primera parte de Halloween también fue un gran éxito, pero tras una segunda parte no tan bien recibida por el público vino un intento de recuperar la saga, que fue muy bien en taquilla, pero con una segunda parte no tan exitosa.
En 2018, se reinicia la saga de nuevo con enorme recaudación a escala mundial: más de
493 millones de dólares con un presupuesto total (las tres partes) de 60 millones. Estas cifras demuestran que el interés por Halloween nunca ha decaído. De hecho, son numerosas las películas similares que se han realizado, con mayor o menor fortuna.
Un detalle también cinematográfico, ya que estamos: olvidaros de ver luna llena en Halloween todos los años, como es costumbre en las películas, porque es un fenómeno muy raro que sucede cada 19 años. Tened en cuenta que el calendario lunar es diferente al solar con meses de tan solo 29 días con lo que para que coincida una luna llena con el 31 de octubre deben pasar muchos años entre una vez y otra.
En los años 80, Halloween ya estaba difundida por todo el mundo y desvirtuada puesto que se celebraba al estilo de los Estados Unidos.
Las historias de miedo que más conocíamos en España y el resto de Europa eran las de las películas de terror norteamericanas. Pero también las novelas más abominables eran escritas por autores americanos, como ya hemos indicado al referirnos a Stephen King, el maestro indiscutible del género, siendo “IT”, de 1986, uno de sus hitos. El disfraz del payaso asesino de dicha novela, Pennywise, es uno de los preferidos de Halloween.
De nuevo se recurre a un elemento que se supone es gracioso, que infunde felicidad y risas, como es un payaso, para darle la vuelta y convertirlo en un ser aterrador.
Conclusión: disfruta pero de forma comedida
Hemos visto los orígenes de Halloween y propuestas actuales para divertirte pero no a todos les gusta esta fiesta.
Hay quiénes no la soportan o les infunde terror a lo que los psicólogos han denominado “samhainophobia” (por el nombre celta de la fiesta).
En el Estado de Alabama se multa a quiénes tengan el “mal gusto” de disfrazarse de clérigos de cualquier religión por considerarlo una ofensa hacia los creyentes.
En la localidad de Belleville, en el Estado de Illinois, es ilegal que los adolescentes pidan caramelos en Halloween, pudiendo llegarles a sus padres multas de 500 dólares o más, porque se entiende que es una actividad más propia de niños inocentes que no molestarán al ir acompañados de adultos. En cambio, no se puede garantizar con los adolescentes que además no van supervisados por sus tutores o padres.
Un viaje en estas fechas es del todo recomendable (si la meteorología lo permite, claro). En España tienes multitud de parques de atracciones que se engalanan con decorados propios de Halloween, haciendo las delicias de niños y adultos.
Si quieres vivir el terror en persona también hay sitios turísticos que lo recrean de modo muy realista como la “Casa de los Horrores” en la localidad de Aranjuez. El lugar está preparado para que te puedas alojar y cenar con tus acompañantes (y desayunar), asistas a espectáculos o participes en cualquiera de sus atracciones.
No es recomendable que te vayas al cementerio y recrees la costumbre de Madagascar, en estas fechas, de abrir las tumbas para cambiarle a los muertos la ropa por prendas más limpias (con todos nuestros respetos hacia los habitantes de esa isla africana y sus tradiciones).
En definitiva, tienes licencia para aterrorizar pero con sentido común pues todos sabemos que límites no deben cruzarse: los de la ofensa, el odio y la falta de respeto.
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