No se recuerda un evento climatológico igual que haya generado tales desastres en Centroeuropa
El centro y noroeste de Europa se han visto gravemente afectados por inundaciones cuya magnitud no se recuerda. Los Países más perjudicados son Alemania, Bélgica, Austria, República Checa, Suiza, Luxemburgo, Países Bajos y Gran Bretaña, en especial los dos primeros con más de 200 muertes. En Bélgica el ejército fue movilizado para que colaborara en las tareas de salvamento y retirada de escombros.
Los simuladores climáticos avisan de lo que ha de venir
La canciller alemana, Angela Merkel, lo achaca al cambio climático y sus desastrosas consecuencias en los últimos años. Pudiera estar en lo cierto ya que los científicos tienen claro que la emisión de gases nocivos de los tubos de escape y la tala descontrolada de bosques están aumentando la temperatura de la atmósfera, lo que hace que retenga más humedad y por consiguiente llueve más.
Y no solo es que llueva sin más, es que diluvia. Los Gobiernos no pueden hacer oídos sordos a los pronósticos meteorológicos que en la actualidad cuentan con medios avanzados para prever catástrofes climáticas.
No son solo las inundaciones en Europa, también las inusitadas altísimas temperaturas en zonas en las que no es habitual, subiendo el termómetro hasta cinco grados con respecto a lo habitual. En Islandia, en verano, hace mucho frío a horas tardías pero la gente se está bañando por la noche al aire libre por primera vez desde que se recuerda (evidentemente hablamos como algo común, no esos tipos que se bañan en aguas congeladas como reto).
El problema estriba en que la mayoría de gobernantes continúan aduciendo que no tienen por qué suceder esas tragedias; consideran que no pueden elaborar políticas en base a probabilidades sino a certezas. Pero eso es una soberana estupidez porque precisamente los proyectos y empresas se mueven en base a previsiones futuras y tendencias actuales.
Si en el presente se observa que cada año se mantiene la climatología irregular o empeora, como viene sucediendo desde 2014, según los registros, y además los simuladores muestran un escenario nada favorecedor, creemos que es hora de reaccionar (si no es tarde ya).
Los simuladores utilizan los datos sobre la evolución del tiempo para predecir lo que sucederá en adelante; evidentemente no es cien por cien seguro, pero suelen acertar.
Ahora bien, si no se les hace el menor caso a las simulaciones y previsiones, puede llegar un momento en que el planeta esté tan contaminado y con tan alta temperatura que no haya punto de retorno. Eso significa que tendríamos que esperar a que la Tierra se “autosaneara” por su cuenta, lo cual no sería nada bueno ya que se traduciría en un drástico cambio climático.
Los que hayan visto la película “El Día de Mañana” recordarán la explicación que da el climatólogo Jack Hall, personaje interpretado por el actor Dennis Quaid, cuando le preguntan por lo que está sucediendo: una serie de eventos climáticos catastróficos por todo el Mundo.
Independientemente de la calidad del film, en lo que no vamos a entrar, el argumento de Jack Hall es certero, pero además posible: la fusión del hielo del Ártico depositando ingentes toneladas de hielo en el Atlántico Norte altera la corriente oceánica ya que entra en contacto con el agua más caliente de la superficie marina.
No es probable que se produzca un desastre tan descomunal a escala planetaria como en la película, de forma tan repentina pero tampoco nadie preveía que lo sucedido en Centroeuropa pudiera ocurrir con esa impactante magnitud .
Si la Corriente del Golfo (llamada así porque se origina en el Golfo de México) y del Atlántico Norte sufren drásticos cambios de temperatura irremediablemente afectarán al clima europeo y de Norteamérica, influenciadas por el Atlántico.
Las corrientes oceánicas mueven ingentes cantidades de agua por toda la Tierra lo que a su vez supone una enorme cantidad de energía térmica (el agua es mucho más densa que al aire por lo que transporta más calor).
Si la Corriente del Golfo transporta agua cálida hacia el norte donde el aire es más frío dará lugar a los famosos anticiclones o borrascas que vemos en las noticias del tiempo.
Si se producen alteraciones significativas del clima debido a la contaminación medioambiental que aumenta la temperatura y si además la corriente cálida del Golfo se está enfriando por el deshielo, la mayor humedad generada dará lugar a las abundantes lluvias tormentosas que se están viendo.
¿Pudo evitarse la catástrofe?
La tregua que las tormentas han dado se aprovechan para reforzar los diques y los canales además de reactivar los suministros de energía eléctrica y agua corriente, así como el transporte público y las redes telefónicas.
Sajonia, en la Alemania Oriental, también se ha visto seriamente afectada y se reportan inundaciones igualmente en el sur del País.
En el Este de Bélgica las líneas ferroviarias y carreteras están cortadas quedando muchas poblaciones sin suministro eléctrico.
El agua que cayó lo hizo en tal volumen que los ríos se desbordaron, como el Rin en Alemania o el Mosa en los Países Bajos, donde hubo que evacuar Venlo, una ciudad de más de 10.000 habitantes (y otras localidades en distintos Países).
Las autoridades locales quedaron desbordadas por lo rápido que crecieron las aguas; aún así consiguieron construir, contrarreloj, defensas con sacos de arena y diques reforzados que finalmente consiguieron frenar la inundación.
Alemania no recuerda un desastre natural de la envergadura del acaecido con las últimas lluvias. Las aguas de los ríos crecieron en tan solo minutos con lo que las inundaciones fueron repentinas sin que diera tiempo a protegerse de la fuerza arrolladora una vez desbordaron.
Sobre quiénes han tenido la culpa de lo sucedido, el Gobierno federal alemán aduce que los distritos locales no informaron de la situación en cada uno de ellos para tomar medidas. Los distritos, a su vez, descargan la responsabilidad en el Gobierno por no ser previsor. Sin embargo, el servicio meteorológico alemán sí avisó de posibles inundaciones extremas, aunque no imaginaban que caería tanta agua del cielo en tan poco tiempo.
La verdad es que no se esperaba un evento como el acaecido en Alemania y Países limítrofes, más propio de zonas tropicales. Que en un solo día caigan 155 litros por metro cuadrado es sencillamente abrumador. El promedio anual suele ser de 87 litros en todo el mes de julio; hablamos de casi el doble en solo un día. Fue lo que sucedió en la ciudad alemana de Colonia entre los días 15 y 16 de julio. El Rin se desbordó (y otros ríos de la región también), provocando corrimientos de tierra.
Son cientos los desaparecidos en la Renania. La localidad de Schuld, de apenas 700 habitantes, quedó literalmente arrasada. Repartidos entre los cuatro municipios que componen el distrito alemán de Ahrweiler cayeron un total de 207 litros en nueve horas.
Aparte del cambio climático, la acción del hombre alterando el curso de ríos contribuye a sucesos como el acaecido.
En las ciudades se construyen avenidas en lugares donde antes había ríos con canales no lo suficientemente profundos como para drenar de manera adecuada una subida repentina del nivel del agua. Un ejemplo es la ciudad alemana de Altenahr donde hicieron lo anterior pero el río ha vuelto a su cauce natural con la inundación anegando todo lo que se había construido.
La canciller Angela Merkel anunció que su Gobierno destinará 354 millones de euros en ayuda inmediata y otra partida mucho más amplia de varios miles de millones para la reparación posterior de viviendas y los destrozos urbanos que se hayan ocasionado, incluyendo los puentes destruidos.
A los comercios afectados tanto por las inundaciones como por el descenso de clientes debido a la pandemia les darán en torno a 10.000 euros a cada uno de ayuda inminente.
Lo que hace la Unión Europea
Como decíamos, los simuladores muestran situaciones futuras nada halagüeñas. Cierto que los meteorólogos reconocen que ni siquiera ellos esperaban unas lluvias de tal calibre con inundaciones de ese potencial devastador en Europa lo que preocupa aún más.
La presidenta de la Comisión Europea también acepta la hipótesis del cambio climático como la más probable para explicar lo sucedido en Centroeuropa, avisando de que las evidencias científicas no dejan lugar a dudas.
Ursula von der Meyen dice que de seguir contaminando al ritmo que lo hacemos, las inclemencias meteorológicas empeorarán. Es por lo que apuesta por implantar una economía limpia y sostenible.
Los Acuerdos de París de 2015 para frenar el deterioro medioambiental no son respetados y eso que la temperatura global ha subido en 1,2 °C en los últimos 150 años debido al incremento de las emisiones de anhídrido carbónico - CO2 -.
Si el Planeta se sobrecalienta demasiado nos encontraríamos en un probable punto de no retorno. A partir de ahí, solo cabría esperar el desastre, por mucho que intentáramos evitarlo puesto que, por inercia, la Tierra seguiría calentándose.
Una zona que sirve de referencia a los científicos para saber si hemos llegado o no al punto de no retorno es el Ártico.
Si la banquisa de hielo que puede verse incluso en verano desaparece pudiera ser un indicador de que hemos llegado a ese punto no deseado tras el que ya poco puede hacerse.
Alemania envió a la zona una expedición científica en el buque rompehielos Polarstern que durante más de un año ha recogido muestras y analizado la situación en la zona ártica.
Los resultados, dados a conocer recientemente en Berlín, son muy preocupantes con un claro retroceso de la banquisa de hielo.
Los Acuerdos de París los han ratificado 189 Países (la Unión Europea lo hizo en 2016) pero pocos aplican los compromisos adquiridos en las sucesivas reuniones en las que se aborda el deterioro climático. Por lo general, tan solo se muestran buenas intenciones para quedar bien pero en la práctica poco se hace.
Se da por hecho que la temperatura terrestre seguirá subiendo puesto que se ha dado margen para que así sea ya que la economía mundial se basa en el uso de combustibles fósiles contaminantes, pero se intenta limitar esa subida a menos de 1,5 grados con respecto a registros preindustriales. Es una meta difícil de cumplir puesto que los Países en desarrollo carecen de la tecnología que les permita pasarse a energías renovables.
La Unión Europea se ha propuesto reducir en más de la mitad los gases nocivos en la presente década con respecto a los niveles de los años 80.
En un principio se propuso una reducción del 40% pero ahora se ha alcanzado el compromiso del 55%.
Ahora bien, no se soluciona el problema con ambiciosas propuestas sino con políticas reales que no se están viendo.
En la actualidad, los Gobiernos de los Países más industrializados confían en su tecnología para resolver el problema sin necesidad de que su producción industrial disminuya. Pero no es una solución a corto plazo; seguir usando combustibles fósiles puede llevarnos a una catástrofe sin parangón en nuestro actual período geológico.
El calentamiento global en las últimas décadas es una realidad incuestionable y con ella la evaporación del agua de la superficie terrestre que se traslada a la atmósfera surgiendo más nubes que descargan toda esa agua en forma de tormentas (o nevadas intensas).
La Unión Europea cuenta con un Mecanismo de Protección Civil que ofrece una ayuda rápida y coordinada ante una catástrofe si afecta a varios Países de la Unión. Desde el Centro de Coordinación de la Repuesta a Emergencias se pondría en marcha la “Capacidad Europea de Respuesta a Emergencias”. Se trata de una reserva de voluntarios aportados por los Estados miembros de la Unión y otros seis Países europeos que no forman parte de la UE: Islandia, Noruega, Serbia, Macedonia del Norte, Montenegro y Turquía.
La Capacidad Europea de Respuesta ante emergencias incluye el Cuerpo Médico Europeo
Una de las funciones del Mecanismo de Protección Civil es mejorar la prevención de riesgos por parte de los Países miembros de la Unión, impulsando la formación al respecto e intercambiando conocimientos.
El presupuesto es de 1.263 millones de euros para los próximos seis años y aparte otros 2.056 millones para paliar los efectos de la COVID-19.
No solo actúa en Europa, también ofrece su ayuda en otras regiones del Mundo, como cuando desplazó efectivos humanos y técnicos a Mozambique con motivo del ciclón tropical “Idai” en 2019 o los de Latinoamérica o Asia. Igualmente, en los incendios forestales en Bolivia ese mismo año; también colaboraron en Beirut tras la terrible explosión en el puerto de la ciudad.
Colaboran también con la ONU además de instruir en protección de infraestructuras críticas, contando con equipos especializados en defensa NBQ ante posibles atentados terroristas.
Si se solicita la ayuda del Mecanismo de Protección Civil de la UE, ya sea por un Estado miembro ya por otro del exterior, la Comisión Europea costea el 75% de los costes de transporte y de los operativos que se desplieguen; el 25% restante corre a cargo del Estado u organización internacional solicitante.
Desde su fundación en 2001 han respondido a cientos de solicitudes, dentro y fuera de la UE (más de un centenar de actuaciones durante el momento álgido de la pandemia).
El Mecanismo de Protección Civil ha vuelto a demostrar su valía ayudando en las recientes inundaciones europeas. Ya tenían experiencia en ese tipo de catástrofes pues se movilizaron en las inundaciones acaecidas en Ucrania, Níger y Sudán.
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