¿Fueron más o menos impactantes que en las películas?
La franquicia “Expediente Warren” (o The Conjuring) prepara la que será su cuarta película, si no contamos los spin-offs como las dos de “La Monja” y la que transcurre en México – La llorona – junto a la famosa “Annabelle”.
El matrimonio Warren existió realmente. Investigaron casos espectaculares de sucesos paranormales con crímenes de por medio y por eso interesa a los criminólogos. Es el tema que abordamos en este post.
Las películas se han tomado licencias para causar más impacto en los espectadores porque de lo contrario serían comedias antes que filmes de terror. Lo veremos a continuación.
Como en el resto de nuestros artículos, tenéis un índice con lo que podréis ir directamente al epígrafe que os interese, sin necesidad de leer todo el post (pero sería de nuestro agrado).
Índice
La edad dorada de lo paranormal: los Poltergeist
La primera película de la saga, The Conjuring, estrenada en el año 2013, transcurre en una finca real a la que acudieron Ed y Lorraine Warren a petición de los dueños de la propiedad pero la casa no se parece nada a la verdadera. Sin embargo, sí respetan el año en el que sucedió: 1971.
La dirigió James Wan, productor ejecutivo de la franquicia quién también está detrás de otras aclamadas obras de miedo como “Saw” e “Insidious”, esta última protagonizada por el mismo actor que interpreta a Ed Warren (Patrick Wilson).
El espectador que no conociera a los Warren toma contacto por primera vez con Annabelle al explicarte, en la primera escena, de lo que es capaz la endemoniada muñeca.
Los Warren se lo cuentan a una audiencia entregada en el salón de actos de una Facultad puesto que daban charlas explicando sus sobrecogedores casos, lo que hacían en la realidad.
Tenéis que ver que se trata de la década de los 70. Es la época de los ilusionistas que asombraban a los televidentes con sus habilidades telepáticas, como el británico-israelí Uri Geller. Por cierto, este tipo, a sus 76 años, anda en la actualidad enfrascado en sus teorías conspiracionistas que expone en charlas y redes sociales.
En los 70 Geller iba de televisión en televisión mostrando sus proezas doblando cucharas con la mente y adivinando los pensamientos del presentador o del público del plató.
Hizo mucha pasta de ese modo. Así fue como impresionó al legendario presentador español José María Íñigo.
Sin embargo, no pudo colársela al famoso presentador de televisión Johnny Carson puesto que éste era un aficionado a la magia y se dio cuenta de la argucia de Geller.
Hasta que se dieron cuenta de que todo era puro ilusionismo, Geller asombraba a propios y extraños (no siempre como hemos visto), incluso altos mandos del Pentágono quedaron estupefactos con sus habilidades.
Harold Puthoff y Russell Targ, dos parapsicólogos que trabajaban para los militares buscando individuos que tuvieran poderes telepáticos y psicoquinéticos (mover objetos con la mente), confiaron en Geller que decía ser un enviado de los extraterrestres.
Una Agencia gubernamental decidió poner cordura en aquel loco plan del Departamento de Defensa que buscaba mentes prodigiosas (solo hallaron tipos raros) despidiendo a los dos responsables del programa.
En Europa, donde el espiritismo tuvo una legión de seguidores durante décadas, hoy en día es tratada como la ufología. Vamos que para la mayoría de europeos los hombrecillos verdes y los demonios de los Warren hay que meterlos en el mismo saco.
Lo mismo que ningún ufólogo ha podido comprobar la existencia de los extraterrestres, tampoco ningún/a médium ha podido demostrar fehacientemente que se comunique de verdad con el más allá ni que existan los demonios.
No son pocas las denuncias interpuestas ante Cuerpos de Seguridad que han investigado estafas e incluso delitos de sangre relacionados con supuestos videntes.
El insigne neurólogo español y premio Nobel Ramón y Cajal decía que se quedaba admirado por como los supuestos médiums conseguían que los asistentes a sus sesiones fueran tan ingenuos de creerse sus numeritos.
Ramón y Cajal acudió a varias sesiones de espiritismo comprobando que eran farsas bien urdidas
A Ramón y Cajal le apenaba como otros ilustres colegas, incluso premiados con los máximos galardones como él, creyeran en estas supercherías. Tal fue el caso de Charles Richet, el que comenzó a llamar a los fantasmas como “ectoplasmas”, por tal de darle una denominación científica.
Richet no era un cualquiera. Recibió el premio Nobel de Medicina en 1913 pero cuando intentó convencer a otros científicos de la veracidad de sus dones sobrenaturales, hizo el ridículo. Sin embargo, había sembrado las bases de la investigación psíquica, como se la conocía entonces, siendo el psicólogo Maximilian Dessoir el que le dio el nombre de “parapsicología”.
Algunas universidades comenzaron a prestarle atención e incluso dispusieron recursos e instalaciones para realizar experimentos como el que intentó demostrar la telepatía. Para ello usaban las cartas Zener con figuras que un individuo con supuestos dones telepáticos tenía que adivinar.
Nunca han podido demostrar nada paranormal y llevan más de un siglo con la tarea. Tanto es así que ya quedan muy pocas universidades que sigan concediéndoles medios.
El escapista Harry Houdini también persiguió a los impostores descubriendo sus trampas como hizo con el marqués de Santacara, el español Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio, que decía tener visión de rayos X. El aristócrata ganó mucho dinero haciéndoles creer a los que acudían a sus sesiones que podía ver lo que había encerrado en cajas metálicas, incluso con los ojos vendados, pero Houdini demostró que era un burdo truco.
Lo que hacen los ilusionistas es practicar tantas veces sus trucos que adquieren tal destreza que consiguen que no nos demos cuenta. Y con los espiritistas y médiums sucede algo similar. Nos hacen creer (si ya estamos predispuestos) que todo su “teatro” es real con golpes de efecto sobrecogedores que nos dan algún que otro repullo.
Surge el vocablo "poltergeist" (palabra compuesta de origen alemán que significa "fantasma que hace ruido") para referirse a todos esos fenómenos inexplicables de movimientos de objetos sin acción humana. Los parapsicólogos afirman que son los espíritus los que los mueven como también aseguraban los Warren.
Los Warren: Dios los cría y ellos se juntan
Ed y Lorraine Warren son interpretados por los actores Patrick Wilson y Vera Farmiga, que son geniales, lo que ayuda mucho a crear la atmósfera tenebrosa que se proponen con las producciones del Warrenverso. Se meten en el papel como los excelentes profesionales que son, incluso tienen cierto parecido con los verdaderos Warren.
A continuación, una escena de la primera parte de la saga. Como película de miedo resulta de lo mejor del género que se ha hecho en mucho tiempo y por ello muy recomendable.
En las películas, se nos muestra a una pareja que no duda en afirmar que la mayoría de los casos que investigan pueden explicarse de modo racional.
Los verdaderos Warren decían, en efecto, que la mayoría de las veces no había que recurrir a lo sobrenatural.
Lo que sucedió es que varias de las casas que investigaron en las que decían ver seres maléficos se demostró a posteriori que eran montajes. Tal vez no urdidos por ellos pero si fue así serían los primeros engañados.
Lorraine sobrevivió a su marido Ed trece años ya que él murió con 79 en 2006, un año después del estreno del remake de “Terror en Amityville” que debió traerles nefastos recuerdos (o tal vez les dio la risa al verla). Como veremos más adelante, el famoso caso paranormal sucedido en esta localidad fue un fraude.
Los últimos cinco años de Ed fueron una pesadilla como las que dijo investigar durante toda su vida solo que la suya, lamentablemente, fue real. Un ACV (Accidente Cerebro Vascular) le dejó sin poder hablar hasta su muerte.
Lorraine colaboró con las películas de “Expediente Warren” hasta su muerte en 2019, con 92 años.
El óbito se produjo en Viernes Santo y siendo como era católica muchos de sus acólitos lo vieron como una señal de santidad.
¿Eran realmente lo que decían? Casi nadie lo cree hoy en día, pero en su momento llegaron a tener multitud de seguidores y ganaron mucho dinero con sus historias de fantasmas, concediendo entrevistas a multitud de canales televisivos.
Ed Warren decía que ya de niño presenció fenómenos inexplicables, llamándole la atención que muchos se producían entre las dos y las tres de la madrugada. Por ejemplo, unas luces aparecían en su habitación con caras que le miraban fijamente.
Conoció a Lorraine cuando el país estaba enfrascado en la Segunda Guerra Mundial, siendo ellos unos adolescentes. Los dos eran de la misma edad (solo un año de diferencia) y de la misma localidad, Bridgeport, en el Estado de Connecticut.
Ed se alistó en el ejército para combatir a los japoneses en el Océano Pacífico cuando cumplió los 18, en 1944. A punto estuvo de morir porque sobrevivió al hundimiento de un buque en el que estaba enrolado. La experiencia le marcó, reanudando su relación con Lorraine dejándole embarazada. Pero él volvió al frente, regresando sano y a salvo.
Lorraine decía ser vidente, siendo su primera experiencia paranormal en el colegio católico en el que estudió de niña. Pudo darse cuenta de que veía una luz o aura en torno a las personas.
Ed se aficionó por la demonología leyendo de todo lo que caía en sus manos, pero se ganaba la vida pintando casas y paisajes al óleo. Las mansiones de sus cuadros decían sus propietarios que estaban encantadas lo que les flipaba a los dos, a quiénes todo eso de los fantasmas les interesaba.
Comenzaron a investigar juntos las casas que Ed pintaba fundando la NESPR (siglas en inglés de la Sociedad para la Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra) cuando solo tenían 25 o 26 años.
Ed comentaba que la Iglesia Católica le reconocía como demonólogo pues llegó a trabajar con sacerdotes con esos conocimientos tan oscuros, pero nunca mostró ninguna certificación al respecto. Es cuando comienzan a escribir sus libros con lo que aumentaron los ingresos familiares.
Cuando soltaban alguna de la suyas, a su alrededor se quedaban aterrorizados. Es lo que les sucede a los tres amigos que al comienzo de la primera de las películas de la saga les piden ayuda con Annabelle.
Los Warren les dicen que la muñeca es un medio para que un demonio que la ha poseído pueda moverse en nuestro mundo así que se la llevan y la encierran en un museo que tenían en su domicilio, donde guardaban bajo llave objetos maldecidos.
Como acabáis de comprobar, la verdadera muñeca Annabelle no da miedo ninguno. El director de la primera película de Expediente Warren la cambia por una de porcelana con un aspecto aterrador, ya que se trata de causar pánico, no risa.
¿En serio duermes en la misma casa con semejante almacén? Los Warren de verdad decían que era para asegurarse que estaban a buen recaudo.
Cuando les preguntó algún periodista por qué no destruían esos objetos malditos, respondían que no serviría de nada porque el demonio quedaría libre vagando por ahí. En cambio, estaba enlazado con aquello que había poseído con lo que era mejor encerrarlo y vigilarlo de cerca, pero sin tocarlo.
Los visitantes que han seguido acudiendo al museo de los Warren, previo pago ya que es una atracción turística, son advertidos de que no deben tocar nada.
Es como si te metes en el pasadizo del terror de cualquier feria: has pagado por la atracción y esperas que el ambiente acompañe para asustarte de verdad. Deseas ese tipo de adrenalina siempre y cuando sea en un entorno controlado, como con las “escape rooms” que se han puesto de moda dese hace algunos años.
El yerno de los Warren, Tony Spera, es el que recibía a los visitantes del museo el cual continúa en su casa, allá en Connecticut. Pero dese que murió Lorraine, hace cinco años, le están buscando un nuevo emplazamiento porque los vecinos se quejaron ya que llevan años sufriendo el trajín continuo de visitantes.
Spera pudo verse en un reality hace dos años muy criticado porque resultaba tan absurdo que más que aportar algo de credibilidad a lo paranormal, más bien lo deja en evidencia, o fue lo que sentenció la audiencia. Hubo expectación en los primeros días pero enseguida se desinfló.
Los de la Fundación "Legado Warren" tienen una web: "Fundación Warren Legacy para la Investigación de lo Paranormal", fundada por Lorraine hace diez años. Cuentan con el podcast "The Warren Files" y un canal de YouTube con el mismo nombre. En estos medios, Chris Mckinnell, hijo de Tony Spera y actual director (y co-fundador) de la Fundación, explica los casos en los que colaboró con sus abuelos.
Aceptan donaciones y venden merchandising (tazas, gorras, agendas, fundas para móvil, pañuelos, sudaderas, bolsos, etc.). Nada que decir al respecto pues las cofradías católicas y de otras religiones venden todo tipo de artículos de santos, vírgenes, crucifijos, supuestamente para sostener su obra. Es lo que también aseguran en su web los de la Fundación del Legado Warren, ayudando a quiénes sufren fenómenos paranormales. Allá cada cual con sus creencias.
Por cierto, se hizo viral el traslado de Annabelle de una vitrina a otra porque se suponía que no podía tocarse. Lo grabaron en vídeo asegurando que llamaron a un sacerdote para que echara agua bendita y todo. Un espectáculo puesto que hay toda una empresa comercial detrás dirigida por la familia.
En el museo del matrimonio de raritos (en la primera película de “Expediente Warren” les preguntan cómo les llaman y Lorraine responde: "raros"), también hay un ataúd de un vampiro de verdad, o eso aseguraban. Y un montón de trastos más que no puedes tocar ya que pudieras contaminarte de su maldad o eso te dicen.
El museo está en Monroe de Connecticut, una pequeña localidad, muy tranquila, de 19.000 habitantes, donde vivían los Warren, llenándose en Haloween de curiosos que quieren visitar el museo.
Pero, ¿y la hija de los Warren que sale en las películas? Porque sabemos de su marido y del hijo de ambos, involucrados en la empresa que mantiene vivo el recuerdo del matrimonio de demonólogos, pero nada de ella.
En la saga se nos da a entender que quién se queda a cargo de Judy, como se llama la hija de los Warren, es la abuela, Georgiana, porque los padres siempre estaban viajando.
Parece que en la vida real, Judy (78 años en la actualidad) mantuvo en secreto la extraña actividad de los padres para que no se burlaran de ella sus compañeros de clase siendo menor de edad. Lo cierto es que no tuvo claro a qué se dedicaban hasta llegar a la adolescencia como ella misma confesó en una entrevista. Hasta ese momeno, creyó que vivían de los cuadros que pintaba y vendía su padre.
Judy mantiene un perfil bajo con respecto a la actividad paranormal siendo su esposo e hijo los que se ocupan del legado de los Warren.
Los expedientes Warren más sobrecogedores y polémicos
Documentándonos un poco nos enteramos los profanos en la materia de casos como el de la Finca Myrtles, en el Estado de Lusiana, en la que se dice que una esclava negra fue maltratada por el propietario.
Ya fuera como venganza o para sustituir a la esposa del dueño de la propiedad de la que se dijo también que estaba enamorada Chloe, ésta envenenó a la dama de la casa y a sus dos hijas.
Desde 1950 comenzaron a registrarse fenómenos paranormales: cuando no es Chloe la que creen ver los huéspedes resulta ser la esposa asesinada, Sara Woodruff o alguna de sus hijas.
¿Sabéis lo que es hoy The Myrtles Plantation? Un lugar de hospedaje a 200 dólares la noche cuyo principal atractivo es que hay fantasmas. Van los amantes de lo sobrenatural esperando vivir alguna experiencia sobrecogedora.
Los Warren se llevaron de la plantación Myrtles un espejo del que se dice que aparecían huellas de manos, tal vez las de Sara Woodruff (a saber).
Vamos al primer caso de la saga cinematográfica. En “The Conjuring”, del universo Warren, el matrimonio de demonólogos, como a ellos les gustaba que les reconocieran, ayudan a la familia Perron.
Padre, madre y cinco hijas que sufren lo indecible como la muerte en extrañas circunstancias de su perro y ruidos cuyo origen desconocen u olores putrefactos inexplicables.
Los Warren descubren que una bruja llamada Bathsheba Sherman se ahorcó en un árbol de la finca en el siglo XIX después de asesinar a su hijo. Se encuentra en Rhode Island y fue adquirida en 2019 (seis años después de la película) por Jenn y Cory Heinzen que también investigan estos fenómenos. Les costó 439.000 dólares vendiéndola tres años después por 1.525.000 dólares, todo un negocio.
El precio por el que la compraron superó ampliamente lo que los anteriores dueños pedían por ella: 1,2 millones de dólares. Parece que la nueva dueña insistió en comprarla pagando bastante más. Tan segura estaba del negocio que tenía en mente aprovechando el éxito de las películas.
Jacqueline Nuñez,una promotora inmobiliaria y actual propietaria, tuvo que acordar con los anteriores dueños que la casa embrujada podría seguir siendo visitada por investigadores de lo paranormal que incluso puedan pernoctar. En definitiva, otro negocio de lo sobrenatural.
La hija mayor de los Perron, Andrea, dijo en una entrevista que llegaron a acostumbrase a las presencias fantasmales porque no eran dañinas, al menos no las primeras, pero decidieron recurrir a los Warren.
Parece que lo sucedido en realidad en aquella casa fue peor, lo que le confesó Andrea a la productora de la película. No incluyeron mucho de lo que les narró la “testigo”, tal vez porque la película sería demasiado larga o porque les pareciera una locura total.
Hay que aclarar que la casa que sale en la película no es la real sino decorados, de hecho, no se parecen nada.
La primera es la casa verdadera y la otra la que sale en el film. Aun así, la promotora que la compró organiza expediciones “caza fantasmas” durante el día y experiencias aterradoras como visitar las lápidas del cementerio particular de la vivienda con algún que otro efecto (una de las tumbas es de la bruja Bathsheba Sherman).
Ese, al menos, era su plan de negocio, inventándose la palabra “ghamping”, una mezcla de ghost (fantasma) y camping. Al año siguiente se dio cuenta de que no era tan sencillo.
Solicitaron permiso de acampada para quienes visiten la propiedad puesto que su terreno tiene una extensión de más de cuatro hectáreas, pero los vecinos de las fincas próximas se han quejado a las autoridades del tráfico excesivo.
Al no haber estacionamiento para todos en la finca dejan sus vehículos en el arcén a lo largo de la carretera.
Los turistas hacen muchas fotos que molestan a los vecinos que antes vivían tan tranquilos, dejan basura en sus acampadas que no recogen, pero la propietaria de la casa maldita dice que son curiosos, no sus clientes.
Acuden en grupos de tres o cuatro personas pagando 300-400 dólares por día lo que las autoridades locales no ven con malos ojos porque dejan dinero en los comercios de la zona ya que, en la “finca de los conjuros”, como la conocen, no ofrecen comidas.
La noche del cuatro al cinco de diciembre de 2023, el granero que se había acondicionado para ser usado como salón para eventos se incendió con el consiguiente gasto que ha supuesto reconstruirlo.
La secuela de The Conjuring es otro suceso espeluznante: el Caso Enfield, por el nombre de la localidad inglesa donde aconteció, en 1977.
De nuevo, una familia que se muda a una casa nueva, en esta ocasión sin figura paterna, siendo Peggy Hodgson, divorciada, la que lleva la casa con sus cuatro hijos.
Una de las niñas es la que primera experimenta los fenómenos: camas moviéndose bruscamente, muebles que hacían ruido o cuyas puertas se abrían y todo el pack fantasmagórico imaginable.
El evento llega a la prensa pues intervino la Policía (un agente aseguró ver moverse una silla sola). El diario Daily Mirror envía a dos reporteros para cubrir la noticia. Como fueron testigos de hechos inexplicables, colocan en portada la narración de su experiencia.
El Caso Enfield es el más documentado de la historia de la parapsicología
Finalmente, los Warren intervienen, dos años después de comenzar el fenómeno. En 1979 eran ya muy conocidos en medio Mundo.
Es una imagen muy conocida en la que se ve a Janet Hodgson, hija de Peggy, en el aire, diciendo quiénes lo vieron que levitaba, pero casi nadie se lo creyó pues pudo ser un simple salto.
Janet hablaba con voz aguda afirmando ser Bill Wilkins, anterior propietario de la vivienda, que murió en la sala de estar amen de un sinfin de fenómenos inexplicables.
Al final resultó que los chicos, Janet y sus hermanos, se quedaron con todos los investigadores haciéndoles creer que los Poltergeist eran reales. Claro que después dirían que lo hicieron para ver si les descubrían y por lo tanto para comprobar si eran buenos profesionales en los que confiar.
En la película de “Expediente Warren”, los propios Ed y Lorraine descubren la travesura, pero vuelven después a la casa porque algo les mosquea siendo cuando se desatan todos los espíritus inmundos del averno.
Debemos entender que son películas de miedo por lo que han de meter chicha para que el espectador no se duerma pero los Warren dirían en la vida real que, en efecto, en aquella casa pasó de todo lo inimaginable. Eso sí, cuando ya nadie podía documentarlo.
Un caso que contó con la Policía, prensa y varios investigadores de lo paranormal documentándolo todo, pero cuando los Warren dicen que sucedieron los verdaderos fenómenos fantasmagóricos nadie grabó nada.
Todos se habían marchado al creer que se trataba de una broma y justo después ocurren los acontecimientos.
La realidad es que los Warren no investigaron el Caso Enfield, sino que les cogió casualmente por Inglaterra donde, invitados por una cadena de televisión para entrevistarles, se acercaron a la vivienda por pura curiosidad. Después se diría que participaron activamente en la investigación, pero no fue así.
Los que sí estuvieron noche y día en la casa fueron Anita Gregory y John Beloff que no compartían las explicaciones de los Warren sobre lo que sucedió siendo quiénes realmente se percataron de que todo fue un montaje.
Beloff y Gregory formaban parte de la SPR (siglas en inglés de la Sociedad para la Investigación Psíquica). Una organización que llevaba investigando supuestos fenómenos sobrenaturales desde finales del siglo XIX, presumiendo de ser la primera de su categoría en el Mundo. Así que no iban a permitir que llegaran dos norteamericanos a decirles lo que sucedía en el Reino Unido de donde la sociedad es originaria.
Beloff había sido presidente de la SPR con lo que se tomaba muy en serio sus investigaciones siendo muy exhaustivo en cuanto al caso Enfield.
Los Warren llegaron, vieron, "se hicieron la foto" para dejar constancia de que habían estado y después solo quedaba afirmar que investigaron a fondo pero en privado, sin contar con la SPR.
En 1986, en Southington, en Connecticut (recordemos que ellos eran de dicho Estado), también una familia se vio sacudida por extraños fenómenos como volverse el agua que salía por los grifos de color rojo y platos que se caían o rompían sin acción humana. No hay problema porque los Warren acuden y sentencian diciendo que debido a que la vivienda había sido anteriormente una funeraria los muertos cuyas almas aún vagan por sus estancias están molestos.
Lorraine soltaría que los espíritus le confesaron que los antiguos propietarios de la casa tenían sexo con los cadáveres (necrofilia), mientras preparaban sus mortajas.
Los Warren gustaban de rodearse de periodistas o escritores afines a sus rituales. Alguno hubo que no terminaba de verlo como el que les acompañó a esa casa de Southington, quién dijo que las historias que contaba la familia no eran creíbles.
A los Warren las críticas les traían sin cuidado, todo lo contrario, ya que les proporcionaban más fama, por lo que continuaron con sus movidas.
Afirmaron ayudar a un hombre, Bill Ramsey, en 1987, en Londres, que mostraba un comportamiento licántropo (vamos, que se creía un hombre-lobo), mordiendo a todo el que se le ponía por delante. Parece que atacó a un agente de Policía. Éste y otros compañeros suyos dijeron que el sujeto tenía una fuerza sobrehumana siendo necesarios seis agentes para reducirle.
Los Warren, como no, dijeron que estaba poseído y con su particular forma de solucionar estos asuntos le exorcizaron. Ya está, problema resuelto.
Pero el caso que sacudió más a los Warren sucedió unos años antes ya que (como en otros) se demostró que fue un montaje cuando ellos defendían lo contrario. Vamos a verlo.
Amityville: el gran fiasco
La casa de Amityville, en el Estado de Nueva York, era el escenario de una serie de movidas paranormales que según contaron George y Kathy Lutz, sus propietarios a mediados de los 70, helaba la sangre del más lanzado. Pero los Warren no le tenían miedo a nada por lo que, ni cortos, ni perezosos, allá que fueron.
Los sucesos acontecieron en 1976. Dos años antes, en esa vivienda, Ronald DeFeo, (a) “Butch” (significa algo así como “macho”) asesinó a toda su familia - padres y cuatro hermanos -.
A la Policía les contó que unas voces le obligaron a hacerlo. Los DeFeo llevaban viviendo en esa casa desde 1965.
Después de varias sesiones de espiritismo y de realizar todo un reportaje foto y videográfico, en una de las imágenes se ve a un niño que Lorraine Warren aseguró (recordad que decía ser clarividente), que era uno de los hermanos de Ronald DeFeo.
En la visita de los Warren a la casa de Amityville, les acompañaron periodistas que dijeron no experimentar nada.
La familia Lutz la adquirió muy barata por lo que se decía de la casa que estaba maldita dándole aún más fama cuando menos de un mes después se marcharon como si les persiguiera el diablo, nunca mejor dicho.
Un libro de no ficción, “El Horror vuelve a Amityville”, se publica al año siguiente de los fenómenos Poltergeist, escrito por Jay Anson.
Un bestseller que vendió más de once millones de ejemplares y motivó la película homónima protagonizada por James Brolin (padre del famoso actor Josh Brolin).
La película también fue un gran éxito, como el libro.
En la segunda cinta del Warrenverso, la del Caso Einfeld, aparece en primera escena Lorraine "percibiendo" lo que sucedió en Amityville, experimentando ella misma el horror, mientras realizan una sesión de espiritismo.
La historia real es que el mencionado Ronald DeFeo, con 23 años, cogió un rifle de caza y asesinó, mientras dormían, a sus padres y hermanos.
Carecía de antecedentes, ni penales, ni de ninguna enfermedad mental, diciendo a los agentes de Policía que creía que había sido poseído.
El tiempo pasaba pero en el vecindario, lógicamente, no olvidaba lo sucedido por lo que la inmobiliaria no consigue vender la casa.
Le bajan mucho el precio y por fin, trece meses después del terrible crimen, una pareja, los Lutz, aprovechan el gran descuento y la adquieren trasladándose con sus tres hijos.
No podían creerlo porque la mansión era de más de 1.200 metros cuadrados por tan solo 80.000 dólares, una ganga (con piscina climatizada incluida).
A los pocos días de establecerse, comienza la pesadilla (o eso dijeron).
Los Lutz oyen voces, ruidos y descubren una habitación pintada de rojo en el sótano de la que desconocían su utilidad.
La vivienda, a pesar de la calefacción, siempre estaba helada y por las noches no conseguían dormir. El baño se les rompió saliendo un líquido pastoso del inodoro y de algunas paredes.
Lo que más miedo les dio fue que su hija pequeña, de tan solo cinco años, hablara animadamente con alguien sin que tuviera a nadie al lado.
Dijeron que recurrieron a un sacerdote que oyó una extraña voz diciéndole que se marcharan. Una investigación periodística desveló que el cura en cuestión o no oyó nada o no fue como decían los Lutz.
Comienza el "mosqueo". Palabra idónea por dos motivos: porque hubo desconfianza desde un principio sobre la veracidad de los hechos paranormales y porque uno de los fenómenos era que las moscas invadían habitaciones de la casa (el olor llegaba a ser insoportable).
Llegan los Warren y se les ocurre decir que aquello era poco menos que la puerta del infierno. Esto fue cuando los Lutz llevaban ya tres semanas fuera de la casa.
El asesino confeso DeFeo murió en 2021 en prisión pues había sido encerrado de por vida. La Fiscalía sostuvo que no estaba loco, sino que quería cobrar la póliza de seguro de los padres. Al matar también a los hermanos se quedaba con todo.
De hecho, el joven no lo confesó de primeras, sino que pidió ayuda diciendo que habían matado a su familia. Como su padre y el hermano de éste parecía que habían tenido cierta relación con la Mafia, se creyó en un primer momento que fue un ajuste de cuentas.
La Policía tardó poco en averiguar la verdad: había sido Ronald, quién era drogadicto, señalando a su padre como presunto maltratador.
Él siempre sostuvo su inocencia diciendo que fue una hermana suya la asesina: le mató en defensa propia (declaró en el interrogatorio).
Los Lutz contaron a la prensa todo tipo de fenómenos extraños, como despertarse todas las madrugadas a las 03:15 h., cuando DeFeo asesinó a su familia (un detalle que solo sabía la Policía) y visiones terroríficas.
Al poco tiempo se averiguó que el abogado defensor de Ronald DeFeo, un tal William Weber, vio una oportunidad de negocio.
En aquellos años se estrenaban películas de miedo de enorme éxito como “El Exorcista” o “La Profecía”. Por lo tanto, idearon un engaño entre todos lo que el propio Weber reconoció en 1988 en una entrevista de televisión.
El grupo de “espabilados” contrató a Jay Anson para escribir el libro. Era un reportero conocido de los Lutz creando entre los tres la empresa “Lutz-Anson Group”. Éstos no estaban dispuestos a que un criminal como DeFeo obtuviera beneficios de su obra por lo que entraron en conflicto con su abogado que fue quién ideó toda la trama.
Finalmente, se metieron en un juicio acusándose mutuamente.
Lo que Anson hizo fue basarse en el testimonio grabado de los Lutz porque éstos prefirieron no reunirse con él para relatarle los supuestos fenómenos que vivieron en la casa de Amityville. Pero uno de los hijos, Cristopher, diría tiempo después en un documental de televisión que lo que sus padres hablaron acerca de que Kathy, la madre, levitaba en la cama o de que veían cerdos con los ojos rojos no lo presenció nunca.
El propio Weber, el abogado, en pleno conflicto de intereses con los Lutz, también afirmó que esos fenómenos solo se comentaron tras la publicación del libro, no antes.
Los propietarios posteriores, los Cromarty, nunca reportaron ningún problema en la casa informando incluso de que las cerraduras y bisagras de puertas y ventanas eran viejas, cuando Anson en su libro dice que los Lutz tuvieron que cambiarlas porque salieron volando.
Los Cromarty no encontraron pruebas de nada extraño. Incluso demandaron a los Lutz porque sus historias dieron lugar a que acudieran multitud de curiosos a la casa con las consiguientes molestias.
El Ayuntamiento cambió el número del domicilio para despistar a los visitantes, pero no sirvió de nada porque daban con ella (lo único que hicieron fue cambiar el 112 por el 108 pero había ya muchas fotografías con lo que la identificaban enseguida).
Con respecto a la historia que se cuenta en la película original, la de 1979, sobre que la casa se erigió sobre un antiguo cementerio indio, la tribu que habitó esas tierras desde tiempos ancestrales lo desmintió.
Para el filme no escatimaron en medios, contratando a los actores del momento y para la banda sonora al tres veces nominado al Oscar Lalo Schifrin siendo el director nada menos que Stuart Rosenberg que en ese momento estaba en la cima de su carrera.
Tenéis un remake de 2005 de aquella peli del 79, protagonizada por Ryan Reynolds haciendo de George Lutz.
Parece que el equipo de rodaje comenzó su trabajo con un mal augurio: hallaron un cadáver en la playa cerca de donde grababan.
Para darle más credibilidad a la expresividad de los actores y actrices que interpretaban a la familia, se les despertaba a las 03:15 horas que es cuando DeFeo asesinó a su familia.
Los Lutz murieron en la primera década del siglo XXI: Kathy de un enfisema con tan solo 57 años y George dos años después, con 59, de un infarto en Las Vegas. Se habían divorciado en 1980 por sus continuas desavenencias según el hijo de Kathy, el mencionado Cristopher. Éste último diría tiempo después que tanto su madre como su padrastro les maltrataron en ocasiones.
Cristopher dirigió su ira sobre todo hacia George Lutz diciendo que era un tacaño. Los problemas estructurales de la casa pudieron ser debidos más a su escaso mantenimiento, al no querer George gastar dinero en ella, que a nada paranormal.
El caso es que los Warren investigaron lo sucedido en Amityville afirmando, como adelantamos antes, que estaba infectada de seres demoníacos. Qué cara debió quedarle al demonólogo Ed Warren cuando se enteró de que todo había sido un montaje de los Lutz con el abogado del asesino DeFeo y el escritor que colaboró con ellos.
De aquella casa los Warren se llevaron la mecedora en la que supuestamente se sentaba el asesino Ronald DeFeo para cavilar sus maldades. Está en el museo de lo oculto de la pareja que como dije antes aún puede visitarse.
Los Warren quedaron marcados por la bromita de los Lutz. Cuando éstos compran la vivienda dos años después de la masacre probablemente no imaginarían la rentabilidad que les proporcionaría. Participaron en infinidad de programas de televisión para hablar de su experiencia. Incluso se les sometió a un detector de mentiras en el famoso espacio matutino “Good Morning América”, superando la prueba: ¡no mentían!
Bueno, ya sabéis como son esos programas, antes y ahora, todo muy llamativo para despertar el interés de los espectadores.
Los expedientes Warren y su éxito cinematográfico
Tienen numerosos casos supuestamente reales para realizar otra película (que se cree estará para este año) y una serie incluso, de la que ya se habla, porque investigaron miles de apariciones fantasmales y demoníacas.
En la saga de películas, Amityville solo la vemos de pasada, tal vez porque Lorraine, que aún vivía cuando se estrenó la segunda parte (en la que hablan de aquella casa) no quiso que se incidiera en ella. Recordemos que fue un fraude y es probable que Lorraine prefiriera no tocar mucho el tema. De todos modos, ella y su marido mantuvieron siempre que la casa de Amityville albergaba demonios.
El resto de películas son spin-off de las principales como las dos de La Monja, en torno a una religiosa que se suicida en un convento de lo más tétrico, en la Rumanía de los años 50. Vamos que solo faltaba que apareciera Drácula en cualquier momento.
El Vaticano interviene mandando a un sacerdote que sabía lo que era estar poseído y a una monja que tiene visiones igual que Lorraine Warren y que curiosamente tiene la misma edad.
Llegas a pensar, como espectador, que es Lorraine de joven en el caso de que no sepas nada de su vida. Sin embargo, la historia que se nos narra en "La Monja" sucede en 1952, cuando Lorraine tiene 25 años igual que la prota de esta película, pero no son la misma persona. En cambio, se enfrentan al mismo demonio: Valak, un ser inmundo vestido de monja. Los Warren la verían por vez primera en el Caso Enfield que como dijimos antes sucedió en 1979 y por lo tanto, 27 años después de lo de Rumanía.
Repetimos, son películas de miedo, por lo que no podemos esperar que reflejen sucesos reales, aunque se inspiren en ellos. Lo que se espera de estos filmes no es ni más ni menos que puro entretenimiento ya que no son documentales. Si queremos conocer la historia real tras los Warren tenéis artículos como el que lees y reportajes en los que sí se enfoca la verdad de todo lo que les rodeó.
Las películas son ficción basada en hechos supuestamente reales, solo que adornadas de efectos espectaculares para hacerlas más entretenidas.
Es como “El Exorcista del Papa”, que dice también estar basada en la vida del famoso exorcista del Vaticano Gabriele Amorth. Os digo ya que los fenómenos prodigiosos que vemos en la película son de todo menos reales, pero queda bien decir que Amorth los vivió porque, a fin de cuentas, es un personaje que existió realmente y que además se dedicaba a expulsar demonios. O eso decía él, así que resulta perfecto para meterle todo tipo de efectos especiales y que cada cual crea lo que quiera pero el entretenimiento está asegurado, que es de lo que va el negocio del cine.
La actriz que interpreta a la monja buena que se enfrenta a la monja mala (Valak) es Taissa Farmiga, hermana de la actriz que hace de Lorraine Warren, Vera Farmiga. Se parecen tanto las dos hermanas y la monja tiene la misma edad que Lorraine además de tener visiones ambas que, como dijimos antes, llegas a creer que pudieran ser el mismo personaje.
Sabemos que los Warren se casaron siendo muy jóvenes, en cambio, la monja se llama Irene. Pero sí hay un nexo de unión con Lorraine: se enfrentan ambas al mismo enemigo solo que en épocas y lugares distintos.
Ahora bien, a diferencia de los otros expedientes Warren, no hubo nunca una monja que estuviera poseída y atormentara a otras monjas en ningún monasterio medio abandonado ni de Rumanía ni de Francia ni de ningún lugar. Lo de Francia lo decimos porque es donde transcurre la segunda batalla entre las dos monjas que representan al bien y al mal.
El demonio Valak tiene un símil con Volac, que en grimorios medievales se representa como un angelito a lomos de un dragón de dos cabezas.
Los grimorios eran libros de hechizos y brujería que pulularon por Europa (y parece que también hubo alguno en Asia) en la Edad Media y el Barroco.
Sus autores decían de ellos que eran antiquísimos y que durante mucho tiempo permanecieron perdidos porque eran libros malditos, pero no era sino un artificio para crear expectación.
Ya veis, esto de inventar historias de fantasmas y demonios viene de lejos.
En alguno de esos libros medievales se habla de Volac o “Valu” como un demonio muy poderoso con otros seres del inframundo bajo sus órdenes.
La verdadera Lorraine Warren nunca habló de haberse enfrentado a una monja sino a un demonio que iba con capucha y que se manifestaba como un remolino. A partir de aquí, como con todo lo demás relacionado con el matrimonio, los productores y directores de las películas se toman sus licencias para dar forma a todo ese universo de criaturas que podemos ver en la saga. Recordemos una vez más, es cine y por lo tanto entretenimiento.
Hicieron como con "La Llorona", otra película de la saga, pero desconectada de ella (solo tiene alguna débil referencia al Warrenverso) sobre el mito mexicano de una mujer abandonada por su marido.
La Llorona, en venganza, mató a sus hijos y se suicidó después vagando desde entonces como espíritu llorando por lo que hizo y la eterna condena que le supuso.
Los de “Expediente Warren” utilizaron el mito para crear una historia aterradora como hicieron con Valak, pero ninguno de los hechos que se narran en esas películas en torno a dichos personajes han sucedido.
El éxito ha sido abrumador. La película sobre el terrorífico cuento mexicano de la llorona, al que se le dio un presupuesto de nueve millones de dólares, consiguió una recaudación de 123 millones.
La primera, The Conjuring, con el caso de la familia Perron, costó 22 millones de dólares y recaudó 317 millones, el sueño de cualquier productor de cine.
La segundo dobló su presupuesto, la del Caso Enfield, con una recaudación similar: 310 millones de dólares.
La primera cinta sobre la muñeca Annabelle costó solo 6,5 millones de dólares, pero recaudó 256 millones, todo un gran éxito. Es por lo que gastaron más en la segunda parte, elevando su presupuesto a 15 millones: otro espectacular exitazo al recaudar 305 millones de dólares.
Los productores flipaban de tal modo que no dudaron en hacer una tercera parte. Es la que más presupuesto tiene, 27 millones, pero ya no consiguió tanta recaudación como la segunda, si bien continuó siendo impresionante: 231 millones de dólares.
Con respecto a La Monja, cuyo coste fue de 22 millones, solo en su estreno consiguió 131 millones de taquilla (365,6 millones en total). Así que repitieron la fórmula de darle más presupuesto a la segunda parte (38,5 millones) pero el estreno fue más comedido con 85,3 millones recaudados. Pasó como con Annabelle, a la que se le dio más dinero para la tercera parte, pero recaudó menos que la segunda sin dejar de ser un gran éxito. La explicación en ambos casos es que las historias que cuentan comienzan a resultar cansinas y demasiado fantasiosas por lo que o cambian o irá descendiendo su interés.
También ha sucedido con el tercer caso que investiga el matrimonio Warren, el de la película “Obligado por el Demonio”, que tuvo el mismo presupuesto del Caso Enfield (decidieron ser cautos) recaudando “tan solo” 200 millones. La que menos dinero ha obtenido en la taquilla y con diferencia, notando un clarísimo descenso en el interés de los espectadores. Y con todo sigue siendo un gran éxito pues multiplica por cinco lo invertido en su realización.
Es evidente que haya más o menos interés con el paso del tiempo, la fórmula funciona ya que ha recaudado más de 2.100 millones de dólares entre todas las películas de la saga de “Warren Files”.
“Obligado por el demonio” es la más loca de todas. En realidad más de lo mismo. Dirigida por Michael Chaves, en 2021, los sucesos que narra transcurrieron en 1981. Se le conoce también como el Caso Brookfield, localidad del Estado de Connecticut.
Cuando se juzgó al Diablo
El caso Brookfield es real, pero todo lo que se cuenta en la película sobre los fenómenos en torno a lo sucedido, evidentemente, son licencias de los guionistas y del director (y el productor James Wan).
También se le conoce como el caso de Arne Cheyenne Johnson, el individuo que mató a otro sujeto alegando que estaba poseído por el Diablo. Como fue "investigado" por los Warren y el juicio tuvo tanta repercusión mediática, el matrimonio acaba siendo conocido en todo el Mundo (ya eran bastante populares). Con este suceso, se despejaron las dudas sobre cómo llevaban a cabo su actividad.
Dos años atrás habían "resuelto" el Caso Enfield o eso dijeron puesto que ya hemos dicho en este post que en realidad solo hicieron acto de presencia y poco más. Pero sería con el expediente de Arne Cheyenne con el que se ganaron toda una legión de críticos y escépticos puesto que los dos tortolitos se columpiaron, sin cortarse un pelo.
Hablamos de palabras mayores ya que hubo un crimen, desde luego no provocado por ellos ni tuvieron nada que ver en el mismo pero les salpicó de algún modo.
Por enésima vez, una familia, los Glatzel, recurre a los Warren para que les ayude porque su hijo, David, de tan solo once años, se comporta como si estuviera endemoniado. Los Warren consiguen "exorcizarlo", pero el demonio se pasa al novio de la hermana del chaval, Arne Cheyenne Johnson, sin que nadie se percate, ni siquiera los Warren. De hecho, éstos, creyendo que habían solucionado el problema, se marchan.
Pocos días después, Arne mata a su casero, Alan Bono, de forma salvaje, alegando su abogado defensor que lo hizo enajenado porque un demonio que le poseía se lo ordenó.
Lo de que el demonio se pasó al novio de la hermana del chaval que primeramente estuvo poseído es lo que alegaron en el juicio así que imaginad la cara que se le quedó al juez, al jurado y a los presentes en la sala.
Tenéis un documental sobre el caso en Netflix: “Juicio al Diablo”. No tiene desperdicio, sobre todo cuando llegamos al momento en el que la defensa legal de Cheyenne Johnson usa el argumento de que su cliente había sido poseído cuando mató a su víctima. Os coloco el trailer:
En el docu vemos a David, el niño de la película que posee Satán (o a saber qué demonio porque al parecer hay muchos). Relata en primera persona su experiencia desde su perspectiva actual, con 54 años. Pero no creáis que dice que aquello fuera una broma pesada que acabara mal o algo similar, como sucedió con otros casos de los Warren, sino que se reafirma en que en su casa se producían fenómenos extraños. Y sigue sosteniendo que fue poseído por un demonio.
El testimonio de la novia del asesino Arne, la hermana del niño David, cuyo nombre es Debbie, fue que el dueño de la perrera en la que trabajaba cogió una borrachera de aúpa y se metió con los clientes de su propio negocio. Debbie intentó apaciguarle, pero era imposible agarrando bruscamente a una prima de solo nueve años de la dependienta.
Arne y Debbie eran novios. El primero había estado cuidando de David, el niño poseído y su cuñado.
Arne se encara con el dueño del establecimiento, que es también su casero, acabando por matarle. Le clavó una navaja en repetidas ocasiones hecho un energúmeno y gruñendo como un animal según el testimonio de su cuñada que lo presenció todo.
En el juicio, como decía, el abogado defensor alegó posesión diabólica. El juez, estupefacto (es probable que pensara: “¿de dónde ha salido este picapleitos?”), consideró el argumento como que no estaba respaldado por la ciencia empírica por lo que lo desestimó. Fue cuando la Defensa decide cambiar de estrategia y volver a la senda de la lógica aduciendo que su cliente actuó en legítima defensa.
Al acusado Arne Cheyenne Johnson le cayeron quince años de prisión, pero solo cumplió la tercera parte de la condena. Incluso participa en el documental de Netflix.
¿Qué sucedió realmente? ¿Se agarró Arne a la posesión para explicar su comportamiento criminal?
Salpicó a los Warren porque Arne fue testigo de como el matrimonio actuó con su pequeño cuañado, hablando de demonios y espíritus maléficos. ¿Se inventó Arne aquella historia para justificar el suceso puesto que tenía una base en la que apoyarse?
Lorraine Warren declaró a la prensa, en cuanto se supo lo que ocurrió en Brookfield, que Arne se había “infectado” de la presencia demoníaca que acechaba a la familia Glatzel.
La familia dijo después no querer saber nada de los Warren e incluso les denunciaron por violar su privacidad al publicarse un libro, “El Diablo en Connecticut", cuyo autor, Gerard Brittle, contó con el testimonio y colaboración de Lorraine Warren. El mayor de los hermanos diría que pretendían explotar lo que les sucedió.
Conclusiones
¿Fueron unos farsantes? Tal vez ellos se creían todo eso en lo que trabajaban o tal vez no, embaucando a personas que creían en lo sobrenatural o estaban predispuestos a ello.
Terminamos este paseo por la vida y casos más notorios de estos dos personajes polémicos que han vuelto a nuestras vidas gracias a las exitosas películas de “Expediente Warren”.
Concluir que como entretenimiento, son geniales y algunas dan miedo de verdad, con lo que las recomiendo a los amantes del género, pero dejadlo en eso, pura diversión.
No entréis en calibrar si pudo ser real o no lo que cuentan porque los guionistas y directores las adornan de mucha ficción para hacerlas más impactantes e interesantes, por lógica comercial.
Dicho lo anterior, esperaremos la cuarta parte de “The Conjuring” para ver si mejoran o empeoran las expectativas.
Habrá nuevas dosis de miedo pero de cine. Para el de verdad ya tenemos bastante con la realidad sin tener que recurrir a demonios infernales.
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