Guía para entender por qué y cómo se rodó la más espeluznante posesión diabólica
El film “El Exorcista”, dirigido por William Friedkin, continúa siendo la mejor película de terror de la Historia del Cine y la segunda más taquillera del género (solo superada por “Tiburón”).
Medio siglo después de su estreno, aún impactan algunas de sus icónicas escenas, incluso a los jóvenes de la generación actual, acostumbrada a los efectos especiales de la CGI.
Os vamos a guiar por una pesadilla real y ficticia: la de los sucesos que inspiraron la terrorífica historia, el accidentado rodaje y lo que supuso para la cultura pop occidental.
Sabremos qué fue de quiénes participaron en ese controvertido proyecto (os sorprenderá lo que les sucedió a más de uno/a) y cómo ha inspirado una nueva trilogía en 2023.
Vamos ya con la Guía más completa sobre El Exorcista. Recordad que podéis ir al epígrafe que os interese (en el índice siguiente) o leer el artículo entero.
Índice
Los números avalan el riesgo que corrieron
Las películas de terror más taquilleras de la Historia
TÍTULO | Recaudación total (en dólares) |
1. Tiburón | 1.451 millones |
2. El Exorcista | 1.363 millones |
3. El Sexto Sentido | 1.237 millones |
4. Soy Leyenda | 786 millones |
5. Tiburón 2 | 748 millones |
6. IT (2017) | 733 millones |
7. El silencio de los corderos | 607 millones |
8. Rocky Horror Picture Show | 527 millones |
9. Lo que la verdad esconde | 507 millones |
10. Crímenes del museo de cera | 473 millones |
En 1977, cuando se proyectó la segunda parte, El Exorcista: El Hereje, la primera parte ya había ganado 230 millones de dólares. Pero "Tiburón", de Steven Spielberg, estaba desplazando el recuerdo de aquella diabólica película. Sin embargo, el argumento satánico seguía estando de moda (siempre lo ha estado).
La "trilogía satánica", referente de todo lo que vino después con la misma temática, la conformaban "La semilla del Diablo", "El Exorcista" y "La Profecía", rodadas entre 1968 y 1976.
Tiburón, El Sexto Sentido e IT superaron en taquilla de estreno pero El Exorcista fue más impactante
El hecho de que la prohibieran en países de mayoría católica regidos por una dictadura como en la España de 1973, cuando se proyectó en casi todo el Mundo, motivó que más españoles quisieran verla.
La censura del régimen franquista, influida por la propia Iglesia, consideró la película demasiado soez para el público español al que trataban como a un niño al que hay que adoctrinar.
Muchos españoles se fueron a Perpiñán, en Francia, como hacían para ver películas eróticas, para poder ver también El Exorcista. Cuando regresaban y le contaban su experiencia a sus familias y colegas, todos quedaban impresionados.
A la productora le vino bien porque en esos países en los que se retrasó su proyección por problemas con sus respectivos Gobiernos acabarían aceptándola cuando cayeron los regímenes que les sostenían. Fue una segunda ola de éxito mundial en la que compitió con "Tiburón" de Steven Spielberg en dichos países.
En total, en los 50 años que cumplió El Exorcista en 2023 ha recaudado 1.363 millones de dólares, en sus diferentes proyecciones y por cesión de sus derechos artísticos (para televisión, de su banda sonora, etc.).
Un enorme impacto social
Se han rodado ya tantas películas de miedo, algunas verdaderamente espeluznantes, de esas con las que te cuesta dormir después que hoy en día El Exorcista no impacta demasiado.
Pero en 1973 el público no estaba acostumbrado ya que las películas de terror de la época hoy las calificaríamos de bochornosas o de que dan más risa que miedo, salvándose muy pocas.
El Mundo de hace 50 años era parecido al de hoy: guerras en diferentes lugares del planeta y dos bloques enfrentados (como en la actualidad). La Navidad era como ahora también: todo bondad, buen rollo, regalos y espectáculos para divertir a la familia.
La gente iba al teatro, a los musicales que hubiera en escena o al cine. Pero es en esto último donde había diferencias con respecto a lo que hoy estamos acostumbrados.
El público de los primeros años 70 tenían un concepto diferente del cine de terror ya que hasta ese momento giraba en torno a vampiros, hombres lobo, momias, extraterrestres o zombis.
En 1968 se proyectó Rosemary's Baby (La semilla del Diablo en España) que trata el tema satánico de modo tan natural que los espectadores podían sentirlo como creible, algo que les podía pasar a cualquiera de ellos: la protagonista vive en un edificio de apartamentos y es violada por Satanás pero estando drogada con lo que cree que es una pesadilla. Al poco se da cuenta que está embarazada del hijo del Diablo. Pero todo trancurre sin sobresaltos por lo que la película más que de miedo daba que pensar.
Con El Exorcista fue muy distinto, pero el público, antes de entrar en las salas de cine pensaban que verían algo similar a La Semilla del Diablo, o por lo menos con un corte parecido, sin repullos. Una película en la que el bien se enfrenta al mal y en la que solo queda ver hacia donde se inclina la balanza, sin esperar nada especial.
Estamos en el día después de la Navidad de 1973, 26 de diciembre. ¿Por qué no ir al cine a ver algo distinto a las empalagosas películas navideñas?
Probemos con "El Exorcista", de la que tantos hablan al estar basada en un bestseller de un par de años antes, del mismo nombre, traducido a ocho idiomas. Los trece millones de lectores que cosechó avisaban de que la ficción era impactante y tenían curiosidad por comprobar si eran capaces de llevarla a la pantalla o se ahorraban escenas, que era lo que imaginaban que sucedería.
Al salir de las salas de cine, las caras de la mayoría era de haber pasado un mal rato de verdad, con la cara blanca: los que no habían vomitado estaban mareados y el aire fresco del exterior del cine les sentía a gloria.
No es una exageración, sucedió realmente y hay constancia médica de ello: en el Hospital General de Cincinnati fueron ingresadas cuatro personas por brotes psicóticos tras ver la película.
Como los empresarios de salas de cine sabían que harían caja, la proyectaron durante meses contratando ambulancias (hubo ataques de epilepsia) y tenían dispuestas bolsas de plástico por si alguien "echaba la pota".
Y eso que se habían eliminado escenas tan terroríficas que prefirieron guardarlas en el cajón hasta una época posterior en la que la audiencia estuviera preparada para verlas.
Los realizadores sabían que iban a crear escuela y que tras su película las harían cada año más impactantes por aquello de la competencia (a ver quiénes la hacen más “gore”). Pero más aterradora era imposible.
Es por lo que tuvieron que esperar al año 2000 para que consideraran que el Mundo ya estaba preparada para ver aquellas escenas eliminadas proyectándose en las salas de cine “El Exorcista, El Montaje del Director” (The Exorcist - Director's Cut, en inglés).
Más de dos horas de terror en estado puro que la generación posterior a la que vio la primera versión recibió con admiración a pesar de que pensaban que ya lo habían visto todo. Y es que el director William Friedkin y el autor de la novela en la que se inspiró, William Peter Blatty (éste último también guionista y productor ejecutivo), tenían claro que no querían realizar la típica película de miedo absurdo con monstruos irreales sacados de la cultura popular.
Después de la mítica película que estamos analizando vendría la saga de Haloween y posteriormente ese recurso novedoso de parecer que se trata de imágenes reales grabadas con videocámara que inauguró “El proyecto de la bruja de Blair” además del subgénero del miedo psicológico, sin tantos efectos especiales.
Pero nada de eso se había hecho en 1973 cuando se estrenó El Exorcista, con lo que a Marcel Vercoutere y Marv Ystrom, responsables de los efectos visuales, se les encargó que se esmeraran con su trabajo.
La levitación de Regan sigue siendo uno de los mayores logros del cine porque debemos tener en cuenta que antes los efectos eespeciales eran artesanales, sin tanta CGI (Computer-generated imagery o Imágenes generadas por computadora) como ahora. Si bien no estaría mal recurrir a ella para modificar ciertos aspectos técnicos y así "actualizar" la película.
El vómito verde que lanza la niña poseída, Regan, resulta demasiado artificioso para los espectadores actuales y se ve que también para los críticos de la época porque no le nominaron para el óscar a los mejores efectos especiales (aunque todos daban por hecho que se lo darían).
Hay una anécdota graciosa con respecto al vómito de la Regan ya poseída, cuando se lo lanza a la cara a Karras, el cura que primero la examina.
Resulta que le dijeron al actor, Jason Miller (nominado al óscar a mejor actor de reparto), que le vomitaría en el pecho, pero por error le llegó a la cara.
Cuando el director vio la expresión de sorpresa y disgusto a partes iguales de Miller decide dejarla por lo natural que fue, dándole mayor credibilidad.
El vómito era un puré de guisantes tan repulsivo que Regan lo vomitó de verdad. Salvo ese detalle del vomitajo y si me apuráis cuando le gira la cabeza a Regan, por lo demás, la película continúa siendo impecable.
Ahora bien, en el 73, cuando no existía la tecnología del siglo XXI en la que las imágenes son tan nítidas que se notan mucho los efectos del cine pasado, por entonces sí que colaba e impresionaba.
Tú ves "El Señor de los Anillos", de 2001, una obra maestra de la ingeniería cinematográfica, con los aparatos de televisión actuales tan sofisticados y notas la computerización de algunas imágenes (lo superpuestas que están).
Imaginad una película que se hizo 28 años antes y aún así, consiguieron hacer un excelente trabajo.
El giro de 360 grados de la cabeza de Regan hizo que muchos espectadores perdieran el conocimiento por no esperar algo tan terrorífico.
Por otro lado, introducir una niña que bien pudiera ser nuestra hija o personas normales como las que nosotros mismos podamos conocer, acabó siendo cercano y creíble y, por eso mismo, sobrecogedor. Es un recurso copiado de "La Semilla del Diablo".
En los años 70 se cuestionaba la fe cristiana (en sus distintas corrientes) como no había sucedido hasta el momento, otra de las claves del éxito de la película: ver a dos sacerdotes católicos enfrentarse a una joven que está endemoniada soltando obscenidades nunca se había visto.
Es paradójico que en los tiempos actuales las Iglesias cristianas recurran a la figura del exorcista como un recurso para mantener la fe y, en cambio, en los años 70 se vio como todo lo contrario por parte de la comunidad católica. Creían que ridiculizaba a la Iglesia con supercherías. De hecho, hasta ese momento, eran los pastores protestantes, sobre todo los de la Iglesia Evangélica, la corriente más numerosa después de la Católica, los que realizaban exorcismos (los luteranos no pierden el tiempo con estas historias).
A las corrientes protestantes no les gustó nada "El Exorcista" porque convertían a los católicos en adalides de la lucha contra el Demonio dejando a otras corrientes cristianas fuera de ese combate. Incluso calificaron a Linda Blair y a sus padres como emisarios de los satanistas ante lo que necesitó escolta policial por el acoso que sufrió.
Pero Blatty era católico y tras la muerte de su madre se replanteó su fe por lo que escribió la novela como una historia de personas cuyas creencias se tambalean hasta que sucede algo que les devuelve la esperanza.
En España se estrenó en 1975, como adelantamos en el epígrafe anterior, dos años después que en EEUU y un año después que en el resto del Mundo, salvo algunos países.
La Warner pagaba páginas completas de los principales periódicos españoles para promocionar la película. Pero ya no había el “encanto” de esa premier en la que salen a relucir detalles que ayudan a promocionar por la curiosidad que despiertan, como el pique entre el director de la película, William Friedkin (Bill para los amigos) y el otro William, el autor y productor ejecutivo del film, Peter Blatty.
Para la Warner, el tirón de 1973 ya pasó, pero se encontraron con que países que la prohibieron entonces, unos años después la proyectaban. Podían hacer aún más dinero, volviendo a difundir datos sobre el complicado rodaje y otros detalles curiosos.
Fue cuando se supo en España que en realidad el autor de la novela en la que se inspira la película escribía comedias, no libros de terror. Pero debido a que no le iba bien se decide por una historia distinta y aterradora.
La transformación de una encantadora chica en la pubertad, una niña casi, en un monstruo abominable resultó tan sobrecogedora durante la etapa de la transición española a la democracia que muchos padres sintieron verdadero pánico. Tengamos en cuenta que España salía de una larga etapa de adoctrinamiento ultracatólico.
La nota media que recibe la película es la de NOTABLE
No llega a SOBRESALIENTE actualmente porque se han hecho ya tantas películas, y las más modernas con efectos especiales tan realistas, que se queda por detrás debido a los años que arrastra. Tengamos en cuenta que los medios técnicos de los años 70 no son los de la época actual y aun así continúa dando pavor.
La Productora no confiaba en el éxito de la película
La Warner Communications no confiaba que El Exorcista llegara a triunfar. Sus directivos tenían muchas dudas. Si llevaron a cabo el proyecto fue por la insistencia de Blatty quién había ganado mucho dinero con su novela y metió parte de ese capital en la película como productor ejecutivo.
La secuencia inicial de la excavación en Iraq se rodó en ese país en verdad para lo que fue necesario un permiso especial expedido por el partido Baaz cuando gobernaba Ahmed Hasán al Bakr, antecesor de Sadam Hussein. Por entonces, Iraq no tenía relaciones diplomáticas con los Estados Unidos ya que se alineaba con el bloque soviético durante la Guerra Fría.
La compañía cinematográfica, con sus distintos propietarios anteriores, ya tenía experiencia en experimentos en los que pocos creían como la primera película sonora, el “Cantor de Jazz”, en 1927, cuando nadie daba un centavo por el cine sonoro. Fueron también los primeros en hacer películas en color (antes eran todas en blanco y negro) y los que antes que otros estudios se atrevieron con el cine de suspense y terror, allá por los años 30.
En los años 40 y 50, salvo algunos éxitos contados, aunque importantes, la compañía no es que fuera de las más boyantes. Tanto es así que Jack Warner, el dueño, vendió su parte a Seven Arts Productions por tan solo 32 millones de dólares en 1967. Éstos últimos estaban asociados con la Hammer, una productora especializada en películas de terror. Pero fueron los filmes de esta compañía los que le dieron la categoría de serie B a las películas de miedo.
Cuando Blatty llega con su proyecto bajo el brazo, la productora no ve con buenos ojos destinarle tanto dinero ya que lo normal en las películas del género era un presupuesto bajo.
El caso es que, una vez se terminó el accidentade rodaje de El Exorcista, que duró un año, lo que no era habitual en cintas de terror, la Warner la proyectó en tan solo 24 salas de cine distribuidas por el País para comprobar la reacción del público.
Llegan noticias reportando desmayos en los cines por lo que la productora lanza el film a toda caña, con una promoción impresionante aprovechando el impacto que causaba. Y también usó el polémico debate que suscitó, tanto entre los críticos como entre las autoridades eclesiásticas que se dividían entre animar a ver la película o prohibirla entre sus fieles.
No hay mejor promoción para un producto que prohibirlo al público
Hubo un par de asuntos en lo que sí se pusieron de acuerdo Peter Blatty y el director Friedkin, que tantas discusiones tuvieron: El Exorcista–El hereje (secuela de 1977) es una bazofia intragable que le hizo un flaco favor a la franquicia. Para ellos, el principal problema fue el enfoque dado por el director John Boorman, que era cristiano-protestante.
Volvieron a juntarse Friedkin y Blatty para la demanda contra la Warner que presentaron los dos porque consideraban que no se les había dado el dinero que les correspondía por el porcentaje de la recaudación que pactaron en su momento. La película es la segunda más taquillera de la Historia en el género de terror.
Una argucia para promocionar la película fue decir que se habían producido varias tragedias durante el rodaje, como dando a entender que había quedado maldecido.
La táctica se utilizó para la versión del montaje del director, que como adelantábamos antes se proyectó en el año 2000. Acordaos que se eliminaron escenas demasiado sobrecogedoras que no se atrevieron a incluir en el montaje definitivo de 1973. Pero Blatty casi estropea la estratagema comercial diciendo que en realidad nunca hubo esos sucesos de los que se habló.
Y es que al atractivo de las escenas nuevas que prometían ser impactantes y que ciertamente lo fueron (como la de la escalera bajando Regan y vomitando sangre), se añadieron las historias sobre esa posible maldición que se difundieron en los foros de Internet, un recurso nuevo que no existía 27 años antes cuando se estrenó.
Una pega que puso la productora antes de iniciar el rodaje fue que los actores que habían propuesto no eran los que finalmente actuaron. Creyeron que ya que se gastaban tanta pasta lo suyo era contratar a los más populares, pero ni Blatty ni Friedkin estaban de acuerdo. Y eso que en el elenco estaban Ellen Burstyn y Max von Sydow.
Elenco de El Exorcista y cómo les fue después
El rostro fantasmagórico del demonio “Pazuzu” que podemos ver momentáneamente en la película en varias ocasiones, apenas un segundo, pero que se te queda grabado, no es de un hombre sino de una mujer, la actriz Eileen Dietz.
Era conocida entonces por su trabajo en televisión. Pero como solo sale durante un instante y caracterizada, no figuraba en los registros finales de la versión de 1973, sí en cambio en la del año 2000, cuando se volvió a proyectar con escenas inéditas.
La actriz Ellen Burstyn, que interpreta el papel de Chris MacNeil, diría después que nadie del equipo de rodaje imaginó que el film acabaría siendo tan espeluznante. Burstyn tenía 39 años cuando rodó El Exorcista y llevaba 15 actuando en cine y televisión.
Había sido nominada a un óscar por su participación en la película “The Last Picture Show” (La Última Película), del director Peter Bogdanovich.
Su apellido lo adoptó del también actor Neil Burstyn, con el que llevaba casada ocho años cuando rodó El Exorcista y con el que tuvo múltiples problemas, por la esquizofrenia de él.
De hecho, fue en 1972, durante el rodaje, cuando Ellen decide divorciarse con lo que el papel que hace en la trama de actriz de éxito divorciada y con problemas con su ex-pareja, con una hija en común (Regan), se corresponde con lo que le sucedía en ese momento en su vida real ya que ella también tenía un hijo.
Por su parte, Max von Sidow tenía 43 años cuando rodó El Exorcista, solo que se le caracterizó para que pareciera un anciano maltrecho como era el padre Merrin, al que interpreta. Podía haber hecho el papel del padre Karras, ya que no era tan mayor, pero lo cierto es que ya no nos imaginamos a Merrin que no sea otro que Von Sidow como tampoco otro Damien Karras que no fuera el actor Jason Miller.
Miller venía del teatro y tenía 33 años durante el rodaje, pero fue todo un acierto porque se convirtió en un icono en el que se reflejaron los curas jóvenes del momento: un tipo atractivo, con una visión moderna y liberal de la vida y la religión, pero no dejando de lado sus creencias sino buscando el modo de sostenerlas mediante la ciencia.
Si Jason Miller no hubiera aceptado el papel, se lo habrían ofrecido a Jack Nicholson. No sé tú, pero yo no termino de imaginármelo.
A la Warner ninguno de esos actores le impresionaba y ya no digamos nada Linda Blair, que solo había hecho televisión y demasiado joven. Ni siquiera el que Von Sidow hubiera sido condecorado por los reyes de Suecia, lo cual vende mucho en los Estados Unidos donde la monarquía se ve como un cuento de hadas.
Von Sidow era actor desde los 20 años y en los 50 trabajó a menudo con el insigne director sueco Ingmar Bergman, lo que le supuso que se interesaran por el actor en Hollywood, donde le ofrecieron ser el villano Doctor No, en la primera película de la saga de James Bond, de 1961.
El gran éxito internacional de Max Von Sidow fue su interpretación de Jesús en “La más grande historia jamás contada”, del director George Stevens.
Cuando le llamaron para el papel del padre Lankester Merrin, ya había trabajado con los grandes como John Houston, George Roy Hill (el director de moda en ese momento). Así que considerar a estos grandes actores como no demasiado importantes fue colarse un poco.
A mediados de los años 60 jamás hubiera pensado William Peter Blatty que una década después trabajaría en algo tan terrorífico porque no le pegaba nada. Era considerado un humorista, siendo alabados sus chistes por el New York Times.
Blatty trabajó como guionista escribiendo el libreto de la segunda parte de la saga de La Pantera Rosa titulada “El nuevo caso del inspector Clouseau”. Pero se quedó unos años después en paro así que retomó un estudio de cuando estuvo en la universidad sobre el caso de un chico poseído que tanto le llamó la atención (a él y a media ciudad).
En la película, inspirada en la historia sobre la que Blatty se documentó de los años 40, el sacerdote amigo de Chris al que ella pregunta por el padre Karras (uno de los dos exorcistas), era un cura de verdad con el que se contó para el rodaje, otro William pero de apellido O'Malley. Era amigo de William Peter Blatty a quién la Warner le compró los derechos para llevarla al cine por 641.000 dólares, recomendando Blatty a O'Malley como asesor y actor.
Al padre O'Malley le escogieron porque podía asesorar en materia religiosa pero también actuar ya que dirigía el departamento de teatro del instituto en el que impartía clases desde hacía siete años cuando se rodó la película.
Interpreta al padre Joseph Dyer, un profesor jesuita de 41 años, amigo íntimo de Karras y todo un fiestero que se codea con la flor y nata de Washington por lo que se le invita a la fiesta que organiza la actriz Chris MacNeil en su casa. Dyer le explica a Chris que Karras ha perdido a su madre hacía poco, al morir sola en su casa, lo cual le amargó profundamente.
El verdadero O'Malley daba clases en el instituto de educación secundaria McQuaid, de la orden jesuita donde impartía clases de lengua inglesa, latín y teología. Se convirtió en toda una celebridad por su papel en El Exorcista, para lo que se pidió una excedencia de un par de años, aportando el toque modernista de los curas cuarentones de la época (ni demasiado jóvenes y maleables ni demasiado veteranos y conservadores). Le invitaban a cadenas de televisión para participar en programas donde se hablaba de asuntos religiosos de forma distendida.
Fue acusado de abusar de alumnos lo que no pudo demostrarse. Él lo negó siempre, de hecho, escribió numerosos libros sobre la espiritualidad católica dirigida a los jóvenes.
Los tres sujetos que le denunciaron, en 2019, cuando tenía 88 años, demandaron también a otros ocho clérigos católicos de abusar de ellos cuando eran alumnos del instituto en el que trabajó O'Malley, a mediados de los 80. Curiosamente, tras aquellos presuntos abusos, el sacerdote se trasladó a la Escuela Preparatoria Fordham en el Bronx, también de la orden jesuita, donde trabajó 26 años.
También fue Blatty quién recomendó a Friedkin a la Warner como director, pero a punto estuvo de arrepentirse al comprobar que discutían por todo. No obstante, le mantuvo al frente porque se dio cuenta de que William Friedkin solo quería lo mejor para la película y que fuera lo más creíble que la técnica de entonces se lo permitiera.
La primera propuesta de la Warner fue Stanley Kubrick, pero como éste quiso cambiar el guion casi por entero Blatty le desechó. Pensó entonces en Friedkin quién había recibido recientemente un gran reconocimiento por su película “The French Connection”, premiada con cinco óscar.
El problema es que Friedkin era un judío bastante laico que quiso desproveer a la película de su bagaje cristiano lo que Blatty no aceptó, pero al final se pusieron de acuerdo en llegar a un término medio.
Fue acertado ese debate para que no pareciera una película doctrinal llegando a un equilibrio entre la enseñanza moral y el entretenimiento.
Después de la película, sí que le interesó bastante a Friedkin todo lo relacionado con las posesiones diabólicas y el satanismo.
Los dos William, el guionista Peter Blatty y el director Friedkin, discutieron mucho durante el rodaje porque el primero se quejaba de los fragmentos que el segundo eliminaba del guion mientras a Friedkin le hacían lo mismo los productores.
Como Blatty era católico, formado en un centro universitario jesuita, consideraba importante que tuvieran a la jerarquía católica estadounidense de su lado, pero a William Friedkin esto no le importaba tanto, porque era judío.
Friedkin acaba entendiendo que será beneficioso para la promoción de la película tener a la Iglesia de su lado, así que les “venden” que la película pretende que el público recupere la fe.
Acaban poniéndose de acuerdo ambos Williams, con muchas dificultades, y sacan adelante un gran proyecto que sigue siendo una de las mejores películas de terror de la Historia.
Hubo otro cura, Thomas Bermingham, que también actuó: es el veterano sacerdote con el que habla el padre Karras para desahogarse y quién le recomienda al arzobispo el exorcismo.
Blatty le conocía porque le ayudó con la novela. Friedkin le llegó a pedir que exorcizara el estudio, pero probablemente bromeaba.
Peter Blatty cambió mucho a raiz de la muerte de su hijo Peter. Había estudiado en una escuela del Opus Dei teniendo un futuro prometedor pero murió con tan solo 19 años por una enfermedad natural aunque antes había estado desintoxicándose de las drogas.
Blatty pasó de su moderación religiosa a convertirse en un convencido ultracatólico. Era como si intentara no perder la fe potenciando sus creencias o sintiendo la necesidad de que hubiera algo más allá de la vida que justificara la muerte de su hijo, en 2006.
Blatty se manifestó públicamente contra el aborto que consideraba una práctica demoníaca
En 2012 recogió cientos de firmas (sobre todo ex-alumnos y profesores) para que se le retirara a la Universidad Georgetown, en la que estudió con beca, su carácter de Universidad Católica. Consideraba que se estaba secularizando demasiado. Y eso que el centro uiversitario colaboró con la película con extras para la escena en la que Christie, la madre de Regan, rueda en el campus como si fuera una profesora sindicalista (recordemos que en la trama, la madre de la chica poseída es una actriz de éxito).
Vamos con más miembros del elenco de actores y técnicos.
Con respecto a la voz gutural demoníaca de Regan, cuando ya está poseída, se intentó que ella misma la practicara, pero no hubo éxito porque no conseguía el timbre que la hiciera verdaderamente espeluznante. Así que se lo encargan a la acriz Mercedes McCambrige que consiguió una voz que no parecía ni de hombre ni de mujer, incluso era capaz de emitir varios sonidos a la vez. Parecían tétricos silbidos de quién parece que le cuesta respirar. Los técnicos de sonido hicieron el resto mezclando lo conseguido por McCambrige con sonidos de animales y objetos. El resultado seguía sin ser el deseado.
Es algo que no gustaba a Mercedes, una veterana actriz de 56 años que había conocido mejores momentos. Le llamaban cariñosamente Mercy, contando en su palmarés con un óscar por su excelente papel como actriz secundaria en “El Político”, de 1949.
Su adiestramiento con la voz le venía de su época radiofónica, en los años 40, previa a su etapa como actriz de cine y televisión. Los años 50 fueron su edad dorada, siendo nominada a otro óscar por su papel secundario en “Gigante”, de 1956. Así que tenemos a una grande a la que no se trató como se debía puesto que incluso se le retiró de los créditos finales de la película, por lo que ella batalló en los juzgados. Y es que preparó concienzudamente la voz característica de la Regan posesa, para lo que estuvo sin dormir, fumando y bebiendo alcohol como nunca, comiendo yemas de huevo crudas.
Tanto esfuerzo para que William Friedkin dijera que no le terminaba de convencer, contratando el director al técnico de sonido de una película del realizador chileno Alejandro Jodorowsky titulada “El Topo”. En la cinta, Friedkin quedó encandilado con el ruido tan peculiar que el mexicano Gonzalo Gavira consiguió y lo imaginó mezclado con lo aportado por Mercedes McCambrige.
El mexicano logró incorporar todo tipo de ruidos, surgiendo el efecto de las múltiples voces que salen de Regan, para dar a entender que la habitan varios demonios realmente. Logró imitar el sonido del crujido del cuello de Regan en la famosísima escena en la que su cabeza gira 360 grados.
En los créditos finales, esos en los que se ve todos los que han participado en una película, figuraba Gonzalo Gavira pero no Mercedes McCambrige. Ésta recurrió al sindicato de actores y tras un juicio absurdo se acabó por reconocer su aportación.
¿Te imaginas a otra chica distinta haciendo de la “Niña del Exorcista”? Pues pudo haber ocurrido. Intenta meterte en la cabeza a Melanie Griffith en ese papel, cuando tenía 15 años, porque se presentó a la audición.
La opción que más papeletas tenía era la de Jaimie Lee Curtis, que por entonces tenía 14 años, pero cuando a su madre, la también actriz Janet Leigh, le explicaron lo que tendría que hacer se negó en redondo. Unos años después haría la película “Haloween” (y varias de sus secuelas). Desde luego le ha ido mucho mejor que a Linda Blair así que lo mismo tanto Griffith como Curtis tuvieron suerte de no haber hecho esa película que parecía maldecida desde un principio.
La Maldición de El Exorcista
El guionista y productor ejecutivo de El Exorcista, William Peter Blatty, dijo que en realidad no hubo nada sobrenatural o inexplicable, salvo que se le quiera dar esa connotación.
Por ejemplo, Max Von Sydow hizo un papel increíble, pero ni siquiera le nominaron para el óscar. Sin embargo, ese aire taciturno que imprimió a su papel estaba reforzado por fallecimiento de su hermano mientras él estaba rodando.
La actriz que hizo la característica voz gutural de Regan estando endemoniada, de la que ya hemos hablado en este post, Mercedes McCambridge, sufrió una terrible tragedia pero años después de la película. Su hijo, John Markle, falsificó documentos usando el nombre de su madre sin su consentimiento, lo que le provocó serios problemas con la Ley a mediados de los 80. Decide entonces suicidarse no sin antes asesinar a su esposa e hijos.
Linda Blair tuvo que pedir permiso para asistir al funeral de su abuelo, pero ella misma diría décadas después, coincidiendo con Blatty, de que no sucedió nada extraño durante el rodaje.
Cierto que Blair se lesionó rodando una escena, pero es algo que entra dentro de la normalidad para los actores y actrices en su trabajo y más si son películas de cierto riesgo.
También la actriz que hacía de madre de Regan se lesionó, pero es que a la pobre Ellen Burstyn la lanzan violentamente contra una esquina del dormitorio donde transcurre el exorcismo. La escena era que la niña poseída le agrede, pero en la realidad la actriz cayó de mala manera y se hizo daño en la espalda. Su desgarrador grito de dolor en la película es poque lo sintió de verdad y el sádico William Friedkin decidió dejarlo porque le daba mayor realismo a la escena.
La secuencia en la que Regan sufre sacudidas terribles en su cama se hizo sujetando a Linda con un arnés y tirando del mismo de manera enérgica para que pareciera que una mano invisible lo hacía. Como eran movimientos tan bruscos y continuos, se lastimó una vértebra que le causaba mucho dolor, pero no fue atendida en ningún hospital porque creyeron que estaba actuando. Con el tiempo esa lesión derivó en escoliosis.
En la película se oye a Linda Blair gritar: ¡Haz que pare! Para el espectador, parece que se lo pide a su madre en la trama y por lo tanto que Linda está actuando, pero los gritos eran de dolor verdadero. De nuevo, el director no lo borró del metraje por lo creible que resultaba en pantalla.
Esa obsesión de Friedkin porque todo pareciera lo más real que los técnicos del momento pudieran conseguir ya era conocida por los productores por su anterior película, French Conection, de 1971. En este film rueda una de las persecuciones más famosas de la Historia del Cine, pero también una de las más peligrosas.
Hubo un incendio al comienzo del rodaje que lo retrasó, pero se culpó a un animal que provocó un cortocircuito (una paloma que chocó con un cuadro eléctrico). Lo curioso es que solo quedó el decorado de la habitación de Regan, donde se lleva a cabo el exorcismo.
En cualquier película cuyo rodaje sea largo puede pasar de todo y la de El Exorcista duró un año. Hubo un técnico de efectos especiales que murió en extrañas circunstancias que nadie aclaró. Se trataba del responsable de la refrigeración lo cual era importante ya que recreaba esa atmósfera gélida en torno a Regan, estando poseída.
El vigilante que custodiaba el estudio cinematográfico por la noche para que no hubiera más accidentes también murió tiroteado. Luego, un carpintero perdió un dedo mientras trabajaba en los decorados y un electricista otro dedo por manipular un cable defectuoso. Un ayudante de cámara cuya esposa estaba embarazada comunicó que había abortado.
Jason Miller, ya sabéis, el que hacía del padre Karras, también tuvo un problema con su hijo que resultó gravemente herido por un accidente.
Luego está la tétrica coincidencia de que el número del estudio en el que se montó el metraje y donde había parte del set de filmación fuera el 666 de la Quinta Avenida, en Nueva York. En frente, por cierto, se hallaba la Oficina de Turismo de España y al lado el edificio Rolex junto a la Torre Trump y es que estamos hablando de una zona muy exclusiva, donde también está el MOMA, el Museo de Arte Moderno, así que de diabólico nada. Todo lo contrario: los hoteles más caros y las tiendas más exclusivas.
Vasiliki Maliaros, cuyo único papel como actriz en su vida fue el de la madre del sacerdote Damien Karras (se lo pidió el director William Friedkin cuando le vio en un restaurante pensando que sería idónea) murió en la postproducción, aunque valga decir que tenía ya 90 años.
El actor irlandés Jack MacGowran, quién hizo el papel del director Burke Dennings en la película, también murió, de gripe o eso se dijo, con tan solo 54 años. Tenía una larga trayectoria entre Irlanda, Inglaterra y los Estados Unidos tanto el en cine (actor de reparto) como en el teatro. Su actuación en “El baile de los vampiros”, de Roman Polanski le dio gran popularidad, siendo el protagonista de la película “Wonderwall” al año siguiente.
Contrataron a un equipo de radiodiagnósticos del Centro Médico Universitario de Nueva York, para la escena de las pruebas médicas que le hacen a Regan en la película. Uno de los técnicos, Paul Bateson, seis años después del estreno de la película mató al crítico cinematográfico Addison Verrill. Se llegó a sospechar de Bateson que tuviera algo que ver con una serie de crímenes de la comunidad homosexual en la ciudad de Nueva York, que por entonces sufría una gran discriminación (Verrill era gay).
El director de El Exorcista, William Friedkin, le visitó en la cárcel. Bateson le dijo que había matado a algún gay de forma tremebunda. Tomó esta historia como inspiración para su película “Cruising” (“A la Caza” se la tituló en España) que narra aquella espeluznante masacre cuando aparecieron varios hombres desmembrados con el nexo común de que frecuentaban los mismos ambientes gays.
Bateson le daba fuerte a las drogas y frecuentaba locales de la subcultura del cuero típico de los “sados”: iba al trabajo con su brazalete de cuero con tachuelas y su arete. Toda una osadía en los primeros años 70, cuando le conoce William Friedkin y le contrata para las escenas médicas del film.
Bateson fue despedido del Hospital un par de años después del estreno de El Exorcista por sus problemas con el alcohol, justo cuando comienzan los asesinatos de homosexuales en Nueva York (se identificó a seis asesinados).
Lo curioso es que los cadáveres aparecían envueltos en fundas del Centro Médico Universitario, donde trabajó Bateson. Éste le confesó a la Policía, en estado de embriaguez, el asesinato del periodista pero no el de las otras personas.
Los agentes descubrieron evidencias de lo que hizo y pistas en torno a la muerte de los homosexuales asesinados, pero no decisivas como para culparle por ello.
¿El Exorcista se basó en un hecho real?
En el gif anterior el padre Karras le pide al Demonio que le posea a él para liberar a la niña a la que atormenta, lo cual no sucedió en la historia "real" en la que se inspiró William Peter Blatty.
Se dijo que el autor de la novela se había documentado sobre un exorcismo real de 1949 en Cottage City (Estado de Maryland), a un adolescente de 14 años que había quedado poseído tras jugar con una tabla ouija. Le “liberaría” un sacerdote católico y además jesuita después de haber sido atendido en un hospital donde no detectaron nada anómalo.
William Peter Blatty tomaría “prestados” los detalles del caso para su novela, como los arañazos en su cuerpo que también se le veían a Regan en la película.
Parece que sí que ocurrió algo puesto que fue recogido por la edición del 20 de agosto de 1949 del diario “The Washington Post”. Muy distinto es que lo que contaran las fuentes que informaron sucediera como decían.
Le comentaron a los periodistas interesados que fueron necesarias numerosas sesiones para exorcizar del todo al muchacho que no paraba de gritar, con un lenguaje muy obsceno cuando no le daba por hablar en latín.
William Peter Blatty había estudiado literatura en la Universidad Georgetown de Washington, en la que se graduó en 1950, con lo que se enteró de lo acontecido un año antes y lo estudió a fondo. Años después. queriendo repetir el éxito de “La Semilla del Diablo” de 1968, de Roman Polanski, que tanto impactó en la opinión pública, retomó aquella investigación pero queriendo ir más allá y sin duda lo consiguió.
Lo primero que necesitaba era una historia que contar y usó aquel caso de 1949 trasladado en la ficción a 1971 (en la novela) solo que, en vez de ser un chaval de 14 años, la posesión se producía en una chica de tan solo 12, hija de una popular actriz que está divorciada: se trasladan a Washington a propósito de una película que está rodando, viviendo en Georgetown, un barrio que Blatty conocía muy bien.
En la película puede verse como en el cuerpo de Regan se forma una palabra mediante cicatrices: HELP (ayuda). Parece que en el caso que Blatty estudió de Maryland, la palabra fue HELL (Infierno).
Es una de las escenas más impactantes. La cuidadora de la niña llama al padre Karras para mostrarle las palabras que se forman en la piel de su abdomen: "Help me".
Dos años tardó el escritor y guionista en recopilar información, ordenarla debidamente y escribir su famosa novela. Comenzó en 1969 a recabar los artículos de la prensa de la época que pudo conseguir.
Al chico le llamaban Roland Doe pero Blatty sabía que era un nombre ficticio para mantener al muchacho y su familia en el anonimato. Su nombre real, según Thomas B. Allen, autor del ensayo "Posesión: Historia real de un exorcismo", era Robbie Mannheim.
Por lo visto, se oían ruidos extraños en la casa familiar, como sucede en El Exorcista. Pero, a diferencia del libro, en el que no muere nadie cercano a Regan, en la historia “real” sí que acababa de morir una tía del chico a la que estaba muy unido. Fue ella la que le aficionó a la ouija y esto último sí sale en la novela, solo que Regan encuentra la tabla en el sótano, sin que nadie le explique cómo funciona.
El guionista tomó prestado también de aquella historia el dato de que la cama del poseído se movía de modo inexplicable, como le pasa a Regan.
En principio no fue un sacerdote católico el que atendió al chico supuestamente poseído sino un pastor luterano llamado Luther Miles Schulze, pero éste le dijo a sus padres que los protestantes luteranos no suelen hacer exorcismos ni tienen ningún protocolo al respecto.
Sin embargo, Luther pudo ser testigo de los fenómenos extraños que sucedían cerca del chaval, con lo que el pastor se puso en contacto con unos parapsicólogos de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Al mismo tiempo, un primo del muchacho le comenta a su profesor, un sacerdote jesuita, lo que estaba ocurriendo y el cura se interesa por el caso.
Así es como Raymond Bishop, de la Universidad jesuita de St. Louis, se hace cargo de la investigación, comprobando que cuando rociaba con agua bendita la cama del chico, dejaba de dar sacudidas. Quedando convencido de lo que había que hacer, le solicita ayuda a un colega, el sacerdote William H. Bowdern.
Cuando Bowden visita al muchacho, ni siquiera el agua bendita hacía efecto, pero muchos años después le confesó al historiador Henry A. Kelly que en realidad no vio nada que indicara que el joven estaba poseído. Su rechazo al agua bendita no debía ser ninguna señal de nada y tampoco vio nunca que se movieran objetos salvo una ostia consagrada, lo que sí le llamó la atención. Por otro lado, no se contó con supervisión de ningún médico que estuviera presente durante el exorcismo por si acaso era necesario. Hoy en día es imprescindible y en los 70 también, por lo que el padre Karras es también médico-psiquiatra.
Raymond Bishop consigue permiso del arzobispo de St. Louis para hacerle un exorcismo al chico y Bowden acepta estar presente por las dudas que tenía sobre las irregularidades del proceso que observaba. Bishop lo dejó todo por escrito en un diario al que tuvo acceso William Peter Blatty.
El exorcismo duró dos meses mientras el chico convulsionaba, insultaba, escupía, agredía con fuerza sobrenatural y todo lo típico de estos casos cuando llegan a ser extremos.
Pensaron que tal vez la casa no era el mejor lugar para llevar a cabo el exorcismo, por los recuerdos angustiosos para el muchacho, así que se lo llevan a una casa de retiro espiritual, pero a punto estuvo de tirarse por un barranco. Marchan entonces al Hospital Universitario pero continuan los eventos inexplicables.
Una noche, de su boca salió una voz distinta a la gutural, que ya era habitual, identificándose como San Miguel y pidiéndole a Satán que abandonara ese cuerpo. Al día siguiente, la posesión había terminado.
Con toda la información en su poder sobre aquel caso de los años 40, Blatty se documentó sobre posesiones diabólicas. Y finalmente se dedicó a plasmarlo todo en una novela de ficción a la que dedicaba 15 o 16 horas diarias.
Un trabajo muy duro que dio sus frutos porque consiguió un best seller que estuvo en el número uno de ventas durante cinco meses en la prestigiosa lista del New York Times.
En la película, lógicamente, se añaden efectos espectaculares para atraer al público, como cuando Regan baja la escalera como si fuera una araña vomitando sangre al llegar al recibidor.
No os contamos como se desarrolla el intenso combate entre el demonio que se ha apoderado de Regan y los dos sacerdotes porque es la parte más impactante con un final sorprendente.
Os añadiremos solo que Friedkin quería el mayor realismo posible (todo lo hacía como si fuera un docudrama, ya sabéis, un documental dramatizado).
Hizo que la habitación donde se desarrolla el exorcismo estuviera a 12 grados bajo cero ya que se suponía que la presencia del Demonio causaba ese efecto. ¿Cómo lo consiguió?
En la película veréis a quiénes entran en el dormitorio de Regan soltar vaho por la boca. No es algo figurado sino muy real. Colocaron unos aparatos de aire acondicionado especiales, que entonces costaron 50.000 dólares. Peor lo tuvo Linda Blair que tenía que estar en camisón.
¿Por qué no les dieron más Oscar a El Exorcista?
El autor de la novela, William Peter Blatty, cuando fue preguntado sobre qué opinaba que de diez nominaciones a los óscar solo le dieron dos, los de mejor guión adaptado y mejor sonido a la película basada en su libro, respondió que creía que detrás de ese desprecio de la Academia de Hollywood estaba el influyente realizador George Cukor.
Y eso que Blatty no podía quejarse porque él sí se llevó el Oscar. Les fue mejor con los Globos de Oro ya que de siete nominaciones se llevaron cuatro (mejor película, mejor director, mejor guion y mejor actriz secundaria). Estos galardones son concedidos por la prensa especializada, no por la AMPAS (Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, por sus siglas en inglés) de la que Blatty decía que estaba influenciada por Cukor.
A las fiestas de las tardes de domingo de la fabulosa mansión de Los Ángeles de George Cukor iban los directores de cine más veteranos y con mayor peso de la industria como John Ford o Alfred Hitchcock (el español Luis Buñuel también, aunque no pegaba en ese cuadro). En esos saraos, que venían celebrándose desde hacía décadas, se podía ver a Joseph L. Mankiewicz, William Wyler, Robert Wise, George Stevens y todos los grandes y más respetados cineastas.
Quiénes no iban a esos encuentros y además se les ocurría innovar fuera de la tendencia impuesta por estos clásicos, era boicoteado, pensaba Blatty, no siendo el único que opinaba de ese modo, también otros directores jóvenes de entonces como Dennis Hopper, que llegó a gritarle a Cukor que estaba acabado.
Para que os hagáis una idea: ¿os acordáis de la escena de “El Padrino” en la que el abogado de la familia de Vito Corleone visita Hollywood? Si no la habéis visto os la describo brevemente.
El “consellere” (asesor legal) de los Corleone acude a una cita a la Meca del Cine para intentar convencer a un productor de que contrate al ahijado de don Vito que es actor, pero debido a un rollito que tuvo con una amante del cineasta, éste le boicoteó. Pues la mansión en la que vive dicho productor, en la película de Coppola, era similar a la de Cukor y su chulería parece que también (¿se inspiraría en él Mario Puzo para su novela "El Padrino"?).
Una cosa tenían en común estos dinosaurios del cine: su educación ultracatólica que les llevó a rechazar “El Exorcista” como un producto peligroso para la moral. Es por lo que William P. Blatty pensó que la Academia de Hollywood, en la que tanta influencia ejercía el Cukor (cuya moral era cuestionable), no concedió más estatuillas en 1974 a la película.
Los exorcistas en la actualidad
La huella que dejó la película El Exorcista no hizo mella de verdad hasta los años 80 en los que la Iglesia Católica, por fin, coge las riendas y se apropia del poder del exorcismo como herramienta contra el Diablo. Es cuando surgen figuras que se harían muy conocidas como el padre Gabriel Amorth, exorcista oficial del Vaticano, en el que se basa otro taquillazo actual: “El Exorcista del Papa”, protagonizado por Russell Crowe.
Es más, Amorth, que decía haber practicado decenas de miles de exorcismos en sus casi treinta años de apostolado, declaró a los medios en alguna ocasión que la película El Exorcista, salvo los efectos más espectaculares, era fiel a la realidad.
En 2017 William Friedkin rodó el documental "El Padre Amorth y el Demonio" asegurando que fue testigo de un verdadero exorcismo
En Italia, uno de los países con mayor número de fieles católicos, es donde más solicitudes de exorcismos se registran cada año (cientos de miles anuales). ¿Acaso el Demonio se ceba con los italianos? Lo más probable es por la cercanía de El Vaticano y la influencia que ejerce en la educación de ese País.
La Santa Sede cuenta con un curso preparatorio para exorcistas si bien otra explicación es la lucha no contra el Diablo sino contra las supercherías de curanderos que dicen saber expulsar demonios por un “módico” precio (¿conflicto de competencias?).
Tenemos un caso sobrecogedor en España que aconteció hace treinta años en la ciudad de Granada, en el idílico barrio del Albaycín.
El Vaticano instruye a los exorcistas que denominan a los poseídos no como endemoniados (término usado antes) sino como “atormentados”, lo cual es más aceptable para los cánones actuales.
Garantizan la privacidad de los exorcismos como si se tratara de un tratamiento médico más. No lo realizan hasta que el individuo haya sido revisado por un psiquiatra. Ya en los años 70 actuaban de ese modo y en la década siguiente, el Papa Juan Pablo II ordenó que se descartara siempre toda explicación racional antes de proceder a llevar a cabo el ritual.
En la película “El Exorcista”, Damien Karras examina a Regan dictando un primer diagnóstico psiquiátrico ya que es también médico. De hecho, le recomienda a la madre que ingrese a su hija en un buen sanatorio atendida por los mejores profesionales antes que recurrir al ritual romano del exorcismo.
Después de ver los hechos tan impactantes en torno a la joven, él mismo se convence de llevar a cabo el proceso eclesiástico.
Karras le dice a la madre de Regan: "Nunca he conocido a un sacerdote que haya realizado un exorcismo".
En la realidad actual (si es que podemos considerar toda esta historia de exorcistas y demonios como algo real), tenemos al que se considera como heredero de Amorth en la Iglesia Católica, el padre Stephen Joseph Rossetti, de 74 años, de origen estadounidense. Es también doctor en psicología y asiduo colaborador de algunos programas de televisión.
Cuando se estrenó El Exorcista, Rossetti fue nombrado capellán militar en la USAF (Fuerza Aérea de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés). Tenía entonces 22 años, continuando con sus estudios universitarios sacándose un Máster en Ciencias Políticas, además de haber servido para su país en los Servicios de Inteligencia, como lo estáis leyendo.
Rossetti conoce bien Washington, donde se desarrolla la historia de El Exorcista, ya que en 1980 ingresó en el Theological College de esa ciudad, pero a diferencia del padre Karras (que en la novela y la película es jesuita), este exorcista “real” es de la austera Orden de los Cartujos.
Durante nueve años fue sacerdote en dos parroquias de Nueva York, así que ha combinado la teología católica más ortodoxa con el uso de la psicología contemporánea.
Rossetti es uno de los más arduos defensores de que la Iglesia se implique más en la erradicación de los abusos a menores por parte de sacerdotes actuando de modo rápido y contundente contra esas manzanas podridas. Comprobó que casi el 3% de los curas pederastas reincidían. Ese es el demonio contra el que ha de luchar la Iglesia: la pederastia.
Ante el problema de los abusos infantiles, Rossetti recomendó a las autoridades eclesiásticas que cambiaran su perspectiva del problema y que oyeran a las víctimas antes que a los abusadores. Opina que éstos difícilmente se “curan” y si aparentan haber dejado atrás sus perversas adicciones no deben dejarse sin supervisión ya que debe anteponerse la seguridad de los menores. Fue también quién aconsejó que no se ocultara nada, sino que se denunciaran todos los casos que se descubrieran a las autoridades civiles y de inmediato.
Este hombre dice ser también exorcista y que atiende no solo a católicos sino también a protestantes, musulmanes y judíos, incluso no creyentes que según él fueron poseídos por demonios. La clave, según este señor, es que se nombre reiteradamente a Jesucristo porque los demonios le odian, con lo que acaban siendo derrotados.
El que los exorcismos deban ser autorizados por los obispos se debe a que según la tradición cristiana son los herederos de los apóstoles a los que Jesús dio poder de expulsar demonios.
Para Rossetti, todo el que practica alguna forma de brujería u ocultismo se arriesga a caer bajo el influjo del Diablo.
De nuevo, el conflicto de competencias entre los curanderos y videntes con los curas, cada "colectivo" con sus propios argumentos, solo que a los sacerdotes se les presupone una gran preparación intelectual. Aún así, continúan defendiendo la existencia del Diablo y la necesidad de los exorcismos.
Rossetti califica de prácticas demoniacas la ouija (en El Exorcista, Regan juega con una tabla antes de ser poseída), el consumo de pornografía y las adicciones a las drogas.
Parece que el Vaticano tiene mucho trabajo y sus cursos de preparación de exorcistas bastante éxito, agotándose las plazas enseguida. No solo se inscriben sacerdotes católicos, también ortodoxos y pastores protestantes. Está abierto a las mujeres (monjas) e incluso laicos interesados.
Algunas diócesis cuentan con sus propios manuales basados en las instrucciones que se imparten en el curso preparatorio del Vaticano para detectar una posesión: El “atormentado” entra en trance perdiendo la voluntad de sus actos, pero adquiriendo una fuerza sobrenatural, hablando en idiomas que se supone que no conoce. Incluso escupe objetos de su interior de lo más insólitos como clavos o cadenas.
División en la Iglesia por la película El Exorcista
El cardenal John Joseph O’Connor, quién era prelado de honor del Papa Pablo VI y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Georgetown, la misma en la que estudió Blatty, el guionista de la película, alabó el film considerándolo una herramienta útil para prevenir contra el Diablo.
Los colegios jesuitas estudiaban El Exorcista sacando enseñanzas morales y religiosas que la prensa católica de EEUU difundía en sus críticas que fueron, en general, muy positivas.
El Papa Pablo VI no condenó la película El Exorcista que en algunos Países y por recomendación de sus respectivas Conferencias Episcopales se negaban a proyectar, de hecho, a punto estuvo de ser calificada “X” en EEUU. Si hubiera sido así, habría pasado desapercibida como una película más de serie B relegada a las salas donde se proyectaban películas eróticas. Para evitarlo, los productores les dijeron a los censores que en la película no había ni sexo ni violencia explícitos (según se mire). Si se pronunciaban tacos era porque el lenguaje coloquial era así y eso no podía censurarse.
Como la película fue un tremendo éxito de taquilla en todo el Mundo, ayudó aún más que la prohibieran en algunos países, como los islámicos todavía hoy.
También se prohibió en España, hasta que murió Franco. Es uno de los Países donde su Conferencia Episcopal no se puso de acuerdo con las de otros países: mientras en unos la veían como de utilidad para revitalizar la imagen de la Iglesia en otros la censuraban.
Donde primero se estrenó fue en los Estados Unidos ya hemos visto que con enorme éxito, en diciembre de 1973. A lo largo de 1974 en el resto del Mundo excepto en Perú, España y Dinamarca donde se proyectó entre 1975 y 1976.
Los satanistas se defienden
Ya se hablaba de la Iglesia de Satán (cuyo símbolo es el sello de Baphomet) en los años 70 cuando se estrenó El Exorcista. La Iglesia Satánica de Anton LaVey estuvo en boca de todos cuando ese estrenó unos años antes "La Semilla del Diablo", sin tener nada que ver, es más, sigue teniendo un gran número de adeptos por todo el Mundo.
Es reciente el caso de un auxiliar de policía colombiano que se negó a cortarse el cabello y a pronunciar una oración católica que se reza cuando los nuevos agentes se incorporan al Cuerpo alegando que es satanista: no le rezan a Dios. Además, denunció que se le discrimina por su orientación bisexual, lo que también es habitual entre los satanistas (digamos mejor la libertad sexual). Pero alega que no son violentos como se ha dicho de ellos, todo lo contrario.
También por los años 70 se hicieron populares los casos investigados por un matrimonio de demonólogos: los Warren. Habéis leído bien, sí, los de las películas de "Expediente Warren".
La muñeca del gif es la famosa Annabelle de las películas que para nada es como la real que no da miedo ninguno. Lo que sucede es que si no le dan ese aspecto la película pierde gran parte de su atractivo.
La verdadera Annabelle se halla en el museo donde se guardan todos los objetos relacionados con las investigaciones de los Warren ya que de cada caso se llevaban un recuerdo.
El museo fue trasladado a Monroe (Estado de Connecticut), al morir Lorraine Warren; su marido, Edward, falleció antes. Por 6 dólares podéis visitarlo, seguro que os llama la atención alguno de los artículos supuestamente malditos que guardan.
Cuando se estrenó El Exorcista, los Warren llevaban más de 20 años investigando posesiones demoníacas a través de la sociedad que formaron, la NESPR (New England Society for Psychic Research: Sociedad de Nueva Inglaterra para la Investigación Psíquica). De hecho, Edward Warren es considerado el único demonólogo civil -no sacerdote- reconocido como tal por la Iglesia Católica.
Los Warren salían a menudo en programas de televisión explicando como luchaban contra demonios respaldados por la Iglesia.
En los años 70, a los satanistas se les asociaba con sectas destructivas como la “Familia de Charles Manson”, de la que fue excarcelada en 2023 Leslie Van Houten, en prisión desde 1969 por su participación en el crimen de Leno Labianca y de su esposa, Rosemary.
Van Houten tiene ahora 73 años, pero cuando se introdujo en el mundo de Charles Manson, quién se creía la reencarnación de Cristo, era una joven de tan solo 19 años que apuñaló 15 veces al matrimonio al que asesinaron.
El día antes la secta de la que formaba parte mató a la actriz Sharon Tate (embarazada y en avanzado estado de gestación) en la mansión del productor de cine Terry Melcher, en Los Ángeles.
A ambos les torturaron y asesinaron junto a varios amigos (entre ellos el peluquero Jay Sebring, muy conocido por las estrellas del cine de la época).
Tate estaba casada con el director de cine Roman Polanski quién rodó un año antes de su asesinato “El bebé de Rosemary” (La Semilla del Diablo) que la Iglesia Católica consideró de contenido satánico. De hecho, se habló en su momento de que uno de los asesores de la película fue el fundador de la Iglesia satanista, Anton LaVey.
Incluso el Vaticano se asustó de lo que parecía una pérdida generalizada de la fe católica para pasarse a tendencias satánicas, en lo que culpaban al movimiento hippie por ser tan libertino.
¿Qué fue de Linda Blair, la "Niña de El Exorcista"?
La carrera posterior de Linda Blair quedó como en la escena en que Regan se encuentra en estado catatónico: simplemente, no tuvo quién le guiara para lo joven que era.
Fue muy complicado rodar escenas tan atrevidas para la época siendo como era menor de edad. A Blair le valió la pena porque le dieron un globo de oro y le nominaron para el óscar, pero en vez de aprovechar el tirón, con 15 años, una serie de malas decisiones y problemas por su actuación en El Exorcista le encasilló sin poder explotar todo su potencial como actriz.
Para el Papel de Regan McNeil entrevistaron a cientos de chicas antes que a Linda Blair.
El realizador escribió sus memorias en 2013 y describe el momento de modo en que le hace preguntas tan comprometedoras que hoy en día, sin duda, hubiera tenido problemas.
Friedkin le pregunta a Linda si sabía lo que era la masturbación, a lo que ella respondió que sí, preguntándole después si se había masturbado alguna vez lo que respondió de nuevo que sí (entonces Linda tenía 14 años). La madre, según Friedkin, no se perturbó por las extrañas preguntas del director, lo que hubiera sido lo normal, pero se ve que su progenitora llevaba explotándola desde los cinco años, cuando hacía anuncios publicitarios.
Linda Blair no era una desconocida, con 9 años actuó en una serie televisiva
Lo habitual para escenas comprometidas o eróticas suele ser que una doble hace las secuencias más difíciles, una chica joven (si la actriz a la que dobla también lo es) pero mayor de edad. Y es que hay una escena muy complicada en la que Regan, estando poseída, se masturba con un crucifijo de forma violenta, haciéndose sangre, diciendo obscenidades como “Deja que Jesús te folle” o cosas así.
Esa secuencia se rodó clavando Linda Blair el crucifijo en una maleta oculta para la cámara con lo que parecía que se estaba hiriendo ella misma.
Lógicamente se tomaron precauciones para que no se hiciera daño. Pero el director no usó una doble, sino que le pidió a Blair que hiciera ella las escenas difíciles salvo cuando baja aceleradamente por la escalera que lo hizo una contorsionista.
El maquillador Dick Smith hizo un trabajo impresionante. Fue quién transformó a Marlon Brando en Vito Corleone, en El Padrino. Pero Linda Blair se quejó de que el material que usaba le abrasaba la cara. En cada sesión necesitaban tres horas para maquillarla y convertirle en un engendro del Diablo.
Linda Blair sabía de lo que iba la película puesto que se había leído la novela y por lo tanto conocía que habría escenas difíciles, aunque tal vez imaginó que los realizadores se las ahorrarían porque sería todo un escándalo para la época. De hecho, la novela lo fue.
La prensa en la gira mundial que hizo para presentar la película no cesaba de preguntarle sobre cuestiones que para un/a adolescente, tanto en aquella época como en la actual, resultan de lo más perturbadoras. Pero a los periodistas, ávidos de morbo, les daba igual y le hacían preguntas sobre sus creencias religiosas, lo que pensaba de Satanás y el mal, etc.
Linda Blair sufrió mucho después de la película. Sus padres se arrepentirían toda la vida de haberle llevado al casting por todo lo que padecieron después de su estreno, viéndose obligados a mudarse continuamente cuando reconocían a su hija, siendo objeto de acosos y amenazas. Los padres acabaron por divorciarse lo que sumió a Linda en un pozo depresivo.
La Warner le mantuvo un escolta de seguridad durante medio año y como no aparecía en los medios, la prensa difundió que se hallaba en un centro psiquiátrico por el trauma padecido por la película. La productora entonces reunió a todos los actores que participaron para celebrar públicamente el 15º cumpleaños de Linda. Pero la situación, lejos de cambiar, empeoró.
Los papeles que se le ofrecían, a pesar de que había ganado un globo de oro y de que fue nominada a un óscar, eran de adolescente perturbada como en “Nacida inocente”, de 1974 o “Sara T. - Retrato de una adolescente alcohólica”, de 1975.
En 1977, la Policía le detiene por venta de drogas. Tuvo que ser recluida en un centro de rehabilitación para toxicómanos. Como engordó algo la prensa fue mordaz y cuando participó en la segunda parte de El Exorcista, siendo ya mayor de edad, la crítica le vapuleó de modo inmisericorde.
Salía con cantantes conocidos del momento que eran diez o quince años mayores que ella y con los que cayó de nuevo en las drogas. Para salir adelante, aceptaba papeles en películas de serie B y eróticas, por lo que sería portada de la revista Playboy. Dijo que lo hizo para que se comprobara que ya había recuperado su figura de antaño, pero no le ayudó.
Finalmente, sí que tuvo que ingresar en un psiquiátrico y someterse a un tratamiento también para el sobrepeso.
Su regreso al cine fue para parodiar la película que tanta fama le dio cuando participó en la comedia “Reposeída” de 1990, con Leslie Nielsen. Puede que esa actuación le liberada de sus demonios interiores porque aprendió a reírse de sí misma aceptando su pasado, así que en vez de darle la espalda terminó asumiéndolo.
Se dedicó a su madre, enferma de cáncer, a la que no quiso abandonar, transcurriendo la década de los 90 sin pena ni gloria, con algunas apariciones televisivas. De hecho, intentó que la generación del siglo XXI le reconociera por un papel diferente al que tanto le marcó para siempre. Participó en la serie S. Club 7 del año 2000 que tuvo gran éxito entre la audiencia juvenil de la Fox y la BBC.
S. Club 7 era un grupo musical británico (les descubrió el mismo productor que el de las Spice Girls), que ahora se llama tan solo “S. Club” tras morir el cantante y abandonar la banda la que fue su pareja. Pero a principios de siglo, cuando eran unos veinteañeros, fueron muy populares e incluso tuvieron su propia serie de televisión en la que cada temporada transcurría en un lugar distinto y en la que trabajó Linda Blair.
Como el grupo eran tan popular entre los jóvenes, a Blair se le conocía como su casera en esa audiencia juvenil.
En 2001 publicó un libro sobre su experiencia como vegetariana y creó una fundación de protección de rescate de animales abandonados, sobre todo perros, la “Linda Blair WorldHeart Foundation”. La escena en la que Regan le pide a su madre que le compre por su cumpleaños un pony porque en el parque le habían dejado subirse a un caballo refleja el sentimiento real de la joven actriz a la que le encantaban los équidos, de hecho, de no ser actriz hubiera sido veterinaria, o eso decía.
Le suelen invitar a festivales de cine de terror donde firma autógrafos o imparte alguna charla sobre su experiencia en el género ya que su paso por la serie S. Club 7 no impidió que se le continúe recordando por las dos películas de El Exorcista en las que actuó. Incluso se le invitó a participar en un capítulo de la exitosa serie “Sobrenatural”.
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El Exorcista sigue siendo la mejor película de terror
El vídeo del trailer de la versión remasterizada de 2022 muestra la atmósfera que se creo ya en los 70, cuando se estrenó, lo cual tuvo que ser de lo más complicado.
Contaban con el director de fotografía Owen Roizman que supo crear un entorno verdaderamente aterrador. Ya había trabajado con Friedkin en French Conection con lo que el director sabía de lo que era capaz.
Usó mucho la luz lo que no es normal en el género en el que estamos acostumbrados a la oscuridad. Nada de tinieblas, salvo cuando llega Merrin a la casa para hacerse cargo del exorcismo.
La escena del veterano cura bajando del taxi con su maletín, encarando la casa, rodeado de niebla es genial precisamente por su simplicidad.
Una de las señas indiscutibles de la película es la inolvidable composición de Mike Oldfield, “Tubular Bells”, pero en un principio no fue el escogido para la banda sonora sino el compositor Lalo Schifrin, el mismo que compuso otra melodía que todos identificamos enseguida, la de “Misión Imposible” (le dieron un óscar honorífico en 2018).
La segunda parte, “El Exorcista: el Hereje”, con un presupuesto similar, consiguió recuperar la inversión ampliamente pero no del modo que lo hizo la primera parte. Se debió a que la secuela es un bodrio intragable y más de lo mismo, pero mal hecho.
Después de otras dos secuelas (una de ellas dirigida por el propio William Peter Blatty) más una serie de televisión, se comprobó que era sencillamente imposible recrear lo conseguido con la película de 1973. Sin embargo, lo han intentado a propósito del 50 aniversario, en 2023, año en el que se intenta recuperar la franquicia con una nueva trilogía cuya primera parte ha sido “El Exorcista: Creyentes”. No se tiene claro si habrá secuelas, como se había planeado, porque el experimento no ha salido como se esperaba.
William Friedkin murió en 2023 con 87 años en Los Ángeles no pudiendo ver el estreno del intento actual de rescatar la franquicia por parte de Blum House y la Universal, encargándole el proyecto al director David Gordon Green.
Aunque Jason Blum se ha especializado en el género de terror parece que la nueva secuela no ha causado el impacto en la audiencia de la original hace 50 años.
Contó con Gordon Green porque en el rescate de otra saga famosa, la de “Halloween”, la unión entre ambos resultó un gran éxito.
Lo que han hecho Green y Blum es continuar la historia tras los acontecimientos de la primera parte de El Exorcista, solo que 50 años después, ignorando lo acontecido en las otras secuelas de la saga (a Dios gracias...o a Satán).
La diferencia que introducen es que en vez de ser una chica tan solo, ahora son dos las poseídas, las cuales experimentan su transformación diabólica tras perderse en el bosque cercano a la pequeña localidad en la que viven (Gordon Green es dado a contar historias que transcurren en ciudades pequeñas).
El padre de una de las adolescentes recurre a Chris McNeil, interpretado de nuevo por Ellen Burstyn (la actriz poco después falleció), para unir la trama a la de la película de 1973.
La actriz avisó al director y productores de que convenía rodearse de asesores de varisas religiones, no solo católicos (de hecho, Burstyn practicaba distintos credos ya que se consideraba multirreligiosa, cogiendo lo que le gustaba de cada religión).
A Linda Blair la ficharon como asesora para las actrices (de 15 y 16 años) aconsejándoles sobre como encajar las difíciles secuencias que tendrían que rodar. De este modo se evitaba lo que le sucedió a Blair en 1973 cuando se vio sola, sin nadie que le indicara cómo debía afrontar una actuación tan compleja, siendo tan joven como era.
La Universal y Blum House se han tomado muy en serio el proyecto invirtiendo cientos de millones de dólares en la trilogía que tienen pensado realizar, pero el efecto sorpresa ya no existe, como sí lo hubo en 1973.
Hoy en día se ha visto de todo en el cine de terror así que nada impresiona y resulta muy complicado innovar y mucho menos recuperar efectos de antaño. Da igual la sofisticación de los medios técnicos actuales.
Con El Exorcista: Creyentes, no consiguen mantener la tensión que sí se respira, todavía hoy, cuando ves la primera parte.
Antes os preguntábamos si os imaginabais a otra “Niña del Exorcista” y en 2023 lo han intentado por partida doble con las actrices Lidya Jewett y Olivia O'Neill, pero no cuela. No obstante, os la recomendamos porque sin duda es entretenida.
Por lo tanto, El Exorcista regresa con esta nueva secuela y es que parece que lo satánico sigue estando de moda.
Recientemente, en 2023, el cardenal Rouco Varela autorizó que fueran nombrados en su archidiócesis de Madrid ocho nuevos exorcistas.
Las películas sobre posesiones diabólicas y exorcismos siguen arrasando en taquilla. Una de las más impactantes fue “El exorcismo de Emily Rose”, de 2005, basada también en un suceso real.
Si vas a Washinton, al barrio Georgetown, visita la calle Prospect Noroeste, donde se halla la casa en la que se rodó parte de la película y junto a ella la famosa escalera por la que se desnucan dos víctimas de Regan, estando poseída.
La escena del padre Karras, tras pedirle al Demonio que le posea a él y libere así a Regan, cayendo por la escalera la rememora una placa conmemorativa.
Los turistas se hacen fotos subiéndola o bajándola, pero todos se agarran bien a la barandilla, por si acaso.
La casa en la que se rodaron los exteriores y poco más en su interior (porque casi todo se hizo en decorados), tiene unas ventanas distintas porque los dueños actuales las cambiaron, no siendo por lo tanto las de la película. Tampoco está la verja metálica que se ve en el film rodeando la casa ya que ahora es de madera.
Concluyendo, ni los tiempos actuales son los de hace 50 años ni el cine de terror es tampoco el mismo pero el Diablo (si no creéis en ese bicho cambiad la palabra por "Maldad") sigue acechando y lo hará eternamente.
Me quedo con el párrafo siguiente de la novela (que también podemos oír en la película), cuando los dos curas están descansando de uno de los embates con el Demonio, exhaustos. Karras le pregunta al veterano Merrin por el sentido de la posesión diabólica ya que si no afecta a la voluntad del poseído y por lo tanto, si no hay pecado por su parte (porque es algo involuntario), Karras no comprende que es lo que pretende el Diablo y
Merrin responde:
“Creo que lo que quiere es que nos desesperemos, que rechacemos nuestra propia humanidad, Damien, que nos veamos, a la larga, como bestias, como esencialmente viles e inmundos, sin nobleza, horribles, indignos. Y tal vez ahí esté el centro de todo: en la indignidad.”
Este trabajo tiene licencia CC BY-SA 4.0.
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