Considerado una pandemia global por la OMS, el estrés en el trabajo causa cada año más bajas laborales y con ello una menor productividad
El trabajo que desempeñemos puede darnos muchas satisfacciones pero también atosigarnos de tal modo que nos sintamos superados por situaciones a las que no sabemos o no estamos capacitados para enfrentarnos, o sencillamente no nos encontramos en ese momento concreto en condiciones óptimas para afrontarlas.
¿Qué provoca el estrés?
Los psiquiatras y psicólogos identifican dos tipos de estrés: uno positivo (aunque nos cueste trabajo creerlo) y el negativo, más conocido.
El positivo se denomina “eutrés” y es cuando nos sentimos muy estimulados para cumplir los objetivos que se nos hayan marcado o que nosotros mismos nos hemos impuesto como metas, pero alcanzadas de forma relajada aunque sin perder el tiempo.
Luego está el “distrés”, que es del que hablamos en el artículo, el perjudicial, siendo uno de sus efectos directos en nuestro organismo el aumento del nivel de cortisol, la llamada “hormona del estrés”. Lo producen las glándulas suprarrenales que son las que ayudan al buen funcionamiento del corazón y a mantener la presión arterial en su nivel correcto.
Un elevado nivel de cualquiera de las hormonas que producen las suprarrenales, como el cortisol, puede aumentar el ritmo cardíaco y la tensión.
Estar durante mucho tiempo en tensión puede provocar serios percances en nuestra salud como dejó claro un estudio de la Universidad sueca de Jönköping de hace pocos años, arrojando el nada tranquilizante resultado de que el estrés laboral es excesivamente alto en casi la mitad de la población activa en Suecia. Si continúan a ese ritmo sin ponerle remedio pudieran sufrir fibrilación auricular lo que puede derivar, en los casos más extremos, en un infarto.
Lo peor es que se desconocen con exactitud las razones que provocan el estrés laboral y por qué lo que a unas personas les afecta en demasía a otras no les causa el menor daño.
Tampoco se sabe por qué puede llegar a producirse la fibrilación. Se detecta cuando notamos que el corazón va a un ritmo mayor del habitual y además con latidos descoordinados con respecto a las aurículas del corazón, que son esas cavidades sobre cada uno de los ventrículos por los que entra la sangre que bombea el corazón.
Más del 4% de los españoles padecen alguna arritmia auricular a partir de los 40 años de edad
De no ir al médico la primera vez que se sufra pudiera desembocar, con el tiempo, en un ictus o peor aún en muerte súbita.
En la investigación de la universidad sueca, los científicos aprovecharon la Encuesta Ocupacional Longitudinal de Salud de Suecia, que es bianual, y muestra hábitos de salud y condiciones laborales de miles de suecos. Les pidieron permiso para monitorearles durante varios años para comprobar si en el período de estudio padecían algún tipo de patología cardíaca a pesar de no haberla sufrido nunca antes.
Se dieron decenas de casos de fibrilación auricular. Y se pudo comprobar también que de no mejorar los hábitos de vida dañinos, como el tabaco, el sedentarismo o la obesidad, el riesgo de hipertensión arterial era mayor lo que podía provocar otro episodio de arritmia.
Incluso los que nunca habían experimentado esta enfermedad corrían riesgo, el cual era mayor cuando el estrés en el trabajo era superior.
Se entiende comúnmente por nivel alto de estrés laboral cuando el sujeto está sometido a una gran presión psicológica porque se le pida más de lo que cree que puede aportar o piense que le falta tiempo para cubrir objetivos.
El estudio sueco mostró también que en las últimas décadas el riesgo de padecer arritmia auricular por estrés laboral se ha incrementado un 11%, al menos en Suecia.
En España, diferentes encuestas reflejan que tres cuartas partes de las empresas cuentan con personal que se ha visto afectado en alguna ocasión por algún tipo de arritmia causado por el estrés laboral. Una de esas encuestas fue llevada a cabo por la empresa de búsqueda de empleo online Infojobs y ESADE (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona), en 2018.
Los empleados encuestados (de cientos de empresas diferentes) señalaban al excesivo ritmo de trabajo y el volumen del mismo como la principal razón de estrés laboral. Le seguía la presión a la que estaban sometidos y el alto nivel de responsabilidad que se les exige.
Cuando se les preguntó a los empleadores y directivos, coincidían en colocar en los primeros puestos al ritmo y volumen del trabajo, así como la presión, pero sitúan el mal ambiente en el trabajo, la desmotivación, la incertidumbre por su futuro laboral y el acoso en el trabajo por delante de la responsabilidad que se les exige.
Parece que el estrés laboral afecta más a los empleados con alguna responsabilidad en la actividad de la empresa o entidad en la que trabaje, porque ejerza algún cargo, especialmente en las escalas intermedias.
En la encuesta de Infojobs y ESADE, el 13% de los encuestados aseguró que su nivel de estrés laboral era muy alto.
El Instituto del Estrés de los Estados Unidos evaluó que el 83% de los trabajadores de ese País sufren algún tipo de estrés. En México, el Instituto Mexicano de Seguro Social muestra un 63%. Y eso que este País se encuentra en primer lugar de satisfacción laboral de sus trabajadores, en Latinoamérica, pero alejado de Europa.
En el viejo continente, en Noruega, el 80% de las personas que trabajan están satisfechas con su labor (según las encuestas de Randstad de 2018 y 2019) y en España el 71%, si bien un año antes - 2018 - era el 74%.
El estrés laboral existe en todo el Mundo.
Diferentes encuestas muestran que los trabajadores, tanto del ámbito público como privado, reconocen haber estado sometidos a una alta carga de presión en su puesto de trabajo, en alguna ocasión.
Los síntomas que lo delatan son cefaleas e insomnio, lo que les deja agotados físicamente e impide que se concentren debidamente en su trabajo, una mayor irritabilidad y problemas de digestión.
El dolor físico se suele manifestar, además de en la cabeza, en la espalda. De hecho, ya se reconoce el estrés crónico con la denominación clínica de síndrome de “desgaste profesional” o burnout: el afectado/a ya no siente la pasión o el estímulo inicial que le atraía de su trabajo creyendo incuso que ha perdido el tiempo y que no está realizado como profesional.
Aquí llegamos a otra consecuencia: la falta de compromiso. El Instituto Gallup ha estimado (State of the Global Workplace: 2022 Report) que solo la quinta parte de la población que trabaja está comprometida con su labor profesional.
Quienes padecen el síndrome del estrés laboral son más propensos a las indisposiciones por motivos de salud y a rendir bastante menos en su trabajo.
Por lo general, el desgaste profesional se da en aquellas personas sometidas a un exceso continuo de horas de trabajo, con una sobrecarga notable, empeorando si la labor desempeñada es rutinaria y poco flexible. Se puede agravar aún más si existe algún problema con los compañeros/as de trabajo por lo que el afectado crea que carece de apoyos.
Si a todo lo anterior añadimos la falta de oportunidades para promocionarse o mejorar en su puesto, la situación puede desencadenar en un cuadro clínico de especial preocupación ya que como se ha indicado antes afecta al estado físico.
Los militares, bomberos, conductores y agentes del Orden, los más estresados
También puede darse en personas que son demasiado perfeccionistas. En cambio, las personas con gran capacidad para resistir las adversidades no son propensas a esta afección porque suelen ser más sociables con lo que cuentan con amistades que les brindan apoyo y porque son previsoras no arriesgando su salud con hábitos que se sabe son dañinos.
¿Cómo puede prevenirse el estrés?
Según los especialistas consultados para este artículo, el mejor modo de prevenir el síndrome de desgaste profesional es descansar bien (durmiendo las horas que el sujeto considere suficientes para encontrarse bien al día siguiente).
Otra medida es no ser impuntual para de ese modo no verse obligado a ir más rápido en su cometido laboral.
Hacer ejercicio físico de forma regular también ayuda y al parecer mucho, ya que libera endorfinas, conocidas como las hormonas antiestrés. Pero no seas cafre introduciendo en tu cuerpo toxinas cuando precisamente lo que intentas es expulsar lo negativo. Así que si padeces de estrés laboral, deja de fumar (si lo haces) y come sano. Evita o reduce todo lo que te sea posible las grasas saturadas; come más fruta y verduras.
Prueba a realizar pausas breves en la tarea, la que tengas asignada, de unos minutos tan solo, para relajarse mentalmente tomando un café, un té o simplemente agua mientras charlas con los compañeros sobre cualquier tema que no tenga que ver con el trabajo.
Resulta de gran ayuda planificarse correctamente y tener nuestro puesto de trabajo bien ordenado, para evitar ponernos nerviosos porque no encontremos algo que nos haga falta inmediatamente.
Que el entorno de trabajo sea lo más agradable posible relaja mucho (lo sé por experiencia); basta con colocar una pequeña maceta con alguna planta purificadora.
Ni que decir tiene que no debiéramos dudar en solicitar ayuda si ejercemos un cargo de responsabilidad; delegar si fuera necesario.
Lo anterior sería lo que los empleados pueden hacer. Pero los patronos o empleadores también deben poner de su parte otorgando, al menos, un día de descanso semanal si se produce un exceso de horas.
Algunos lectores dirán: pero si eso está ya regulado. Sí, pero quién inventó la ley, inventó la trampa y todavía hoy se echan muchas horas en según que trabajos sin la debida compensación. No es un asunto que deba tomarse a la ligera puesto que el estrés ya está considerado una enfermedad pandémica con efectos globales en todo el Mundo.
Si las empresas quieren evitar rotar continuamente a sus empleados porque no rindan lo suficiente en determinados departamentos a causa del estrés, lo que redunda en una menor productividad o que se produzcan accidentes por falta de concentración, deben implicarse más de lo que lo hacen actualmente.
Son pocas las que toman medidas efectivas. Los directivos y ejecutivos han de propiciar un buen ambiente y óptimas condiciones laborales. Pero si esas condiciones no se dan, lo que le queda al empleado es relajarse y para ello las técnicas y ejercicios de meditación pudieran ser una excelente ayuda.
Ya lo sabes: cuando creas que el estrés en el trabajo te sacude, párate un momento, respira profundamente varias veces y piensa que todo tiene solución; es por tu bien.
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