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Foto del escritorW. H.

El caso de Hezbollah: un Estado dentro del Estado

Su nombre significa "Partido de Dios" y ciertamente en Líbano se halla por todas partes, como si de Dios se tratara

Escudo de Hezbolá

Según el analista en seguridad, José María Blanco Navarro, Hezbolá se caracteriza por una cuádruple dimensión, o cuatro identidades diferentes: un partido político, una milicia de resistencia, una organización terrorista y una organización social. Mediante el importante apoyo histórico de Irán y Siria, Hezbolá ha logrado disponer de un gran aparato de seguridad, actuar como una organización política y construir una red de servicios sociales en el Líbano, donde el grupo es a menudo descrito como un “Estado dentro del Estado”.


Hezbolá surge a comienzos de los años 80, durante la ocupación del Líbano por Israel, aunque algunos hechos previos fueron determinantes, destacando el regreso de estudiantes y clérigos chiís que retornaron al Líbano desde Iraq en los años 70. A comienzos de los años 80, miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán ya viajaban a Líbano para supervisar el proceso de movilización, reclutamiento, educación religiosa y entrenamiento militar de chiíes libaneses. Con ocasión de la ocupación israelí del año 1982, que tenía como objetivo acabar con los militantes palestinos que operaban desde el sur del país, los líderes chiíes se fraccionan en base a las líneas que consideran deben seguir. Aquellos que instan a una respuesta militar y la creación de un Estado islámico al estilo iraní rompen con el movimiento Amal, hasta ese momento líder de los chiíes, y forman Al Amal al Islamiya.


Con el apoyo de Irán extienden su influencia desde el valle de Bekaa hasta los suburbios del sur de Beirut. El actual líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, era miembro previamente de Al Dawa al Islamiya. Se trata de una formación inspirada en el clérigo iraquí Mohammed Baquir al Sadr, movimiento que evolucionó hasta formarse un partido con el mismo nombre, al que pertenece, por ejemplo, el anterior Primer Ministro de Irak, Nouri al Maliki.


Uno de los debates existentes es el del carácter de Hezbolá como movimiento de resistencia, que se justifica en su creación con ocasión de la ocupación israelí. En 1985 Hezbolá hace público un manifiesto, describiendo su ideología y objetivos, que es redefinido en noviembre de 2009 a través de un nuevo manifiesto publicado por su líder, Hassan Nasrallah. Los ataques suicidas contra la embajada de EE.UU. y el cuartel de los Marines en Beirut en octubre de 1983 favorecieron la imagen del grupo como líder de la resistencia chií. Pocos meses después de estas acciones, el presidente Reagan retiró a los marines estadounidenses, quienes habían sido desplegados en el Líbano formando parte de una fuerza de paz internacional.

En el ámbito de actuación, la base de Hezbolá se encuentra en las zonas de mayoría chií del Líbano, lo que incluye partes de la ciudad de Beirut, el sur del Líbano y el valle de Bekaa, una importante región agrícola al este del país. Después de la retirada de Israel del Líbano en 2000, Hezbollah continuó bombardeando de forma periódica a las fuerzas israelíes en la disputada zona fronteriza de las Granjas de Shebaa.


El apoyo de Irán y la exportación del modelo Hezbolá

Es conocido el apoyo de Irán a Hezbolá

Para hablar del Hezbolá, nos vemos obligados a relacionarlo con Irán y los conflictos actuales para mejor entender su existencia e ideología.


Desde finales de 2012, Irán ha exportado el modelo Hezbolá en Siria para la seguridad de sus operaciones en Oriente-Medio. En Irak, este método empezó a ponerse en práctica desde la invasión estadounidense en 2003, lo que ha permitido a Teherán tener una gran importancia en esta zona. El plan era crear un eje Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut como dominio chií. El termino "combatiente extranjero" se ha convertido en sinónimo de yihadista suní en los medios occidentales, pero el conflicto sirio-iraquí puso en marcha también el yihadismo chií.


Podemos decir que Irán intenta libanizar Siria al modo del Hezbolá creando un circulo de combatientes. Entonces, Hezbolá es la doctrina de la resistencia islámica puesta en práctica por las milicias jomeinistas con el objetivo de integrar toda la población chií en esta resistencia económica, política y social al servicio de Irán. La resistencia islámica es la versión chií de la teoría de la guerra total y permanente. La doctrina iraní de la Wilayat al-fakih vincula la lealtad religiosa, política y social al líder supremo de Irán en espera del regreso del duodécimo imam

Para algunos observadores, la proliferación de Hezbolá parece anárquico y condicionado por necesidades operativas. Sin embargo, organizado por los "Guardianes de la Revolución" (Pasdaran) y los soldados de elite de la Fuerza al-Qods, ayuda a intereses iraníes determinados. Por ejemplo, en Irak el objetivo era fragmentar ligeramente la comunidad chií para mejor controlarla. Creando cada vez mas milicias chiíes con la ayuda de Hezbolá, Iran impone a los chiítas iraquíes una relación de fuerza permanente. Pero esto se hace sin dividir mucho a la población para siempre tener un apoyo a la creación de fuerzas de movilización popular.


Lo vemos en Siria con la aparición de milicias chiíes multinacionales bajo el mando del Hezbolá con el objetivo de crear un “nuevo Líbano” donde la comunidad chií será la garante de los intereses iranís en el Levante. Este plan se ve en el posconflicto contra el ISIS donde Irán prevé su dominio creando el eje chií partiendo desde Teherán llegando hasta Líbano.


Yihad chií: usando el conflicto sirio, Irán apoya a las fuerzas anti-Daesh mediante el Hezbolá libanés

Así, a finales de 2012, los Guardianes de la Revolución y el Hezbolá han orientado a las fuerzas pro-régimen de Basahr al Asad hacia una retorica mas confesional. Las diferentes milicias chiíes que combaten en territorio sirio han sido entrenadas en Irán y Líbano. Con el fin de ganar a la población chií libanesa con el apoyo al conflicto, Hezbolá recurrió a diversos medios de propaganda como videoclips, canciones… Pero este uso no es nada nuevo por su empleo desde hace años por parte de Irán y sus milicias.


Hezbolá y la Fuerza al-Quds construyeron una red siria por la resistencia islámica creando diferentes grupos armados como el Hezbolá en Siria, las Fuerzas Jaafaritas y el Ejército del Mahdi (Resistencia adherente a la wilayat al-fakih).


Desde 2013, las milicias fueron progresivamente transformadas en fuerzas móviles para respuestas rápidas. De facto, era una nueva táctica de carácter militar con el objetivo de desplegarse al este de Siria, en el desierto y en la frontera iraquí para permitir el pasaje de armas y de materiales con destino al Hezbolá libanés. Del mismo modo en Iraq, donde existe una fuente de reclutas chií, Hezbolá aprovechó este hecho con la invasión americana en 2003. Por ejemplo, el grupo "Falanges del Hezbolá" es la rama armada del Hezbolá iraquí.


Surgen multitud de movimientos Hezbolá o bien de grupos inspirados de su modus operandi con el simbolismo del grupo libanés. Así, Teherán tiene un interés táctico para fragmentar las organizaciones político-militares chiíes iraquíes además de la ayuda a milicias operando en Siria.


La internacionalización de Hezbolá

Nasrallah, Jamenei (lider de Irán) y el difunto general Soleimani

El secretario general del Hezbolá libanés, Hassan Nasrallah, anunció en mayo 2013 su yihad en Siria. Las milicias del Hezbolá, bajo el mando de Teherán, adoptaron una táctica similar al Hezbolá libanés, el cual ha podido congelar cualquier intento en contra de sus intereses.


Con el acuerdo de Doha en 2008 se puso fin a los combates entre el Hezbolá y el bloque antisirio en Beirut y el valle de la Bekaa. Así, el Hezbolá, gracias a su repartición demográfica y a sus alianzas con ciertos partidos políticos libaneses como el partido del presidente de la Republica libanesa, Michel Aoun, garantiza su poder no dudando en hacer caer cualquier gobierno que intente perturbar sus operaciones.


Se sospecha que Irán financia a Hezbolá con decenas de millones de dólares y entrenamiento militar

Además, vemos que en los últimos años de expansión de gobiernos populistas en América Latina, el grupo terrorista libanés Hezbollah ha logrado aceitar sus nexos en diferentes ámbitos, tanto "empresariales" como políticos. Pero se sospecha también de sus vinculaciones con el narcoterrorismo, además del padrinazgo político y económico del régimen iraní, entre otros. Esa "red de contención latinoamericana" es por lo que son acusados de conseguir dinero sucio para solventar sus atentados y su actividad militar en Medio Oriente. Por todo lo anterior, no pocos analistas consideran que una de las principales fuentes de dinero para Hezbollah son los grupos armados que operan en la región: los terroristas de FARC y los miembros de los cárteles como los Zetas y el Cártel de Sinaloa, el primero, colombiano, y los dos últimos, de México.


Según una investigación realizada por la periodista venezolana Patricia Poleo, El-Aissami y otros presuntos miembros de Hezbollah en Venezuela son los encargados de reclutar jóvenes en su país para que mantengan un fuerte entrenamiento en el sur del Líbano. Se acusó a varios cargos políticos venezolanos de formar parte de este entramado.


El informe de Alberto Nisman, el fiscal especial argentino encargado de investigar el ataque terrorista a la sede de la Asociación Mutual Israelita (AMIA) en Buenos Aires - que en 1994 acabó con la vida de 85 personas e hirió a otras 300 -, en el que se alertaba de la presencia de células extremistas en al menos 12 países de la región, reavivó el debate sobre la presencia y el grado de la amenaza de Hezbolá en América Latina.


El documento de Nisman se sumaba a los últimos estudios del Departamento de Seguridad Nacional y del Tesoro de EEUU sobre la expansión de la organización en Venezuela y los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Se indicó que fue gracias a la relación labrada entre el fallecido Hugo Chávez y el ex-presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad -cuyo país es el principal patrocinador de Hezbolá- y sobre los vínculos entre la milicia y los cárteles de la droga mexicanos y la guerrilla colombiana de las FARC, para lavar dinero y financiar sus actividades terroristas.


En octubre de 2008 se desarticuló una red de contrabando de cocaína en Colombia, señalando los investigadores que “los beneficios de la venta de drogas iban dirigidos a la financiación Hezbollah”. En 2008, la Policía alemana descubrió 8,7 millones de euros en el equipaje de unos libaneses en el aeropuerto de Frankfurt, con trazas de cocaína.

Con relación a España, en noviembre de 1989 fue descubierta una célula de Hezbolá en la ciudad de Valencia. Estaba compuesta por varios miembros y colaboradores locales del "Partido de Dios". La célula fue descubierta después de que un gran arsenal de armas (incluyendo explosivos y detonadores) fuese hallado a bordo de un barco que había llegado a España desde el Líbano a través de Chipre. Los miembros de la célula fueron detenidos y las armas fueron descubiertas en sus hogares. Estos admitieron durante el interrogatorio que tenían intención de utilizar las armas para llevar a cabo ataques terroristas contra objetivos israelíes y estadounidenses en Europa.


Estrategia y propaganda de Hezbolá

Hezbolá tiene su propio canal de TV: Al-Manar

La comunicación de Hezbolá ha reproducido y perfeccionado los pilares centrales de la identidad que obtuvo el triunfo en la Guerra del Líbano de 2006 (para la mayoría de analistas, Israel perdió ese conflicto). No han renunciado a la ambigüedad estratégica que protege el hermetismo de la organización, a la par que dejan margen al comportamiento pragmático en detrimento de la ideología.


Mantiene la predominancia y guía la narrativa del mayor porcentaje de discursos y declaraciones, sometiéndose Hezbolá a lo que numerosos analistas han llamado un proceso de “Lebanización”. La cristalización de este modelo constituye un indicador del objetivo de máxima prioridad que ha adoptado la organización en su existencia como actor político, singular y diferenciado: la acaparación del poder político, el apoyo social y el centro de la estructura de seguridad en Líbano.


Una meta particularmente importante en el contexto actual, a la luz de las elecciones generales de 2018, es la imagen que dan cada vez más alejada de la órbita iraní; una relación horizontal y no de dependencia: "Somos aliados orgullosos de Irán, pero Teherán no interviene en los asuntos de Líbano en absoluto; Irán no tiene detenido al presidente libanés". Lo dijo Hassan Nasrallah, aludiendo a las acusaciones del Gobierno saudí con respecto al primer ministro libanés, Saad Hariri, sobre su ayuda militar a los rebeldes yemeníes, a través de Hezbolá.


Arabia Saudí considera, al igual que sus aliados yemeníes, que el conflicto en Yemen se está alargando por el apoyo que los rebeldes hutíes reciben de Hezbolá. Los saudíes consideran que es Irán el que dicta la agenda exterior del Líbano. E Israel también señala a Irán como mentor del Líbano: si la mera supervivencia de Hezbolá representaba una amenaza para la seguridad nacional israelí, su creciente influencia en las estructuras del país vecino deriva en un estrechamiento de las alternativas a una eventual escalada del conflicto.


Como evolución estratégica, en los primeros años de la guerra de Siria, el "Partido de Dios" (como recordamos que significa su nombre) no admitía en su propaganda el despliegue de operativos en territorio sirio hasta que muertes confirmadas de varios miembros de Hezbolá alcanzaron los medios internacionales, y la justificación retórica se atribuyó a la obligación sagrada de impulsar el Yihad.


La participación en la guerra de Siria está siendo una cuestión especialmente sensible para Hezbolá, pues viene mermando su credibilidad en Líbano y la legitimidad radicada en la resistencia contra Israel. Sin embargo, constituye una necesidad estratégica por las siguientes causas:

  • Garantizar el corredor regional para el envío de armas y logística

  • Perpetuar la existencia del “eje de resistencia” Irán-Siria-Hezbolá

  • Neutralizar la amenaza desestabilizadora en la frontera por el ISIS y otros grupos terroristas de corte suní

  • Desgastar la influencia estadounidense y de sus aliados en la región

El recurso del imaginario y el lenguaje islámicos componen la cobertura principal de los intereses geopolíticos de Hezbolá, moldeando la narrativa chií de forma que queda conectada a la identidad de resistencia, un valor muy interiorizado en la comunidad de los imames.


Un relato muy habitual en los medios propagandísticos de Hezbolá es la mitológica guerra de Karbala, que ensalza el martirio de uno de los hijos de Alí, Hussein. No obstante, la identidad proyectada por Hezbolá procura evitar un discurso sectario y de confrontación que exalte la imagen del expansionismo chií, fundamentalmente para no perder apoyos en la altamente dogmatizada sociedad libanesa. Al Manar TV desmentía una supuesta declaración de Nasrallah que atribuía la participación de Hezbolá en Siria al chiísmo, y no al deber de defender el gobierno de Bachar Al Assad.


En este sentido, el portavoz del "Partido de Dios" no niega la estrecha alianza con Siria sino que, efectivamente, elogia al régimen alauí por ser el único país en la región, además de Irán, que se opone abiertamente a la “invasión” de EE.UU. e Israel. Aquí, la comunicación estratégica vuelve, una vez más, a la idea de resistencia.


Por su parte, los llamados grupos rebeldes se representan como producto de la injerencia occidental, es decir, del imperialismo estadounidense. De esta forma, la propaganda intenta eludir el potencial rechazo de los sectores suníes de la región, especialmente en el seno de la sociedad libanesa.


El discurso se vuelve más frontal al hacer referencias críticas al ISIS. El mensaje más común califica a sus miembros y simpatizantes de “falsos seguidores del Islam” y de psicópatas sin principios ni honor. Publicaron un vídeo propagandístico en el que operativos de Hezbolá trataban a prisioneros del Daesh con dignidad, casi adhiriéndose a los preceptos del Derecho Internacional Humanitario. Igualmente, la lucha contra el ISIS se usa para reforzar la imagen de actor con poder y decisión para asegurar la prosperidad de la Región, y de buscar el alineamiento con la comunidad internacional cuando sea necesario.


Todo esto se reflejó en las últimas elecciones generales en las que el actual presidente libanés, Michel Aoun, resultó victorioso: la política del país se vio sumida en la tradicional escisión religiosa que divide a los sunitas y a los chiíes. La elección del cristiano maronita Michel Aoun, ex comandante del ejército en la Guerra Civil Libanesa y perteneciente al bloque de aliados políticos de Hezbolá, deja en evidencia que ante todo Líbano quiere mantenerse fuerte y unido frente a los conflictos y amenazas que colindan con el país.


El consenso libanés no ha de entenderse como un acuerdo sin más, que deja el gobierno al candidato que más votos ha recabado. En el contexto regional de la rivalidad musulmana, que un bloque suní deje el gobierno en manos de un candidato respaldado por Hezbolá no es sino un esfuerzo por consagrar Líbano como una potencia más. Líbano quiere ser hegemónico, quiere ostentar liderazgo y quiere ser reconocido como un estado fuerte más.


En definitiva, la estrategia libanesa es un movimiento más en el juego de poder que ha hecho que Oriente Medio esté sumida en guerras y sea un nido de terroristas. Líbano deja claro que, al margen de las rivalidades internas por el poder del país, en política exterior los bloques deben aunar fuerzas. Independientemente de quién gobierne Siria o del poder que alcancen los autoproclamados abanderados de las escisiones musulmanas - Arabia Saudí e Irán -, Líbano es un país fuerte, que se ha decantado por quienes mejor preservan su independencia, alejándose del supuesto cobijo que podría haber dado Arabia Saudí y posicionándose en el bando que, si bien no responde a una mayor fuerza a nivel mundial, mantiene la fuerza en la soberanía que Líbano defiende en su área de influencia.


La proyección identitaria a nivel estatal se basa en la articulación del eje resistencia-pueblo-ejército como un todo compacto, dando lugar a una narrativa nacionalista que pretende abarcar al conjunto de grupos etnorreligiosos de Líbano, contra el enemigo común paraa todos ellos que representa el Estado de Israel. Al frente, se exalta el rostro securitario-militar y social de la formación, tal y como relata el eslogan de Hezbolá (“Nosotros construiremos y nosotros protegeremos”). De esta manera, se apropian de las funciones en defensa y seguridad que legalmente corresponderían al Estado.


Organización de Hezbolá

Mapa en inglés: zonas de control de Hezbolá desde la guerra de 2006 (en verde)

El Secretario General de Hezbolá es elegido por los siete miembros del Consejo de la Shura; desde 1993 ocupa ese cargo Hassan Nasrallah, tras la muerte a manos de militares israelíes de Abbas al-Musawi, co-fundador de la organización. Cinco subcomités o asambleas se encargan de las principales actividades del grupo: Asamblea Política, Asamblea del Yihad, Asamblea Parlamentaria, Asamblea Ejecutiva y Asamblea Judicial.


Hezbolá legitima su brazo armado como defensa por las agresiones israelíes acusando públicamente al ejército libanés de incompetencia, falta de voluntad y preparación, alzándose Hezbolá como el sustituto adecuado. Esto, junto a su poder armamentístico, le convierte en un Estado dentro del Estado libanés.


El "Partido de Dios" dispone de armamento pesado, reconociendo tener un gran arsenal de cohetes Katyusha-122, cien misiles de larga distancia -como los iranís Fajr-3 y Fajr-5, el último de los cuales tiene un alcance de 75 kilómetros, y los Zelzal-1, con un alcance de 150 km. El especialista israelí en temas militares Eli Bar-On opina que la organización libanesa tiene capacidad para atacar todos los enclaves estratégicos de Israel.


Amos Yadlin, director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel considera que si Hezbolá supera una línea que se considere una verdadera amenaza para el País, el Gobierno debiera llevar a cabo un ataque preventivo. No se refiere a sus numerosos misiles de todo tipo (aunque también preocupan y mucho) sino a los de precisión, estableciendo esa línea de alto riesgo en una cantidad que oscile los 500 misiles de precisión, contando actualmente la organización libanesa con unas pocas docenas.


En 2010, el Secretario de Defensa de EEUU señalaba que Hezbollah disponía de más misiles que muchos Estados, en una cifra aproximada de 100.000

La estimación anterior es de hace más de diez años. En la actualidad se cree que cuentan con más de 150.000 misiles (entiéndase de todo tipo, no de alta precisión), según afirmó el general de división israelí Yitzhak Brick en febrero pasado. Así hemos visto que Hezbolá se ha hecho muy poderoso a través de su implicación en el gobierno libanés. Algunos sectores internos han mostrado su deseo de abandonar las armas y convertirse en un partido político como los demás.


Es una situación muy complicada del país porque puede convertirse en una guerra civil que ningún libanés realmente quiere sufrir de nuevo además de la tensión regional que Hezbolá mantiene con Israel y la corriente sunní del islam. Pero con todo su poder en Líbano también tiene sus debilidades como el flujo de dinero.


El acuerdo nuclear de 2015, en principio, suponía una mejora económica para el Hezbolá, pero lo que ocurrió fue al revés. En 2017 Hezbolá dejó de pagar un sueldo mensual a los nuevos reclutas que combatían en Siria lo que pudiera estar mejorando desde que cuentan con el apoyo del Gobierno libanés. Otro punto sería el respaldo popular que puede ir cambiando teniendo en cuenta las bajas que ha sufrido en la guerra de Siria.


Las Fuerzas Armadas y Servicios de Inteligencia españoles conocen bien a Hezbolá. El contingente español más grande en el extranjero se encuentra en Líbano como parte de la FINUL. La misión es la de vigilar el cese de hostilidades entre el Hezbolá e Israel, acompañando y asistiendo a las Fuerzas Armadas libanesas en el sur del país y a lo largo de la separación entre ambos países, la denominada Línea Azul.


La Misión española, que llegó a contar con un máximo de 1.100 militares, se mantiene desde 2012 entre 600 y 700 soldados (actualmente 618). El grueso del contingente en la Operación Libre Hidalgo se encuentra en la base Miguel de Cervantes, cerca de la localidad de Marjayún, donde está el Cuartel General del sector Este, liderado por España.

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