Por primera vez en su Historia, un presidente de los Estados Unidos se dirige a la nación (y al Mundo) con tan solo cien días en el poder
Con motivo de sus primeros cien días de Gobierno al frente de la nación más poderosa del Planeta, Joe Biden se dirigió a los norteamericanos (pudiera decirse también que al mundo entero) desde el Congreso de los Estados Unidos. Nunca un presidente de ese País lo había hecho, no al menos llevando tan poco tiempo en el poder.
Seguramente tomó la iniciativa él mismo ya que si no hay precedentes, pensar que sus asesores se lo recomendaron no parece lo más acertado. Pero el presidente es consciente de que su popularidad no ha crecido tras estos primeros meses de mandato, con la brutalidad policial reflejada en los noticiarios, la política abierta para con la inmigración irregular que no convence siquiera a su propio partido y sus torpezas diplomáticas.
Considera Biden que sus ideas progresistas calarán en el pueblo, a saber:
Está a favor de que haya ONGs que asesoren a mujeres con respecto al aborto o les faciliten los medios para que lo realicen.
Su feminismo queda patente al escoger a una mujer como primera vicepresidenta de la Historia de los Estados Unidos.
Se ha comprometido a la reducción de un 50% de gases contaminantes para 2030.
Defiende las bodas entre personas del mismo sexo y que las personas transexuales tengan las mismas posibilidades de acceso a todo tipo de actividades que las heterosexuales.
Ha sustituido al frente de la política de vacunación al gestor procedente de la industria farmacéutica que colocó en ese puesto Trump por un médico con experiencia en sanidad pública.
Ha ordenado que se regulen más estrictamente los contaminantes químicos y las centrales térmicas que usan el carbón.
Apuesta por una industria automovilística más limpia, con energías renovables como la eléctrica.
Se mantienen los enemigos: China y Rusia
Cuando se habla de supremacía militar, Biden continúa la línea conservadora de su predecesor de garantizar que los Estados Unidos continúen siendo la principal superpotencia del Mundo.
Ya ha declarado a los medios que las Fuerzas Armadas seguirán presentes en los Océanos Índico y Pacífico con todos sus efectivos. Lo mismo ha dejado claro con respecto a las Bases militares en Europa y es que para Biden, el enemigo exterior es China y su régimen autocrático que desea, mediante una competencia feroz, desplazar a la libertad de expresión que garantiza EE. UU. Esa es la bandera que enarbola para recuperar alianzas, en especial en Europa, dirigiéndose a una Segunda Guerra Fría en la que no se olvida de Rusia, su segundo objetivo después de Pekín.
Biden ve a Rusia como instigadora que interviene, mediante tácticas cibernéticas, en asuntos internos de los Estados Unidos por lo que Washington expulsó a varios diplomáticos rusos de suelo estadounidense (en respuesta, Moscú hizo lo mismo).
Además, sancionará a las empresas norteamericanas o de cualquier otra región del Mundo que adquiera bonos de la deuda pública rusa, la medida que más ha molestado a Moscú.
Las inversiones públicas: panacea para mantenerse en el poder
Biden se ha mostrado claramente proteccionista al firmar una orden que presionará al Gobierno de la Nación para que sus adquisiciones se hagan a empresas de los Estados Unidos y no del exterior.
Aboga por reducir la privatización de servicios públicos como la orden al departamento de Justicia para que se elimine, de forma paulatina, la gestión de prisiones en manos privadas.
Considera que, de esta manera, dejarán de producirse abusos en las cárceles hacia los presos, en especial, los inmigrantes irregulares.
Anuncia, a bombo y platillo, que no subirá los impuestos salvo a los que ingresen al año más de 400.000 dólares, el uno por ciento de la población. Pero tal vez no se ha dado cuenta (o sí) de que fijar como objetivo de su política recaudadora a los ricos, pone también en el punto de mira a las clases medias que lo son, en parte, gracias a que las grandes empresas les dan trabajo.
Biden cree que aumentando considerablemente las inversiones públicas no solo generarán empleo, sino que mejorarán los servicios que ofrece la Administración, con lo que, si las compañías privadas se vieran amenazadas, el Estado acudiría en ayuda de los ciudadanos.
Uno de los sectores en lo que cree que pudiera generar nuevos empleos o reubicar los que se pierdan al aumentar los impuestos a las grandes empresas es el energético en el que espera conseguir, en la presente década, que el 80% de la energía que se consuma en el País sea limpia y renovable (y sin carbón para 2035). Para ello, invertirán en centrales eólicas, fotovoltaicas, nucleares e hidroeléctricas. Pero la broma costaría a las arcas públicas en torno al billón y medio de dólares.
La Administración Biden sugiere que para dentro de nueve o diez años, todos los vehículos que se fabriquen debieran ser eléctricos, en los Estados Unidos y un 80% los de transporte y servicios públicos. Sería el principal estímulo para que se abandone la energía que se extrae de combustibles fósiles a favor de la eléctrica. Si el objetivo se consiguiera, el País contribuiría a que se frenara el calentamiento global considerablemente.
La diplomacia de las vacunas
El problema más acuciante en este momento es la pandemia de la COVID-19 y el presidente Biden se propuso acelerar la vacunación, lo cual ya ha conseguido, con más de la mitad de la población con, al menos, una dosis.
Debido a que acumularon una enorme cantidad de viales de diferentes vacunas y visto que tienen de sobra para inmunizar a toda la población, la Administración Biden se ha propuesto demostrar su buena fe hacia el Mundo donando decenas de millones de dosis a los Países que más lo necesiten. De hecho, numerosos latinoamericanos viajan a los Estados Unidos (entiéndase quiénes poseen medios para ello), para que les vacunen al no poder hacerlo en sus Países con existencias limitadas.
Pero en esa donación masiva tenemos que matizar un detalle. Se trata de 60 millones de dosis de AstraZeneca, la cual ha sido desechada en Estados Unidos, donde apuestan por Pfizer, Moderna y Janssen. ¿Qué hacen con todos esos viales? La mejor solución: donarlas para que parezca que es un acto de buena voluntad cuando en realidad es que nadie quiere inyectarse la AstraZeneca en los Estados Unidos.
Teniendo en cuenta la notoria falta de vacunas en Iberoamérica, para evitar que tanto China como Rusia, que están donando a la región, adquieran gran influencia política en la zona, Washington se plantea enviar sus excedentes de AstraZeneca a sus vecinos del sur. Es más, Brasil ha prohibido que se administre en la población la vacuna rusa Sputnik V, sospechándose que Washington tenga algo que ver en tal decisión.
En los Países hispanoamericanos la situación es muy complicada y aceptarían de buen grado la AstraZeneca que en los Estados Unidos han desechado. No en vano sigue administrándose en otros lugares, incluida España: en la Comunidad Foral de Navarra se aprobó reanudar la vacunación con AstraZeneca, en el rango de edad de 60 a 66 años, a pesar de las reticencias por sus posibles efectos adversos (aunque el porcentaje de casos sea ínfimo). La decisión se ha tomado debido a la falta de existencias de otras vacunas para frenar el repunte de casos en territorio navarro.
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