Las armas de destrucción masiva son uno de los objetivos clásicos de las grandes organizaciones terroristas.
Los grupos terroristas han sentido una atracción particular por el empleo de las ADM (armas de destrucción masiva) y no existe razón para pensar que ésta puede disminuir en el futuro, toda vez que el empleo de este tipo de sustancias y armamentos es normalmente consustancial a los objetivos perseguidos, pudiendo causar un gran daño en impacto mediático y psicológico con pocos medios.
Dentro de las posibilidades de este tipo de terrorismo podrían contemplarse las probables actuaciones de grupos con ideologías religiosas, apocalípticas, anti-sistema, antiglobalización o hiper-nacionalistas de tendencia violenta. Las dos últimas ideologías podrían estar motivadas en la negativa a la apertura de fronteras que preconiza el fenómeno de la globalización.
A pesar de los esfuerzos internacionales para la prevención del terrorismo de las ADM, reflejados en la resolución 1540 de Naciones Unidas, existe la posibilidad de que un grupo terrorista adquiera o fabrique sustancias o armas de estas características. Existen ejemplos anteriores de grupos como Aum Shinrikyo y Al-Qaeda y en el pasado reciente se ha constatado su empleo por el autodenominado Estado Islámico en Irak y Siria (DAESH). No obstante lo anterior, los grupos terroristas tienen limitaciones en cuanto a recursos o capacidades, aunque cualquier resquicio en el control de estos materiales podría ser aprovechado para la proliferación terrorista.
Amenaza terrorista nuclear
Así pues, la producción de material fisible necesita de un sofisticado programa que está limitado al ámbito de algunos Estados. Sin embargo, el contrabando de este material, principalmente el uranio altamente enriquecido (HEU, por sus siglas en inglés), podría conducir a que uno de estos grupos pudiese confeccionar un Artefacto Nuclear Improvisado (IND) en el caso que no se ejerciese un férreo control sobre este material en un futuro.
Existen otras posibilidades de actuación del terrorismo en al ámbito nuclear. Una de éstas podría venir de la mano de la aprobación de un arma nuclear, ya sea mediante la aportación de un agente estatal, utilizando el grupo terrorista a modo de “proxie”, o que este sea haga con un arma de este tipo como consecuencia de que un estado nuclear fallido haya perdido el control de su armamento. Otra posibilidad podría ser el ataque sobre una instalación nuclear y finalmente existe la viabilidad de emplear una fuente radiactiva fuera del control regulador, que pueda utilizarse como Dispositivo de Emisión Radiológica (RED) o Dispositivo de Dispersión Radiológica (RDD), siendo un tipo de éstos la llamada “bomba sucia”.
Afortunadamente, existen iniciativas en el campo nuclear como la citada Resolución 1540, la Nuclear Terrorism Convention, la Convention on the Physical Protection of Nuclear Material, la Nuclear Threat iniciative o los esfuerzos que se están desarrollando en la ciencia forense nuclear para prevenirlo y, en la medida de lo posible, evitarlo.
Aunque es complicado predecir riesgos en intervalos de plazos, en el ámbito nuclear todo parece apuntar a que en un corto período se podría contemplar la posibilidad de un atentado con un RED o RDD. Según evolucionen las medidas de control sobre el tráfico de HEU se podría contemplar la posibilidad de un atentado con IND en un medio plazo y más a largo plazo y con un grado de posibilidad aún más remoto existiría alguna probabilidad de que un arma nuclear fuese traspasada a algún grupo terrorista, en el caso que un estado nuclearizado se disgregase.
Amenaza biológica y química
En el ámbito biológico y químico, las posibilidades que se le abren al terrorismo en un futuro son mucho más amplias de lo que pudiera ser el campo nuclear. Los avances tecnológicos que se prevén abren la puerta a la posible utilización de tecnología dual por actores cada vez más descentralizados y con acceso a conocimientos y materiales que permitan realizar los procesos de síntesis de agentes o precursores de armas químicas. En este sentido, estas armas serían el “recurso barato”, que dentro de una mayor probabilidad de acaecimiento podría desencadenar un acontecimiento de proporciones inmensas, en el caso que el grupo o individuo terrorista en cuestión encontrase el lugar y momento idóneo para su dimensión.
En el ámbito químico existe la posibilidad actual y proyectable a un futuro inmediato del empleo de agentes químicos de guerra por parte de grupos combatientes o terroristas que los hubieran obtenido como consecuencia del colapso de un Estado, siendo el actual caso de Siria. Igualmente se conocen recientes casos, que se podrían volver a producir en un futuro próximo, como la confección por parte del Daesh de agresivos químicos básicos derivados del cloro o iperita, a partir de sustancias precursoras.
La posibilidad de la fabricación de agentes químicos más efectivos es todavía un verdadero escollo para actores no estatales, pero los avances tecnológicos podrían poner esta capacidad a su alcance en un medio plazo.
Además, hay que tener en cuenta que la convención para las Armas Químicas no fue diseñada como una convención antiterrorista, sino que se orientaba a la prohibición masiva de agentes químicos de guerra o sus precursores. Con las capacidades actuales del régimen de verificación es más que posible que pequeñas cantidades de precursores puedan ser desviadas, sin ser detectadas, para la confección de un agresivo químico por parte de un grupo terrorista.
En cuanto a las posibilidades del terrorismo biológico hay que constatar que muchos de los equipos con los que se puede desarrollar un agente biológico son de tecnología de doble uso y de aplicación directa en el campo de la medicina, veterinaria o farmacia, entre otros. Para su producción, en niveles reducidos, es suficiente equipamiento un laboratorio. Sin embargo, hay que diferenciar lo que es un agresivo biológico de un arma biológica, ya que para poder tener las características de la segunda es necesario que el agresivo se encuentre en determinadas condiciones de conservación y diseminación, los cuales son difíciles de alcanzar sin una tecnología sofisticada. No obstante, esta producción en pequeña escala nos puede conducir, en un futuro inmediato, a casos como los que ya se han producido, siendo uno de los más significativos los ataques con ántrax mediante cartas, que aunque no produjeron gran número de víctimas, sí consiguieron la paralización de servicios y un gran impacto psicológico en la población estadounidense. Del mismo modo se podrían producir contaminaciones de agua o alimentos, que dependiendo del nivel de la cadena de abastecimiento en el que se produjese, podrían afectar en mayor o menor número a determinados agrupamientos humanos o de otros seres vivos.
Sin embargo, el futuro empleo de armas biológicas podría desarrollarse por parte de grupos terroristas, teniendo en cuenta la transferencia de conocimientos existente en la actualidad y los avances tecnológicos que se prevé que puedan darse en un futuro a corto-medio plazo. Estos avances, unidos a la posibilidad de contar con personal con experiencia, podrían poner a disposición de estos grupos o individuos la capacidad de dotarse de agentes biológicos más sofisticados y en mayores cantidades que los que actualmente tienen al alcance de la mano. Más adelante podría considerarse la posibilidad de avances científicos que pusiesen a disposición de determinadas audiencias la capacidad de desarrollar productos desarrollados mediante ingeniería biológica o manipulación genética.
En este contexto hay que tener en cuenta el grado de vulnerabilidad de los servicios de control epidemiológico, especialmente frágiles en países poco desarrollados. En esta situación es muy difícil la detección temprana de brotes epidemiológicos, la distribución y administración de tratamientos y la contención y descontaminación del peligro biológico.
A todo lo anterior hay que sumarle el limitado alcance de la Convención de Armas Biológicas, que no posee un régimen formal de verificación. Por ello, la transferencia a manos terroristas de un producto biológico desde centros de investigación o industriales, es una posibilidad factible.
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Fuentes:
CASTRO TORRES, José Ignacio, “El Futuro de Ploriferación NRBQ: la sombra del cisne negro”. Documento de Análisis, Instituto Español de Estudios Estratégicos.
UNAL, Beyza, AGHLANI, Sasan, “Use of Chemical, Biological, Radiological and Nuclear Weapons by Non-State Actors Emerging trends and risk factors”, Lloyd´s Emerging Risk Report, Chatam House, The Royal Institute of International Affairs, 2016, p.4.
HUMMEL, Stephem, “The Islamic State and WMD: Assesing the Future Treat”, Combating Terrorismo Center Centinel, West Point, NY, January 2016.
RYAN, Jeffrey R, GLARUM, Jan F, “ Biosecurity and Bioterrorism: Containing and Preventing Biological Threats”, Elsevier, Burlington, MA, 2008, pp 140-142.
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