España demuestra una vez más su solidaridad internacional, pero ¿servirá de ejemplo? ¿Ha calibrado bien el Gobierno español lo que está haciendo?
España se ha convertido, a ojos del Mundo, en el País más solidario del Planeta. Los españoles ya sabíamos que nos merecemos ese honroso “título” ya que llevamos un cuarto de siglo siendo los que más donaciones de órganos aportamos a los trasplantes quirúrgicos, más de la tercera parte de la población colabora de algún modo con alguna ONG de los que casi el 30% aporta donaciones económicas y el resto participa como voluntarios; son más de 15.000 españoles los que cooperan, de modo directo, en 35 misiones humanitarias por todo el Mundo, siendo el segundo País que más dinero aporta a proyectos para el desarrollo. En España hay miles de asociaciones de todo tipo para solucionar problemas de índole social y cultural.
Pero eso lo sabíamos nosotros, los españoles y algunos funcionarios de organismos internacionales. Sin embargo, de repente, la opinión pública internacional reconoce a España como el Estado más humanitario, al hacerse cargo del barco Aquarius que transporta a 629 inmigrantes, hacinados y abandonados a su suerte desde que los Gobiernos de Italia y Malta, los Países a donde primeramente se dirigían, les negaran el atraque en ninguno de sus puertos. Ante tan desastrosa situación, el nuevo Gobierno español toma la decisión de permitir que se dirijan al Puerto de Valencia. Este cambio de rumbo les supone a las asociaciones internacionales que se han hecho cargo del barco, Médicos Sin Fronteras y Sos Mediterranée, navegar cientos de millas hacia España con la amenaza de un fuerte temporal en los días que dura la travesía. Mientras tanto, lo que sí ha permitido Italia es que les lleguen alimentos para que sobrelleven el viaje de cuatro días, lo que han facilitado los servicios de rescate marítimo del País transalpino además de transbordar a 400 de los inmigrantes a dos barcos, de la Armada y la Guardia Costera, para aliviar el hacinamiento hasta su llegada a España. Por su parte, colabora con la tripulación el Cuerpo de Socorro de la Orden de Malta, reconocida como Estado sin territorio, pero con numerosos recursos humanitarios.
En España se preparan para la llegada de los tres barcos: varias Comunidades Autónomas y Ayuntamientos ya han manifestado su intención de acogerles en sus respectivos territorios y a través de las redes sociales, muchos usuarios ofrecen alojamiento, alimentos y otros productos básicos. Hasta que se decida el plan de actuación definitivo, el de urgencia prevé que los pasajeros de la flotilla de inmigrantes que se aproxima a España sean acogidos, de modo temporal, en unas instalaciones abandonadas que se han acondicionado debidamente, en el Puerto de Valencia, con 1.700 metros cuadrados. La Generalitat valenciana, que es la que coordinará las acciones de acogida en el marco de la que ya ha denominado el Gobierno español como Operación “Esperanza Mediterránea”, asegura que los inmigrantes estarán en ese refugio no más de cuatro días, donde serán atendidos por los servicios sanitarios y sociales, estudiando cada caso para decidir sobre su futuro que presumiblemente será su reubicación en diferentes municipios españoles, excepto los menores de edad que con casi toda seguridad se quedarían en la Comunidad de Valencia. Se activará la red de 133 ciudades valencianas que se comprometieron en 2015 a la acogida de refugiados y solicitantes de asilo. La Diputación Provincial de Valencia también ha ofrecido instalaciones propias que estaban en desuso, muy cerca de un complejo sociosanitario con lo que su atención, en este sentido, sería más adecuada.
El Ministerio del Interior desplazará a los agentes de Policía necesarios para agilizar las labores de identificación de los inmigrantes y determinar quiénes pueden acogerse como refugiados. La ruta de acceso a Europa más peligrosa es la libia. Los que consiguen sobrevivir al tráfico de esclavos que se lleva a cabo en este País por las mafias de trata de personas se aventuran en la epopeya del Mediterráneo en improvisadas barcazas con la esperanza de que los vientos marinos les llevarán a las costas europeas, dándoles igual los peligros de ese inmenso mar que desconocen; lo que sea, antes de regresar al infierno del que han conseguido escapar.
La Operación “Esperanza Mediterránea” instará a los centros de salud y juzgados a doblar sus jornadas laborales o interrumpir los días de descanso del personal mientras dure la emergencia ya que no solo hay que atender a los enfermos sino también identificar a todos los inmigrantes y no hay tiempo que perder. El Colegio Oficial de Abogados de la Comunidad de Valencia también se ha ofrecido para atender las consultas legales y se hará un gran esfuerzo en cuanto a traductores puesto que se han comprometido a facilitar un intérprete por cada inmigrante o familia.
En un principio se barajó la posibilidad de que la flotilla con los inmigrantes arribaran al Puerto de Palma de Mallorca, más próximo a donde se hallaban, pero finalmente se decidió que continuara hasta Valencia, con más recursos para la acogida. Aun así, el Gobierno Balear ya ha manifestado su apoyo a la Operación “Esperanza Mediterránea” ofreciendo sus instalaciones de acogida para recibir a una treintena de inmigrantes de forma inmediata y buscando otros edificios por si fueran necesarios en un futuro próximo, que esperan estén listos en un par de semanas. La Cruz Roja gestiona un albergue en la Platja de Palma que ya se encuentra al 86% de su capacidad.
Save the Children ya ha solicitado amparar a los 123 menores que viajan en el barco, de los que once son niños y niñas además de que hay siete mujeres embarazadas. UNICEF ha enviado a varios de sus funcionarios.
¿Está España preparada para la acogida?
Ahora bien, ¿verdaderamente el Gobierno español ha pensado lo que hace o es una medida populista para ganar adhesiones? Teniendo en cuenta que ha llegado al poder de una forma poco ortodoxa, tras una polémica moción de censura y con el apoyo de numerosas formaciones políticas dispares, sin ser el partido con mayor representación parlamentaria, tal vez lo que busca el nuevo ejecutivo es conseguir una buena imagen internacional que le avale y de camino conseguir más intención de voto de cara a las próximas elecciones en España. Pero, una cosa son las buenas intenciones y otra saber llevarlas a cabo para que no acaben en meras palabras sin que se solucione el problema de los inmigrantes. En ese caso, se habrían convertido en meras herramientas políticas. Y es que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado ya ha recordado que el programa de asilo español cuenta con 8.500 plazas estando todas ocupadas, a día de hoy, con una lista de un millar de personas esperando una plaza. Otras 2.000 personas son atendidas por el Programa de Atención Humanitaria y otras 200 más se encuentran actualmente en diferentes hostales como medida de emergencia mientras se soluciona su situación. O sea, el sistema de acogida en España está colapsado sin personal suficiente para estudiar caso por caso y determinas quiénes tienen derecho de asilo y quiénes no.
De hecho, en España no hay aún reglamento de asilo, el cual se supone que debiera haberse aprobado hace ocho años, la anterior vez que gobernaron los socialistas, y en cambio sigue siendo una asignatura pendiente. Por lo tanto, ahora el nuevo Gobierno socialista de España, deseoso de buena imagen, no ha dudado en socorrer al Aquarius, y sin duda es un acierto porque esas personas estaban exhaustas y como humanos que somos debemos ayudarles. Pero, cuando ya no sea noticia, cuando ya no haya fotos que hacerse ni entrevistas que conceder, ¿seguirá habiendo predisposición para ayudarles o les pasará como a tantos otros inmigrantes olvidados que llevan años esperando esa ayuda en España?
La vicepresidenta del Gobierno rechaza la crítica de varios partidos de la oposición parlamentaria que opinan que la decisión del ejecutivo supondrá un efecto llamada para miles de inmigrantes que a partir de ahora no dudarán en marchar hacia España, con el consiguiente problema que conllevaría al no poder atenderles debidamente. La vicepresidenta dice que espera una mayor implicación de la Unión Europea.
El Gobierno español adelanta que, con respecto a los inmigrantes del Aquarius, de forma automática les concede el estatus de refugiados, por la situación de emergencia en la que se hallan, pero ello no quita que una vez estudiados pormenorizadamente cada caso se devuelvan a sus Países de origen a algunos que no merezcan, a juicio de las autoridades, dicho estatus. ¿Se actuará con ellos del mismo modo que con las pateras que arriban a las costas del sur de España procedentes de Marruecos? A estos últimos, se les detiene en el momento en que desembarcan (sin son interceptados) y se le abre un expediente a cada uno para devolverle a Marruecos, previo paso por los centros de internamiento de extranjeros hasta que se resuelvan judicialmente sus expedientes salvo que algún caso sea especial por lo que se remitiría al Programa de Atención Humanitaria que, como decía anteriormente, ya atiende a 2.000 personas en la actualidad, a las que muy probablemente acudan la mayor parte de los inmigrantes del Aquarius. Si es así, serán unos “privilegiados” con respecto a los que optan por la vía marroquí de llegada a España, ya que se les acogerá en locales y casas donde gozarán de libertad de movimiento, mientras que los que son detenidos por entrar en pateras se les interna en los centros de extranjeros que comentaba, sin esa libertad para moverse.
Ayuda sí, pero a cambio de compromiso social
Los refugiados, una vez lleven un año en España, podrán empadronarse y recibir una pensión mensual de casi 500 € como ayuda para salir adelante sin necesidad de participar en labores de inclusión social o laboral; solo acreditar su estatus de refugiado. Esto supone correr el riesgo de que abracen la economía sumergida, como tantos otros extranjeros (y españoles, como en otros Países) que reciben subvenciones públicas; para no perderlas, no firman contratos legales recibiendo sus salarios en dinero B. Cuando lo normal es que se les exigiera a los beneficiarios de esas ayudas públicas un compromiso con el País de acogida: se os acoge, sí, pero tendréis que trabajar como todo el mundo. De lo contrario, España pudiera convertirse en un paraíso para inmigrantes que digan estar siendo perseguidos en sus Países de origen, lo que difícilmente puede comprobarse o se arriesguen a hacer la peligrosa travesía mediterránea esperanzados en que les socorrerán los barcos españoles dándoles, una vez en España, una paga mensual.
Repito, ayuda humanitaria, sí, por supuesto, pero en cuanto se asienten en nuestro País debieran trabajar por el dinero que se les pague todos los meses, como se ven obligados a hacer los españoles y cientos de miles de extranjeros que residen legalmente y trabajan, pagando sus impuestos.
Evidentemente, lo que jamás debe permitirse es dar lugar a situaciones horribles de abandono e insolidaridad que tengan gravísimas consecuencias como cuando se produjo el naufragio, en el Canal de Sicilia, en abril de 2015, con 700 personas que murieron ahogadas.
Personalmente, creo que España (y cualquier País rico) puede acoger a los inmigrantes del Aquarius, es más, debe hacerlo y no solo a ese barco sino muchos más que lleguen en el futuro. Pero eso sí, con garantías de seguridad para que no se introduzcan entre ellos elementos indeseables de algún grupo terrorista que haciéndose pasar por alguien que huye de dicha situación se le esté permitiendo asentarse en el País, sería dejarle al zorro las puertas del gallinero abiertas. Así que una vez identificadas debidamente, esas personas deberán ganarse el sustento como el resto de habitantes del País, en agradecimiento por la acogida, ganando un sueldo digno, naturalmente y con los mismos derechos laborales que el resto de españoles y extranjeros legales. En España hay muchas zonas rurales despobladas para las que la población inmigrante irregular sería una gran ayuda, en un plan nacional de recuperación del campo español que ahora mismo no figura entre las principales opciones laborales de los españoles desempleados. Así que la convivencia no solo sería posible sino rentable.
Europa se cierra ante el problema de la inmigración
Las asociaciones que gestionan la operación y que recogieron a los inmigrantes a la deriva, en el Mediterráneo Central, se quejan de la falta de cooperación de los Estados europeos ya que el hecho de verse obligadas a conducir su barco, el Aquarius, hacia costas españolas les deja sin recursos en la zona para atender a otras urgencias humanitarias que pudieran surgir. Lo más ético hubiera sido que los Gobiernos de los Países próximos se hubieran comprometido a trasladar a los inmigrantes para que ellos pudieran seguir con su labor en la zona. Debido a la insolidaridad de estos Países, solo queda otra asociación en el Mediterráneo Central que pueda intervenir si acontece una nueva crisis con inmigrantes como de hecho ha sucedido: un navío de la VI Flota de los Estados Unidos localizó una embarcación frente a las costas de Libia que transportaba 53 personas llamando a la asociación Sea Watch, la única que queda en la zona al verse obligada SOS Mediterranée a trasladarse a España con su barco, el Aquarius. La tardanza en llegar al lugar del rescate supuso la muerte de doce personas, pero se pudo socorrer al resto; 784 personas ya han muerto en lo que llevamos de año en aguas del Mediterráneo intentando llegar a Europa, de lo que se tenga conocimiento, porque muchas embarcaciones naufragan sin que se sepa a ciencia cierta cuantas personas viajaban en las mismas.
El Gobierno italiano dice no tener problemas de conciencia puesto que para ellos lo primero son los problemas de los italianos, no de las personas que vienen de fuera que ni siquiera saben quiénes son o que les mueve realmente a desplazarse a otros Países. Considera que ya han recibido demasiados inmigrantes procedentes de África, que sus ciudades están saturadas y que lo que ha de hacer Europa, antes que criticarles tanto, es aceptar que se distribuyan esos inmigrantes pos sus territorios respectivos, lo que hasta ahora no han hecho. Solicitan, por lo tanto, una revisión del Pacto de Dublín. Por este acuerdo, se estableció a escala europea que los inmigrantes que entraran de forma irregular en territorio de la Unión, incluyendo los desplazados por terrorismo y conflictos, aunque solicitaran expresamente ser acogidos en un País concreto, serían obligatoriamente atendidos por los Países de entrada. Esta normativa ha perjudicado notablemente a Italia, Grecia y España que son los Países por donde más inmigrantes entran ya que son las puertas de la Unión Europea más próximas a las zonas por las que se desplazan. Así que las autoridades italianas se defienden diciendo que es muy fácil criticar cuando los otros Países miembros de la Unión no están obligados a recibir a tantos inmigrantes.
La extrema derecha está expandiéndose por los Gobiernos europeos como está sucediendo en Italia, Austria, Bélgica, Hungría, Polonia, la República Checa o Eslovaquia. Son los Estados miembros de la Unión Europea que ponen vetos a una política migratoria más solidaria y por ello se ha cerrado el paso de los Balcanes. Incluso Francia, que critica al Gobierno italiano, alabando la decisión española, no ha explicado por qué no ofreció sus puertos de Córcega o su litoral mediterráneo que están más cerca que los puertos españoles de donde se halla el Aquarius. La prueba de que a los mandatarios europeos les trae sin cuidado lo que les ocurra a las personas que arriesgan su vida todas las semanas intentando atravesar el Mediterráneo es que ni siquiera se ha contemplado una reunión de urgencia para tratar el asunto del Aquarius. Y si finalmente se convocara, sería por las disputas entre los Gobiernos que ha suscitado, no por la crisis humanitaria generada.
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