Las negociaciones de paz con el Gobierno no terminan con las organizaciones criminales
Desde que se hiciera Gustavo Petro con la presidencia de Colombia, en agosto de 2022, su polémica política para erradicar el narcoterrorismo genera muchas críticas por la oposición, echándole en cara el derroche de recursos del Estado para que aún no se vean resultados efectivos.
Los narcos utilizan todo tipo de medios para los envíos de droga, incluso submarinos que atraviesan océanos. Y es que sigue habiendo un intenso tráfico de cocaína en Colombia como lo demuestran las incautaciones constantes a cargo de las Fuerzas de Seguridad y ahora también de la droga de moda: el fentanilo.
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¿Ha entrado en recesión el tráfico de cocaína?
El Oeste de Colombia es donde se concentran la mayor parte de los cultivos de coca, en especial en los departamentos del Norte de Santander, Cauca, Nariño y Putumayo.
Pareciera que la paz sea imposible porque continúan los enfrentamientos entre bandas criminales por hacerse con el pastel del narcotráfico. Las extorsiones, los secuestros y asesinatos están a la orden del día.
El precio de la coca ha bajado muy considerablemente en los últimos años (menos de la mitad del valor de 2019), pero no el abono, productos fertilizantes e insecticidas necesarios para su cultivo.
La cocaína vale menos porque ahora se consume más el fentanilo, que es un poderoso opioide además de otras drogas como el “tusi”, una mezcla de LSD junto con MDMA, una variante de las anfetaminas.
En Europa se está notando también esta tendencia, teniendo un creciente éxito las pastillas con alta concentración de MDMA, mucho más potente que el éxtasis. Provocan alucinaciones y euforia creyendo sus consumidores que controlan la situación cuando no es así ya que son sustancias muy adictivas (bastante más que la cocaína). Si les falta la dosis sienten pánico y no pocas veces una fuerte taquicardia.
Para ganar más dinero, los productores de tusi la mezclan con cafeína, que resulta más barata: menor coste de producción, más beneficios. Su presentación es muy versátil, pero sobre todo se vende como pastillas o en polvo, por lo que se la conoce también como cocaína rosa, ya que puede esnifarse, aunque no lleva esta droga en su composición.
Un gramo de tusi cuesta alrededor de 100 €, por lo que se ha popularizado entre los jóvenes acomodados con dinero para pagarla y por la falsa euforia que provoca cuando en realidad es nerviosismo puro.
En las discotecas y salas de espectáculos circulan en abundancia estas drogas psicoactivas porque sus efectos pueden durar seis horas o más.
Un problema añadido es que cada año consumen estas drogas más menores.
La oportunidad del Gobierno y del pueblo colombianos
La coca sigue cultivándose tanto como antes pero la competencia con el fentanilo es fuerte, porque un kilogramo de ésta última cuesta producirlo algo más de 180 €, cuando uno de coca sale por casi 1.100 €. De ahí la caída en el precio de la pasta de coca.
El tráfico de fentanilo está controlado por los cárteles mexicanos (en especial el de Sinaloa) y si continúa prosperando, el cultivo de coca pudiera decaer tanto que ya no resulte rentable.
Sin pretenderlo, el fentanilo pudiera dar la oportunidad al PNIS de Colombia (Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos).
Debido a que no se produce fentanilo en Colombia, si desplaza a la cocaína, sería el momento perfecto para instalar plantas agroindustriales que suplan los cultivos ilícitos, antes de que los narcos ideen alternativas.
Por supuesto, se deberá combatir la incursión de las nuevas drogas que tantos estragos están causando entre la juventud.
La vida del campesino no es fácil y mucho menos en Colombia, por lo que hay que facilitarles la transición a otros cultivos con menos riesgos de modo que les resulte interesante como medio de vida. Por ejemplo, mejorar las carreteras que llevan a las zonas inhóspitas donde se hallan las plantaciones para que les resulte menos complicado acceder a los mercados:
Deberán dotar a las poblaciones de las necesarias infraestructuras como buenas comunicaciones y logística, además de conceder subvenciones a los campesinos.
Ahora mismo no puede saberse cuanta droga sale de Colombia con exactitud, pero a tenor de lo que producen las plantaciones localizadas se ha calculado que en total sale del País unas 1.500 toneladas anuales de cocaína hacia todo el Mundo.
Si no se aprovecha la retirada de los cárteles mexicanos (si la cocaína deja de ser rentable), los narcos locales seguirán imponiendo su ley, pero de forma sibilina, como se está comprobando en la actualidad. Lo vemos a continuación.
El narco invisible
El narcotraficante colombiano de hoy en día no es el de los tiempos de Pablo Escobar que con tanto éxito de audiencia retraró la serie de Netflix "Narcos".
Desde luego sigue habiendo quiénes gustan del lujo y de exhibirlo sin reparos, pero son cada año menos pues la mayoría prefieren la discreción para evitar ser detenidos. Se les conoce como “narcos invisibles”.
Pueden organizar envíos a gran escala de coca hacia México, incluso en sumergibles, de los que solo en 2023 ya se han incautado cuatro (uno de ellos con tres toneladas de cocaína).
Los narcos invisibles disponen de amplios patrimonios, pero no presumen de ello ni conducen vehículos llamativos. Incluso pueden ir a una oficina bancaria a solicitar un crédito dando la impresión de clase media-alta, no de yet set. Para justificar sus viajes a México alegan que son por negocios, trabajando para una empresa tapadera legalmente constituida.
Lo que sí ha quedado suficientemente constatado es que, en Colombia, a pesar de los acuerdos de paz del presidente Gustavo Petro con las organizaciones criminales, éstas continúan con su actividad, controlando las zonas en las que sigue produciéndose coca a gran escala.
Actividad del narcotráfico en Colombia en la actualidad
Treinta años después de Pablo Escobar, la situación no ha cambiado a mejor por lo que de nada sirvió acabar con aquellos primeros cárteles puesto que otros vinieron después.
De todos los grupos guerrilleros que se han sentado con el Gobierno colombiano para intentar llegar a un acuerdo de paz, el más activo es el ELN (Ejército de Liberación Nacional), que se ha hecho con gran parte del negocio que controlaban las FARC de las que aún quedan disidencias.
El más importante de esos grupos remanentes de las FARC es el que se hace llamar “Estado Mayor Central”.
Luego están los paramilitares de la sierra de Santa Marta, que son otra banda con la que el Gobierno intenta llegar a un entendimiento para que dejen las armas.
El común denominador de todas estas organizaciones sigue siendo el narcotráfico, por lo que se las ha englobado dentro del narcoterrorismo que podría definirse como el fenómeno que impone ideologías políticas extremistas financiándose mediante el contrabando de drogas.
La oposición política y algunos sectores críticos de la sociedad colombiana denuncian la pasividad del Gobierno con las bandas criminales.
El ejecutivo del presidente Petro se defiende diciendo que continúan combatiendo la criminalidad de forma paralela a las negociaciones para llegar a un acuerdo que pacifique el País.
671 toneladas de clorhidrato de cocaína decomisadas en 2022 en Colombia, más que nunca antes
Por lo tanto, la política de “buenas formas” de Petro con la guerrilla para que deje las armas no termina de cuajar, porque el narcotráfico, su principal fuente de financiación, está en auge: les interesa vender más para conseguir los mismos beneficios que hace años ante la caída de los precios.
Sin embargo, la Fiscalía General de la Nación continúa con sus investigaciones y, apoyada por los cuerpos policiales y militares, combate a los narcos e intercepta envíos de droga a Norteamérica y Europa.
La Guardia Civil colabora de forma muy activa con la Policía colombiana ya que algunos de los sumergibles cargados de droga llegan a Europa vía España.
Incluso se han desplazado agentes de la Benemérita no pocas veces a Colombia para participar en los dispositivos operativos desplegados en ese País.
La cooperación se intensificó tras el hallazgo del submarino aparecido en la ría de Aldán en Galicia, en 2019. Se ha interceptado una decena más (el primero fue en 2006). Desde luego en España tienen mucha demanda, como en el resto de Europa Occidental.
Por lo general, los submarinos se construyen en Guyana o Brasil y desde estos países se dirigen a Europa cargados de droga. Los que van a México, salen sobre todo desde los departamentos de Cauca y Nariño, en el litoral del Pacífico.
El primero en usar sumergibles fue el pionero del tráfico internacional de cocaína, el legendario Pablo Escobar, que tantas innovaciones introdujo en el contrabando (no solo de drogas).
En Colombia hay otro flagelo, el de la minería ilegal, sobre todo la extracción ilícita de oro, a cargo también de cárteles de la droga, como el Clan del Golfo. Esta actividad es bastante intensa en el departamento de Antioquía y resto del Noroeste del País.
Han llegado al punto de atacar ayuntamientos de los municipios en los que las Fuerzas de Seguridad han llevado a cabo sus operaciones, desmantelando los agentes la maquinaria de extracción que usan los narcos. El ataque a las corporaciones locales se debe a que de ese modo infunden temor en la población civil para que no cooperen con la Policía.
Los vecinos de estos municipios no entienden qué hace el Gobierno dialogando con estas bandas criminales cuando es evidente que no se atienen a razones.
El presidente ordenó un alto el fuego por parte del ejército y Policía como señal de buena voluntad esperando el mismo gesto por parte de los grupos narcoterroristas. Éstos aprovechan el descenso de la actividad policial contra ellos incrementando sus operaciones de extracción de oro que les proporciona casi las mismas ganancias que el narcotráfico.
Actualmente, el Clan del Golfo es la organización que más droga mueve de Colombia, casi la mitad de todo lo que se exporta y eso que su líder, Dairo Antonio Usuga, (a) “Otoniel”, fue detenido y extraditado a los Estados Unidos en 2021. Es el que queda de aquel pasado de preeminencia de los cárteles colombianos, cuando convivían con Pablo Escobar o el Cártel de Cali pero entonces tenían otro nombre: AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia).
Las AGC, también paramilitares como las FARC o el ELN, solo que de orientación política distinta, se enfrentaron a las guerrillas financiándose del mismo modo, mediante el narcotráfico.
El que fue designado como sucesor de Otoniel, un tal Javier (a) "Chiquito Malo", está siendo buscado por las Fuerzas de Seguridad y sobre él pesa una solicitud de extradición a los Estados Unidos desde 2018.
Los cárteles mexicanos controlan el narcotráfico
Se ha calculado en unas ocho toneladas lo que cada mes exporta el famoso Cártel de Sinaloa desde Colombia a México.
Aunque el origen de dicha organización es mexicano cuenta con bandas colombianas que trabajan exclusivamente para el que fue la organización del Chapo Guzmán y que teóricamente dirigen ahora Ismael "Mayo" Zambada y los hijos del Chapo.
Atrás quedaron los tiempos de los poderosos cárteles colombianos con los que tenían que negociar la mercancía que introducían en los Estados Unidos. Ahora todo se decide en México.
Las dos organizaciones más destacadas con presencia en territorio colombiano son el cártel de Sinaloa y el CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación).
La droga es llevada por colombianos a puntos determinados de Centroamérica donde la recogen los mexicanos.
Las bandas colombianas adquieren la coca de las plantaciones y dan protección al transporte hasta su llegada a la frontera pero los cárteles mexicanos tienen supervisores sobre el terreno de todo el proceso. Incluso median en los enfrentamientos entre bandas rivales para que el negocio no se vea afectado.
No se trata de que hayan sustituido a los narcos colombianos en su propio País porque sería impensable ya que aún hay organizaciones poderosas en Colombia que no lo permitirían, como el Clan del Golfo. Pero el resto de bandas tienen una operatividad regional como mucho (normalmente se circunscriben a la comarca de donde sean originarias) con lo que los mexicanos ponen dinero o armas y esas bandas les proporcionan la materia prima.
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