El 3 de abril de 2004 la célula terrorista se inmoló, muriendo también un agente de Policía
En la tercera parte del dossier que dedicamos al 20º aniversario del 11-M, rendimos homenaje a la Policía española por su heroicismo en el desenlace final de la trama.
Veintitrés días después del ataque perpetrado por la organización terrorista Al-Qaeda en cuatro trenes de cercanías de Madrid, a través de numerosas explosiones en cadena (el mayor atentado de la historia de España), el Cuerpo Nacional de Policía llega al municipio de Leganés siguiendo el rastro de los yihadistas.
Una de las tarjetas de teléfono móvil que estaba relacionada con un artefacto explosivo que no llegó a estallar, por causas ajenas a la voluntad de los terroristas, llevó a los investigadores hasta la célula.
Se supo que uno de los componentes alquiló un piso en un complejo residencial cerrado, formado por edificios de cuatro plantas, con zonas comunes, piscina y pistas de tenis en su interior. Es por lo que la Policía ordena la evacuación ya que se da como muy probable la existencia de explosivos, procurando que los yihadistas, que se hallan en la primera planta, no se percaten de la maniobra.
Uno de los terroristas baja a tirar la basura a un contenedor próximo, Abdeljamid Bouchar (detenido en agosto de 2005). Se da cuenta de que hay agentes de paisano en los alrededores. Reacciona rápidamente y huye a la carrera, gritando para alertar a sus compañeros, desapareciendo del lugar de los hechos. A los pocos minutos, los terroristas comienzan a disparar ráfagas desde una ventana.
Se inicia, por tanto, un trabajo policial consistente en impermeabilizar el punto de intervención y completar de modo más acelerado los desalojos oportunos, prevaleciendo la seguridad de las personas.
La Policía escucha, a través de un piso colindante, los nervios, gritos, rezos y la frase “Allahu akbar”. En el interior, artefactos explosivos y siete terroristas fuertemente armados (como se sabría posteriormente aunque se sospechara en ese momento). Se les oye despedirse de familiares a través de llamadas telefónicas.
Tras un largo periodo de intercambio de disparos e intentos de negociación infructuosos, el Grupo Especial de Operaciones (GEO) decide actuar avanzando de forma sigilosa, consolidando posiciones y cortando las vías de huida de los terroristas. Estos vuelven a efectuar disparos desde su interior desobedeciendo las órdenes de los agentes, teniendo incluso la osadía de invitarlos a entrar.
Los gritos atropellados e insultos desordenados de los terroristas se cortan abruptamente oyéndoseles un canto en árabe al unísono tras lo que se produce una fuerte explosión.
Los terroristas se habían inmolado provocando la muerte del subinspector Francisco Javier Torronteras e hiriendo al resto de componentes del dispositivo policial, algunos de gravedad.
Finalmente, los artificieros del TEDAX neutralizaron los explosivos que quedaban en el interior de la vivienda.
Me gustaría poner en valor la labor policial y homenajear del mismo modo al subinspector del GEO asesinado, ya que supeditaron la seguridad ciudadana a la suya propia, mostrando la máxima expresión de lo que conlleva ser un servidor público íntegro, de principio a fin.
Con muchas luces, y ninguna sombra, con mucha gloria y ninguna pena es como asumen el riesgo que conlleva la profesión policial los agentes desde que hace 200 años se crearan las primeras dotaciones de la Policía española. Su sacrificio está fuera de toda duda, arriesgando en no pocas ocasiones el más fundamental de los derechos fundamentales: sus vidas.
Orgulloso de todos vosotros y con mi admiración eterna: GRACIAS, Cuerpo Nacional de Policía, durmiendo bajo la manta de tu protección.
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