Los atentados se suceden: los Estados democráticos deben concienciarse de la necesidad de emplear más recursos en la lucha contraterrorista
El viernes, día 23 de abril, un individuo origen tunecino degolló a una agente de policía en las inmediaciones de la comisaría en la que trabajaba mientras gritaba ¡Alá es grande!
En marzo 2018, otro terrorista, también de origen magrebí, robó a las nueve de la mañana un automóvil en la ciudad de Carcasona, donde el yihadista vivía desde hacía años. Asesinó a una de las dos personas que iban en el Peugeot 205 e hiriendo a la otra (el terrorista llevaba pistolas, granadas y armas blancas). Se dirigió a la localidad cercana de Trèbes pero en el camino se cruzó con un grupo de cuatro agentes de los servicios antidisturbios que hacían ejercicio corriendo, abriendo fuego contra ellos e hiriendo en el hombro a un agente.
Ya en Trèbes, entró en un supermercado y también al grito de ¡Ala es grande!, diciendo que era muyahidín del Estado Islámico y mostrando las armas que portaba retuvo a las personas que se encontraban en el interior del establecimiento. A los responsables del dispositivo de seguridad les pidió que liberaran a Salah Abdeslam, el único terrorista detenido y encarcelado por la masacre terrorista de noviembre de 2015 en París.
El terrorista disparó desde el supermercado a los gendarmes que se hallaban en el exterior; ya había matado a un empleado del comercio y a un cliente, pero el resto de rehenes consiguen huir (diez de ellos se escondieron en una cámara frigorífica del local) excepto una mujer que atrapó el yihadista y por la que se intercambió el teniente-coronel de la gendarmería responsable del dispositivo, Arnaud Beltrame.
El canje duró casi tres angustiosas horas en las que se pudo saber lo que sucedía dentro del local porque el militar dejó abierto su teléfono móvil para que se oyera todo y supieran sus compañeros, en el exterior, cuando entrar.
En torno a las 14:20 horas, Ladkim, como se apellidaba el yihadista, dispara al teniente-coronel siendo el momento que sus compañeros del Grupo de Intervención de la Gendarmería, que aguardaban fuera, escogen para entrar, resultando heridos dos gendarmes en el tiroteo. Otras once personas también resultaron heridas en el enfrentamiento que duró diez interminables minutos.
Poco después, en una secuencia de hechos común a todos estos atentados, un comunicado del ISIS, en su revista propagandística Amaq, reivindicaba el ataque y, de hecho, en el registro policial del domicilio de Ladkim se encontró material relacionado con el ISIS y una nota en la que parecía anunciar que entregaría su vida por el Estado Islámico.
En octubre de 2020 un lobo solitario yihadista, de origen checheno, degolló también al profesor de bachillerato Samuel Paty por incluir en su docencia caricaturas de Mahoma simplemente para comentarlas en clase y debatir sobre ello. Aún así fue lo suficientemente respetuoso con sus alumnos musulmanes a quiénes les diría que salieran de clase si se sentían incómodos. Pero el padre de uno de esos alumnos le descalificó e incitó a otros padres a tomar represalias por lo que se extendió la idea de que el docente era racista.
La falta de medios está haciendo mella en la lucha contraterrorista
El yihadista de 2018 fue abatido por los agentes pero se supo después que ya era objeto de vigilancia desde 2013 por sus posibles vínculos con el integrismo islamista y figuraba registrado como delincuente común. De hecho, llegó a pasar por prisión en 2016 pero tras su salida de la cárcel sería de nuevo vigilado por la Inteligencia contraterrorista pues preocupaba que pudiera haber entrado en contacto con yihadistas en prisión.
Se determinó que no era peligroso pues no se observaban señales de que pudiera estar preparando una acción terrorista. Su compañera sentimental sería detenida, por “asociación con terroristas”, el mismo día de los atentados en el domicilio de ambos, en Carcasona.
Aunque el “estado de emergencia nacional” cesó en noviembre de 2017, la actual ley antiterrorista francesa permite mantener un contingente de 10.000 soldados que patrullan los principales enclaves turísticos y de mayor afluencia de personas; es la Operación Centinela, que comenzó con 7.000 soldados.
Gracias a esta medida y la eficacia de los servicios contraterroristas, se han frustrado decenas de atentados deteniendo a miles de terroristas, incautando cientos de armas.
Lamentablemente, solo se habla de lo que sucede, no de lo que se evita, y es que el trabajo de los Cuerpos de Seguridad y Agencias de Inteligencia contra el terrorismo es de una enorme dificultad y más en un País como Francia donde se sospecha de miles de posibles yihadistas. Se les inscribe en el Fichero de Señalamientos para la Prevención de la Radicalización Terrorista (FSPRT), confeccionado hace tres años, a raíz de los atentados de 2015 y que desde entonces ha seguido alimentándose con nuevos nombres, año tras año.
La líder de la formación de extrema derecha “Frente Nacional”, Marine Le Pen, considera que el Gobierno debe entender la lucha contraterrorista como una guerra y como tal actuar (ya el ex-presidente François Hollande llegaría a decir, tras los atentados del 13 de noviembre de 2015, que Francia estaba en guerra). Pero el ex-ministro del Interior, Gérard Collomb, consideró que la política contra el terrorismo del Gobierno francés funcionaba bien, hasta comprobar cómo continuaban sucediéndose los ataques.
Collomb declaró a la prensa que, si bien el terrorista había sido vigilado no había motivos para pensar que pudiera realizar una acción como la acaecida por lo que consideraron que actuó de forma imprevisible, por algún motivo que desconocían.
Por otro lado, determinados sectores critican la Ley antiterrorista por considerarla excesiva vulnerando ciertos derechos ciudadanos. Es el eterno dilema: ¿está dispuesta la Sociedad a ceder privacidad a cambio de seguridad?
Según muchos sociólogos una comunidad necesita un año para recuperarse de un gran atentado terrorista
Francia mantiene su nivel de alerta terrorista puesto que en los últimos dos años y medio han muerto 259 personas en 18 atentados. La ciudadanía francesa, en su mayor parte, se siente más segura con los soldados en las calles e intenta volver a la normalidad, pero las mayores medidas de seguridad son utilizadas por la extrema izquierda para criticar la acción del Gobierno, que considera un giro hacia el autoritarismo.
Aunque la efectividad de los servicios de Inteligencia franceses está sobradamente demostrada, la falta de personal es su problema más acuciante. Sucedió con los hermanos Abdeslam, uno de los cuales, Salah, está en prisión actualmente, por el que pidió su libertad Radouane Ladkim, el terrorista que perpetró el atentado de 2018 relatado anteriormente.
Los hermanos Abdeslam estaban siendo vigilados, pero como sucedió también con Ladkim, el seguimiento se relajó al no tener personal suficiente. Aunque en el caso de los Abdeslam, la información de la que se disponía era más preocupante y aun así su expediente terminó señalado en rojo, lo que significa que existían señales de posible intento de atentado, pero se carecía de medios para continuar con su vigilancia. Finalmente, se cometió la temida acción terrorista, y además fue descomunal: murieron 137 personas e hirieron a otras 415.
Conclusión: no solo se han de aumentar el contingente humano, también mejorar los medios técnicos
No es solamente reforzar el contingente militar que patrulle las calles (antes que tenerles acuartelados, resulta más lógico que contribuyan a la seguridad ciudadana como refuerzo de los Cuerpos de Policía), sino también aumentar los medios humanos de los servicios contraterroristas, en especial de los Servicios de Información.
Pero insisto en que, a pesar de la falta de medios, tanto en Francia como en España se lleva a cabo una innegable y meritoria lucha contra el terrorismo que ha dado muy buenos resultados de los que no suele hablarse.
De hecho, el 20 de febrero de 2018 fue detenido en Francia un individuo, de 32 años de edad, relacionado con la célula que perpetró los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. Amén de las numerosas detenciones con las que se ha frustrado la planificación de nuevos ataques.
Los dos Países saben que la amenaza yihadista no es que siga latente, es que se ha agravado. En España, a pesar del durísimo golpe del 11 de marzo de 2004, no se ha cesado en la investigación contra el yihadismo pero nos aquejan los mismos problemas que en Francia: una notoria falta de medios.
La lucha continúa y es tarea de todos los partidos políticos democráticos, como representantes de los ciudadanos que desean convivir en paz y con seguridad, mantenerse unidos pues con diferencias frente al terrorismo nos volvemos vulnerables.
Sin duda, también es responsabilidad de la comunidad educativa y de la sociedad en su conjunto enseñar que la libertad de expresión debe ser respetada para que no cunda el odio y la sinrazón que den leña a un fuego que no cesa de arder.
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