Los radicales islamistas ven la violencia contra infieles y apóstatas como el más noble servicio a Dios
Para los musulmanes, en general, el significado de Yihad no es el mismo que para los extremistas, ni mucho menos, existiendo tres tipos de yihad (hay más pero éstos son los principales): el mayor o del alma (el esfuerzo interior de todo musulmán para escapar de las tentaciones), el yihad de la lengua (de carácter dialéctico, denunciando la corrupción o mala praxis) y el menor o de la espada que es el combativo. Éste último solo debe usarse contra los enemigos del Islam que ya hayan atacado anteriormente, esto es, en legítima defensa. En cambio, los ideólogos del terrorismo yihadista interpretan la historia más reciente como un contexto de agresión continua contra el mundo islámico. Es por ello que consideran legítimo, incluso una obligación, emprender la guerra a los que consideran enemigos de Alá o Dios.
Esos mismos ideólogos establecen los siguientes objetivos del Yihad:
Derrocar gobiernos y regímenes apóstatas y corruptos.
Reconquistar los territorios que fueron islámicos: Al-Ándalus (Península Ibérica), Sur de Francia, Sur de Italia, Islas del Mediterráneo, Los Balcanes y Grecia.
Restablecer el Califato
Lograr, como objetivo final, el dominio global.
Ahora bien, son conscientes de que sus actos constituyen verdadero terrorismo, pero lejos de negarlo lo justifican, enumerando sus “beneficios” y legitimando su proceder en base a un pasado irreal construido a medida de sus intereses pero con formulaciones innovadoras, presentándolas como tradiciones religiosas que, por lo tanto, todo buen musulmán debe acatar.
Los beneficios del Yihad según los fundamentalistas
Debilitación de la moral del enemigo: se inspiran en la proclama de Osama ben Laden, en 2001, después del 11-S, cuando dijo que “los valores de la civilización occidental bajo el liderazgo de América han sido destruidos. Las impresionantes torres simbólicas que hablaban de libertad, derechos humanos y humanidad, han sido destruidas. Se han esfumado convertidas en humo”.
Terribles daños de índole económica y material.
Causan división entre la coalición formada por lo que ellos denominan “cruzados” (cristianos), judíos y sus aliados apóstatas –entiéndase por tales a los Regímenes islámicos que les apoyan–, puesto que hacen aflorar “la hipocresía y el deterioro moral” de sus participantes en dicha coalición.
Consiguen que la gente, en el que para ellos es el bando contrario, se vea forzada a tomar partido.
Los atentados originan un “renacer religioso”; el mismo Ben Laden añadió, en su justificación del 11-S: “Esos jóvenes –refiriéndose a los pilotos suicidas que cometieron los atentados–, expresaron con obras en Nueva York y en Washington un discurso que supera todos los demás discursos, pronunciados en cualquier lugar del mundo. Un mensaje que fue comprendido por árabes y no árabes, incluso por los chinos (…). Algunos han dicho que en Holanda, en uno de los centros, el número de personas que han aceptado el Islam después de las operaciones fue mayor que el total de los últimos once años (…). Éstos acontecimientos han hecho que la gente piense, y eso beneficia enormemente al Islam”.
Transferencia de culpabilidad: para los yihadistas, y haciendo suyas las palabras de Ben Laden, en un discurso de 2002, los occidentales “depositan sus votos en las elecciones, para elegir a los gobernantes que ellos desean, pagan impuestos para financiar sus políticas y eso les hace responsables de cómo su dinero es gastado”.
Revanchismo y proporcionalidad: Las tesis yihadistas consideran que los norteamericanos y sus aliados han matado con sus bombardeos o sobre el terreno a millones de musulmanes con lo que ellos están legitimados para contraatacar matando también a millones de norteamericanos, europeos y cuantos se alíen con Norteamérica. Animan a que quiénes atenten contra ellos logren que los occidentales (o de estilo de vida occidental) se vean obligados a dejar sus hogares y herir o mutilar a cientos de miles, incluso usando armas biológicas y químicas, como creen que las han usado con los musulmanes.
Establecen dos tipos de enemigo: el “lejano” y el “cercano”. Para ellos, el primero está encarnado en los Estados Unidos y sus aliados que mantienen con su apoyo a regímenes corruptos en el orbe islámico. Dicen que es posible acabar con el gigante americano y ponen dos ejemplos:
La influencia del Yihad afgano que no solo contribuyó a desintegrar a la Unión Soviética sino que tampoco ha sido vencido por los soldados norteamericanos desplegados en su territorio. Así que es posible derrotar a los Estados Unidos como se derrotó en su momento a la URSS (al-Qaeda, que significa “La Base”, nació en Afganistán para combatir a los soviéticos).
Los Estados Unidos ya han sido atacados varias veces con éxito: Somalia, ataques a las embajadas de Tanzania y Kenia, atentados contra el World Trade Center, 11-S…
Continuando con la proclama de Osama Ben Laden, de 2002: “el movimiento yihadista debe comprender que la mitad del camino hacia la victoria se conseguirá a través de su unidad, pasando por encima de asuntos triviales y de agradecimientos, glorificando los intereses del Islam sobre los caprichos personales”. Aunque lo cierto es que Ben Laden hablaba de unidad suní, no incluyendo a los chiíes dentro del verdadero Islam.
Los yihadistas dividen el Mundo en Tierra del Islam y Tierra de la Guerra
La ideología yihadista salafista habla de una sola comunidad islámica o Umma, sin divisiones, siendo las fronteras de los Países islámicos impuestas por los Estados occidentales. Para ellos, la Umma es Dar-al-islam (Tierra del islam) y el resto del Mundo es Dar-a-harb (Tierra de la guerra), con lo que en teoría no se deberían cometer atentados en tierra islámica, según este precepto, pero como bien sabemos no es así; de hecho, los Países musulmanes son los más castigados por el terrorismo yihadista.
Los ideólogos del yihadismo aceptan el “choque de civilizaciones” como algo inevitable mirando al pasado continuamente, explicándolo a sus acólitos como un continuo período de hostilidad hacia el Islam, lo que justifica su afán revanchista presente. La violencia, pues, centra toda su ideología. La obligación de combatir en pro del Islam eclipsa todo lo demás siendo la mejor forma de servir a Dios; cualquier otro precepto está supeditado a la Yihad o guerra santa. Mediante su puesta en práctica se vuelve al Islam puro, el de Mahoma y sus primeros compañeros. Embaucan a sus adeptos de que Dios mismo insta a sus seguidores fieles a ser su mano castigadora con lo que también esa violencia y el mensaje extremista que la sustenta quedan legitimados en el momento en que es Alá mismo el que lo respalda, desde la óptica del integrismo islamista.
En base a lo anterior, establecen unos principios ideológicos:
Reinstauración del Califato y la transformación política del mundo musulmán.
La victimización del mundo musulmán.
Legitimidad de las tácticas terroristas.
La necesidad de luchar contra el “enemigo lejano”.
Unidad de acción de todos los musulmanes frente al enemigo común.
Choque de civilizaciones y justificación histórica de la lucha.
Para poder cumplir con los principios anteriores, no aceptan el progreso técnico procedente de Occidente, salvo que les sea útil en la lucha. Tampoco la democracia a la que consideran pecaminosa, señalando de nuevo a los Estados Unidos como la Nación abanderada de esa forma de Gobierno “demoníaca”.
Los islamistas radicales lo tienen fácil para ocultarse en los Países europeos donde las comunidades musulmanas son numerosas. La gran mayoría de los que practican la religión islámica son gente de paz pero resulta complicado detectar a los extremistas entre cientos de miles de practicantes de una religión que ya de por sí es de práctica intensa entre sus correligionarios. Los musulmanes son mucho más practicantes que los cristianos, por ejemplo: acuden a sus diferentes rezos diarios en gran número y en su mayor parte contemplan sus preceptos religiosos, a diferencia de los cristianos e incluso de los judíos con un mayor porcentaje de “no practicantes”.
Existen cientos de oratorios no inscritos en la Comunidad Islámica de España
La quinta parte de los inmigrantes que residen y trabajan en España son musulmanes, casi un millón de habitantes. Después de varias décadas de implantación, con una segunda generación actual, las comunidades musulmanas españolas se caracterizan por defender un aperturismo y adaptación a la realidad y circunstancias europeas y por lo tanto una apuesta clara por la modernización. Pero últimamente se han ido introduciendo elementos radicales procedentes de Oriente Medio, afines a las tesis de la corriente fundamentalista “Hermanos Musulmanes” y de la ultraortodoxia wahabí oriunda de Arabia Saudí.
De momento, las principales federaciones islámicas que tratan asuntos administrativos con el Gobierno están bajo control de españoles conversos. La Comisión Islámica de España (CIE), que integra las dos grandes federaciones musulmanas españolas, es la única interlocutora válida y aceptada por la Administración General en España. Solo las asociaciones registradas en cualquiera de esas federaciones recibirán subvenciones públicas, en torno a 300. Pero hay unas 200 que no están inscritas de las que se desconoce realmente su orientación. Aparte hay casi 300 oratorios que igualmente no están registrados ya que son simples lugares de culto en garajes o locales abandonados o alquilados, no inscritos como comunidades religiosas, con lo que tampoco se conoce la corriente que siguen sus fieles.
El movimiento islamista radical “Hermanos Musulmanes” o la corriente de origen marroquí “Justicia y Caridad” se han implantado con fuerza en territorio español. Con respecto a los segundos, buscan el apoyo de inmigrantes marroquíes para presionar al Gobierno de Marruecos puesto que, en ese País, la también conocida como “Justicia y Espiritualidad”, está ilegalizada. Es un ejemplo de islamismo político, uno de los tres tipos de movimiento islamista radical de los que hablaré más adelante, en este mismo artículo.
Otro núcleo de integrismo religioso es el de las corrientes Tabligh (islamismo pietario que envía predicadores para recaudar dinero en oratorios y mezquitas) y la salafista, la que es propiamente yihadista. No necesariamente los dirigentes de esos lugares de culto estarán a favor de alguna de estas orientaciones islamistas; en ese caso, los que visitan mezquitas y oratorios sin que sus imames les secunden actúan como “misioneros” buscando apoyos entre los asistentes a los rezos pero sin relacionarse con los responsables que son contrarios a su mensaje.
La mayoría de los yihadistas que han sido detenidos en España son simpatizantes o adscritos a la red al-Qaeda
Un ejemplo de islamismo que intenta aglutinar las tres orientaciones, la política, la pietaria y la combativa (en su versión de "legítima defensa"), es la Asociación o Cofradía de los Hermanos Musulmanes, la más antigua organización integrista del mundo araboislámico, fundada en 1928, en Egipto, por Hassan al Banna, constituyendo el origen doctrinal del islamismo moderno. Son la corriente más influyente a escala europea, con sede en Londres, desde donde Ahmed al Rawi coordina su actividad en todos los Países europeos. Para ellos, a diferencia de lo que opinan los yihadistas salafistas, Europa es Dar al Islam o tierra del islam, por contar con una abundante población musulmana, por los que sus círculos más extremistas están a favor de imponer la Sharia o Ley Islámica en dichas comunidades. El Consejo Europeo por la Fatua y la Jurisprudencia es el órgano que intenta su aplicación, evidentemente sin éxito puesto que lo impiden las leyes democráticas europeas, pero al controlar numerosas mezquitas instan a sus seguidores a que adopten la Sharía en sus casas. Claro que suavizan sus preceptos en el marco de la "jurisprudencia de las minorías", la cual contempla una implementación “light” de las normas islámicas en las Regiones del Mundo donde el Islam sea minoritario. La idea es no chocar frontalmente con las instituciones europeas, siendo en España sus representantes los miembros de la Liga Islámica para el Diálogo y la Convivencia en España (LIDCOE), integrada en la Federación de Organizaciones Islámicas de Europa (FIOE, por sus siglas en inglés), vertiente europea de Hermanos Musulmanes. En España cuentan con importantes centros religiosos en varias ciudades.
Su objetivo es integrarse, al menos aparentemente, en la vida pública del país en el que tengan logística o representación. Se ofrecen como interlocutores con las asociaciones musulmanas y organizan exposiciones y seminarios para dar a entender a la opinión pública y las Autoridades que no esconden nada. Sin embargo, el mensaje que difunden entre sus fieles es de que deben tener como referentes en sus vidas al Corán y la Sunna no olvidando que la forma de gobierno verdaderamente legítima para todo musulmán ha de ser el califato islamista. Aceptan la existencia de los partidos políticos puesto que como decía anteriormente se muestran a favor de integrarse en la Sociedad occidental, solo que con sus particulares matices. Su sentido de la moralidad sigue siendo fundamentalista, pero reservado para el ámbito doméstico.
La mayoría de analistas consideran que es imposible la convivencia entre esta suerte de islamismo moderado y la democracia. De hecho, el germen ideológico de al-Qaeda son las prédicas de uno de los pensadores más influyentes de la Historia de Hermanos Musulmanes, el profesor Sayyid Qutb. Este individuo consideraba que el secularismo occidental había dado lugar a que la Umma islámica volviera a la Jahiliyyah o época anterior a la aparición de Mahoma. Qutb estaba a favor de revertir esta situación empleando el takfir (excomunión de los musulmanes simpatizantes con las ideas y forma de vida occidentales) y el yihad combativo. Su influencia dio lugar a la aparición de varios grupos terroristas yihadistas como Hamas, Al-Gama'a al-Islamiyya, al-Qaeda o la Yihad Islámica. Por su parte, los propios Hermanos Musulmanes son considerados una organización terrorista por Rusia y Egipto y en el resto del Mundo, siendo tolerados en el resto del Mundo siempre y cuando opten por su corriente más moderada.
España como objetivo del terrorismo yihadista
Es un país emblemático para el Islam y supone un objetivo prioritario para el integrismo islamista conseguir reislamizar la Península Ibérica a la que continúan llamando “al-Andalus”. Prácticamente todo el territorio de la Península estuvo bajo poder musulmán en el siglo VIII viéndose reducido paulatinamente a medida que avanzaba la reconquista de los reinos cristianos. Desde el norte de España irían, siglo tras siglo, recuperando territorios hasta que en el siglo XIII solo quedaba el emirato de Granada, el cual sobrevivió 250 años, siendo finalmente conquistado por los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. La mayoría de islamistas creen que la decadencia del mundo araboislámico comenzó en el momento en que cayó el último reino musulmán de al-Andalus ya que supuso la primera pérdida de territorio de la Umma que hasta ese momento había sido imparable en su expansión.
El Imperio Otomano, de religión islámica, cogió el relevo en el sureste europeo avanzando hacia el centro de Europa hasta que precisamente un monarca español frenó esa expansión: el emperador Carlos I. Por lo tanto, España es objetivo de primer orden para los islamistas, pero además es la puerta de Europa Occidental para los inmigrantes musulmanes africanos, sobre todo desde que se cerraron las fronteras de Italia.
España es una superpotencia turística mundial lo que interesa al terrorismo yihadista como ha podido comprobarse en los numerosos atentados contra turistas occidentales en diferentes Países, sobre todo islámicos. En agosto de 2017 se llevó a cabo el atentado en las Ramblas de Barcelona, una importante vía transitada todos los días por miles de turistas de medio Mundo; el ataque provocó 16 muertes y 131 heridos.
Es uno delos Países donde han conseguido influir en la política nacional pues tras el atentado del 11-M se produjo un cambio de Gobierno que antes del ataque no se preveía y una de sus primeras medidas fue la retirada de tropas españolas de Irak, lo que al-Qaeda vendió al Mundo entero como éxito operacional.
España es uno de los considerados por los ideólogos yihadistas como “enemigo lejano” al ser aliado de EEUU y llevar a cabo una intensa y exitosa lucha contraterrorista
Fue precisamente desde los atentados de Madrid de 2004 que el número de detenciones en la lucha contra el terrorismo yihadista en España aumentó considerablemente, sobre todo de origen marroquí, pero también con nacionalidad española. Casi 800 detenidos en 15 años y más de un centenar en otros Países en los que los Cuerpos de Seguridad españoles han colaborado o ha sido requerida su experiencia y destreza. Las Comunidades Autónomas donde más operaciones contra el yihadismo se han efectuado han sido: Cataluña, Ceuta, Melilla, Madrid y Valencia.
Los que más preocupan desde los atentados de Barcelona y Cambrils son los denominados “homegrown” o radicalizados en casa, entiéndase en territorio español además de los lobos solitarios y los retornados de Oriente Medio. La mayor parte de los detenidos son varones pero también hay mujeres entre ellos e incluso menores de edad. Los cargos suelen ser apología del terrorismo o captación de individuos con la intención de enviarles a combatir en lugares donde haya una especial incidencia yihadista.
En los últimos años se han puesto en marcha importantes herramientas administrativas para la lucha contra el yihadismo como el Plan estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta o el Plan contra la Radicalización en Prisiones y por supuesto el Pacto de Estado contra el Terrorismo Yihadista de 2014, año en el que el antiguo Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, creado a raíz del 11-M, se reconvirtió en el actual Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). Se ha comprendido que la delincuencia organizada y el terrorismo van de la mano colaborando entre ellos sobre todo en lo que a la financiación se refiere.
Proceso general de radicalización de un yihadista
Tienen que darse unas "precondiciones" que aprovecharán los reclutadores para convencer al candidato a que simpatice con la causa yihadista. Los argumentos más utilizados son las situaciones de injusticia y los conflictos armados con el que los captadores, en reuniones organizadas, explican a sus pupilos que organiza Occidente para infligir sufrimiento en la población civil musulmana, afectando no solo a los varones jóvenes sino también, y de forma intensa y cruel, a los ancianos, mujeres y niños, comentando las noticias que llegan sobre dichos conflictos en esos encuentros. Les hacen creer que existe una gran conspiración judeocristiana contra el mundo islámico y que el único modo de defenderse es recurrir al yihad armado. Los reclutadores observan quiénes son más propensos a creer esas falacias descartando a los que no muestran demasiado interés, volcando sus esfuerzos reclutadores en los primeros. En siguientes reuniones reforzarán su línea argumental con determinados elementos ideológicos del salafismo yihadista.
Aquellos que superan la primera fase ideológica de charlas teóricas en las que se comentan vídeos descargados de foros yihadistas en Internet o que los contactos de los reclutadores les envían de los territorios en conflicto o bajo el terrorismo, pueden llegar a ser preseleccionados para marchar a esos Países y completar su adiestramiento, no solo doctrinal sino también táctico. En otra entrega posterior, describiré las distintas fases de la radicalización yihadista.
De forma indirecta, la prensa occidental sirve de herramienta para los reclutadores ya que al dar eco y difundir las acciones yihadistas promueven que las mismas lleguen a más posibles adeptos. Los reclutadores no necesitarán que nadie les envíe material videográfico (salvo el referente al adiestramiento) puesto que las atrocidades terroristas son fácilmente descargables en Internet. Por otro lado, el respaldo político de un Estado de estilo de vida occidental o democrático a Regímenes que los islamistas radicales consideran apóstatas o la presencia de soldados en un País musulmán igualmente será usado por los reclutadores; la desarticulación de una célula, la prohibición del velo en las escuelas públicas, que no se permita que los alumnos menores musulmanes tengan una dieta específica, las caricaturas hacia Mahoma u otros personajes del Islam, todo es aprovechado por los reclutadores para explicar a sus acólitos como, desde su óptica, Occidente insulta y humilla constantemente a los musulmanes.
Por lo tanto se dan elementos de diferente índole en el proceso de radicalización a medida que avanza, tales como las razones que los reclutadores esgrimen para unirse a un grupo yihadista o como juegan con las emociones de los candidatos. En este último aspecto, entrar en prisión es igualmente aprovechado dándoles a entender que han sido encarcelados por ser musulmanes haciéndoles creer que el mismo delito, cometido por un occidental, no hubiera sido castigado tan severamente.
A quiénes se acogen a estos planteamientos tan simples pero tan efectivos en mentes moldeables, se les insta a poner en práctica una moral propia del "buen musulmán", que en realidad es la reinterpretación que el reclutador hace de lo que es bueno o malo en la doctrina islámica.
Hay otro elemento de gran importancia: el convencimiento de que forman parte de un grupo, una hermandad. Es muy efectivo en personas que se sienten desplazadas por su entorno aislándose del mismo por diferentes motivos. Los reclutadores les harán creer que la sociedad occidental está en contra de los musulmanes y aprovechará cualquier circunstancia, por mínima que sea: un simple insulto de alguien por la calle o del jefe en el trabajo, un comentario racista puntual, etc. Todo valdrá para hacerle creer a quién está en proceso de radicalización que el mundo entero está contra él o ella. Acabarán actuando no de forma individual sino haciendo suya la identidad colectiva del grupo del que pasan a formar parte, donde tienen amigos o parientes. Ni siquiera es necesario ya que los miembros de esa célula o grupo se encuentren en la misma ciudad ya que a través de las redes sociales o las comunicaciones vía Internet podrán asistir a reuniones virtuales.
Por lo tanto, sería conveniente distinguir entre movimientos islamistas, de carácter más bien político, los pietistas de tipo religioso y los salafistas o propiamente yihadistas, que son los que han dado el paso de recurrir al yihad combativo o armado. Un integrista islamista no tiene por qué ser un yihadista; tal vez solo lleve a cabo reivindicaciones políticas o se dedique a recaudar fondos, sin participar en atentados, éstos últimos ejecutados por los muyajidines yihadistas. Pero sí hay un nexo entre todos: el convencimiento de que luchan por una causa mayor que es la unidad de la Umma islámica, de la memoria del Profeta Mohammed (Mahoma, en su denominación occidentalizada) y de la defensa de los lugares sagrados del Islam. En su afán por cumplir tal objetivo, solo hay un paso para ir de la lucha "política" al ataque terrorista, teniendo en cuenta el extremismo que caracteriza a todos ellos (entiéndase a los radicales islámistas, no a los musulmanes en general).
Autor: Daniel Rodríguez Castillo es agente del Cuerpo Local de Policía del municipio de Los Barrios (Cádiz), adscrito al GOAP (Grupo Operativo de Apoyo y Prevención).
Bibliografía consultada:
La dimensión propagandística del terrorismo yihadista global; tesis doctoral de Manuel R. Torres Soriano para la Universidad de Granada, leída en 2007.
Procesos de radicalización yihadista en España; análisis sociopolítico en tres factores. Javier Jordán, 2009, Universidad de Granada.
Este artículo forma parte del serial titulado "Manual policial contrayihadista", inspirado en el TFM del autor para el Máster sobre fenomenología terrorista de la Universidad de Granada. Si desea leer las anteriores partes:
Próxima entrega: El Yihadismo en España
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